Un nuevo estudio afirma que los rostros de las personas cambiar para parecerse a sus nombres propios. Según los investigadores, la apariencia física puede verse influida por un factor social, como es el nombre.

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Los rostros evolucionarían para adaptarse a los nombres

¿Nuestros nombres influyen en nuestra personalidad o nuestra apariencia? Desde hace siglos, los psicólogos se han preguntado, con mayor o menor éxito, si existe una asociación entre la apariencia de una persona y su comportamiento. En algunos casos, los científicos han propuesto hipótesis completamente erradas, como la frenología, que postulaba que la inteligencia y la personalidad se podían conocer estudiando la forma del cráneo.

En los ochenta, se hizo popular una investigación que aseguraba que las parejas que llevaban mucho tiempo juntas tendían a parecerse. Esta hipótesis fue dada por cierta por décadas, hasta que se le desmintió en el año 2020. Sin embargo, los psicólogos no han dejado de investigar estas posibles convergencias entre la apariencia y los factores sociales.

Tal es el caso de un nuevo estudio que afirma que los rostros “evolucionan” para parecerse a nuestros nombres. El estudio, elaborado por investigadores de la Universidad Reichman y la Universidad Hebrea de Jerusalén, asegura que la apariencia física tiende a adaptarse con los años a los estereotipos asociados a los nombres.

Al respecto, el artículo publicado en PNAS señala:

La apariencia facial de las personas puede ser indicativa de sus nombres de pila. El presente estudio investiga los orígenes de este efecto de coincidencia entre el rostro y el nombre.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores mostraron a voluntarios varias fotografías de rostros y les pedían que los asociaran a un nombre o a una característica. Notablemente, sus resultados arrojaron que hay un patrón común entre nombres y rostros entre adultos.

Los rostros de las personas se parecen a los estereotipos que tiene la gente sobre los nombres propios. En cambio, este efecto convergente no ocurre entre niños. Al respecto el estudio explica:

Utilizando algoritmos de aprendizaje automático y humanos, nuestros hallazgos indican que, si bien los adultos demuestran congruencia entre su apariencia facial y su nombre, este patrón no se observa en los niños ni en los rostros de los niños envejecidos digitalmente hasta alcanzar la apariencia adulta.

Estudio afirma que los rostros evolucionan para parecerse a los nombres. Foto: PNAS

Cuestionan estudio sobre rostros y nombres

Según el estudio, este efecto sería una “profecía autocumplida”. Además, sostiene que nuestro físico puede verse influido fuertemente por el entorno social:

En conjunto, estos hallazgos sugieren que incluso nuestra apariencia facial puede verse influenciada por un factor social como nuestro nombre, lo que confirma el potente impacto de las expectativas sociales.

El estudio ha provocado una notable discusión entre científicos. Algunos señalan que la metodología de esta investigación es errada. El científico de datos Kevin A. Bryan criticó en X, antes Twitter, que una revista como PNAS publicase dicho estudio, al que acusó de tener criterios deficientes:

Cualquier persona razonable apostaría en contra de esta replicación (¡y a quién le importa si así fuera!). Y, sin embargo, está publicado en una de las revistas científicas más prestigiosas.

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