Perritos de diseño: la historia de la modificación genética canina
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¿Quién puede imaginarse un mundo sin perros? Muchos tenemos uno en casa (Manchas, Lulú, Momo, Pirata…), lo consentimos como a un miembro más de la familia y sin él probablemente este mundo sería más t

Perritos de diseño: la historia de la modificación genética canina
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Hace aproximadamente 18 mil años, el hombre domesticó al lobo, ancestro directo de las 400 razas de perros que hoy conocemos. Con el sedentarismo y el consecuente paso hacia la agricultura, el hombre experimentó en sus campamentos invasiones de animales salvajes en busca de comida. Los lobos merodeaban los asentamientos con el fin de saciar su hambre, lo que incluían las sobras de otros animales o, incluso, el ataque contra algún humano. Antes de que la presencia de las manadas de lobos pudieran terminar con la comunidad, el hombre decidió ponerlos de su lado.
La ferocidad de los animales fue controlada con brindarles comida sin que tuvieran que conseguirla de manera violenta. Así, el animal se veía beneficiado al tener comida constante y el hombre aseguraba la integridad de su comunidad. Poco a poco este lazo entre las dos especies (lobo y humano) se hizo fuerte y cotidiano. El lobo se convirtió en el aliado perfecto para cazar, pastorear, así como para vigilar y proteger a sus nuevos "aliados".
De ese proceso de adaptación entre ambas especies surgieron los tiernos perritos que conocemos hoy, los grandes, los chicos, los fuertes, los de compañía, los blancos, los negros y, en fin, todas las variedades que podamos imaginar. Literalmente todas.
Las razas se pueden dividir en dos, antiguas y modernas, pero todas ellas fueron, sin duda, moldeadas por las necesidades humanas y gracias a un proceso de selección artificial.
Pasos para diseñar un perro
La selección artificial es, en pocas palabras, un sistema de control reproductivo en el que se escoge los fenotipos que se quieren resaltar de una especie. Este proceso de selección de genes hizo su primera aparición teórica — porque en la práctica la domesticación del lobo fue el primer experimento — en 1859. Charles Darwin fue quien antepuso este concepto a su teoría de la selección natural.
La evolución dirigida (como también se le llama a la selección artificial) es responsable de la gran cantidad de razas modernas de perros que conocemos; incluso es responsable del fin con el que escogemos a nuestros perros. La modificación genética interviene hasta en el comportamiento de la raza, si es de pastoreo, de carreras o de compañía y también en la apariencia estética.

El enfoque reproductivo de crianza funciona del siguiente modo: se determinan las características específicas que hay que resaltar de las razas que se van a mezclar, después se escogen los ejemplares que mejor representen esas características (generalmente perros de raza pura) y éstos son monitoreados en el proceso de reproducción. El siguiente paso es seleccionar a los cachorros que muestren enfáticamente y con mejor apariencia las características que se busca resaltar. Este proceso se repite cuantas veces sea necesario hasta lograr reproducir al ejemplar perfecto, y cuando esto sucede se convierte en el precursor de una raza nueva y de las futuras generaciones.
Robert Wayne, biólogo evolucionista de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), asegura que la diversidad de perros domésticos nació de este esquema reducido de modificaciones genéticas. Según Wayne, las alteraciones más representativas entre las razas caninas no se producen en todo el esquema de genes del animal, sino sólo en una pequeña parte. Así, por ejemplo, las orejas caídas o erguidas son resultado de una modificación en un solo cromosoma y esta simple alteración puede hacer que un salchicha se convierta en un dóberman.
¿Alguien quiere, por favor, pensar en las criaturas?
Algunas consecuencias de las modificaciones genéticas en los perros son muy conocidas y muchas de ellas, de hecho, son las que definen a las futuras razas o se convierten en el sello característico, en la “marca” del perro.
En un principio, la selección artificial obedecía a la reproducción de especies con características deseables, sin embargo, y en el caso específico de los perros, este proceso de selección ha priorizado la apariencia y las necesidades que se busca cumplir antes que la salud de los animales.
Las denominadas razas modernas son todas modificaciones de una raza pura con la finalidad de cubrir alguna necesidad humana, por ejemplo, el perro salchicha (una mezcla entre sabueso y terrier) es una raza creada para cazar tejones. Sus características patas cortas (defecto genético conocido como bassetismo), su alargado hocico y su perfecto sentido del olfato (herencia genética del terrier) obedecen a los requisitos necesarios para cazar tejones desde la madriguera; sin embargo, estos ejemplares que hoy vemos como compañía más que como herramienta de caza padecen las consecuencias de esas características que en su momento fueron deseables.
La lista de complicaciones de salud en los salchichas es dolorosa. Estos perritos son propensos a sufrir lesiones en la columna vertebral y hernias de disco provocadas por la desproporción entre su alargado cuerpo y sus cortas patas, característica definitoria de la raza y que a su vez puede dejarlos paralíticos. Por eso es común ver algunos con andaderas. También desarrollan problemas en las articulaciones asociados con obesidad o hipotiroidismo, así como infecciones en el abdomen por la cercanía que mantienen con el suelo.
En los pastores alemanes las modificaciones genéticas también han derivado en problemas de salud importantes, por ejemplo, la displasia de cadera que en la actualidad es signo de un “perro bueno”, de un perro de marca. Este defecto genético, derivado de la cruza irresponsable entre los ejemplares, es la característica que define al pastor alemán de raza pura pero también a un ejemplar enfermo.

Pero no es necesario remitirse a las áreas rurales de la Alemania del siglo XX para encontrar estas modificaciones dirigidas al servicio de los humanos; un ejemplo más cercano a un contexto urbano es el labradoodle, una mezcla de labrador y french poodle de pelaje hipoalergénico, pensado como perro de compañía. A cambio de la adecuación que le permite ser el mejor amigo de algún alérgico, el animal corre el riesgo de tener problemas oculares o de cadera, entre otros.
Quizá uno de los casos de transformación (por no decir deformación) genética más impactante en perros sea el del bull terrier inglés, un perro cuyos orígenes se remontan a 1850, cuando se cree que el criador británico James Hinks experimentó con tres razas diferentes: un antiguo bulldog inglés, un dálmata y un galgo inglés.
Considerado fuerte y musculoso, el bull terrier inglés en realidad es un perro que tiene serios problemas de salud: si se compara con los primeros ejemplares, es notorio el cambio en la estructura del cráneo y en la forma de los ojos. Las modificaciones genéticas operadas en la raza a lo largo de cientos de generaciones han derivado en la propensión a la sordera, a los problemas respiratorios y renales, además de problemas de comportamiento como ansiedad por perseguirse la cola compulsivamente y que los deja fatigados, lo que a su vez, desata sus problemas respiratorios derivados de su constitución craneal. En casos extremos este comportamiento puede derivar en automutilaciones. La triste esperanza de vida de esta raza es de seis a diez años.
Los amantes de esta raza saben que deben ser muy cuidadosos con sus mascotas y que su dieta debe ser estricta y aunque no todo ejemplar va a sufrir la lista completa de padecimientos, la carga genética siempre será un factor que amenace la calidad de vida del perro.
Cada raza desarrolla su línea genética de acuerdo con su proceso de domesticación. A lo largo de los años hemos perdido a muchas razas en el camino y que algún día cumplieron con una función particular. De entre los que tenemos noticia son el perro Chiribaya, el Bullenbeisser, el mastín de los Alpes, el Azul Paul Terrier entre muchas otros, incluso el perro polar argentino.
El perro polar argentino (hoy extinto) nació gracias a las necesidades del ejército nacional argentino para equipar de transporte a sus tropas antárticas en los años 50, cuando el país del sur peleaba por ser reconocido como un país bicontinental. En ese tiempo, ninguna raza cumplía con las características necesarias para cargar armamento en condiciones climáticas gélidas por lo que un grupo de oficiales y veterinarios iniciaron el proceso de reproducción entre diferentes razas de perros de nieve y de trineo — husky siberiano, alaskan malamute y Spitz manchuriano — de está cruza nació el perro polar argentino que aguantaba muchos kilos sobre su cuerpo y resistía temperaturas de -70º.
Hoy, la mayoría de nuestros perros son de compañía y casi ninguno cumple con tareas extremas. La pregunta es: después de ver todos los problemas genéticos que sufren nuestras mascotas ¿no deberíamos pensar en su salud antes que en la pureza de la raza?
Texto: Judith Campiña.