"No Hay Espacio": Colapsan Albergues para Migrantes en CDMX

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Ándrea Vega | N+

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Los flujos de migrantes que llegan desde el sur, más lo deportados de Estados Unidos y los que salieron del albergue de Tláhuac tienen a los albergues de la CDMX en crisis

Hay una nueva crisis migrante en la Ciudad de México.

Migrantes acampan en Plaza Giordano ante colapso de albergues, el 29 de mayo de 2023. Foto: Cuartoscuro | Archivo

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Un letrero pegado en la puerta advierte la situación que se vive en Casa Tochan, un albergue para población migrante. Las letras azules y negras avisan, tanto en español como en creole haitiano, que ya no hay espacio para recibir a nadie más. “Hermano migrante no insista, ya no tenemos espacio en este albergue”. 

Casa Tochan es un espacio de acogida pequeño, habilitado en una casa, en la alcaldía Álvaro Obregón. Su directora, Gabriela Ramírez, explica que tienen espacio solo para alojar a 46 personas y ahora tienen 85. 

Lo que más me preocupa es que no tenemos todos los insumos y las herramientas para alojar a mujeres y niños, no tenemos pañales, no tenemos leche, no tenemos actividades lúdicas para ellos, la psicóloga que nos ayuda se enfoca en dar atención a los adultos

Y es que este era un albergue que estaba más enfocado a recibir solo hombres migrantes, pero como las olas de la migración han cambiado y ahora están en situación de movilidad familias completas y hasta mujeres solas con sus hijos, en el albergue están buscando la forma de adaptarse para atender a estos nuevos flujos. 

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Cafemin, es otro albergue para migrantes, aunque este es de los más grandes de la Ciudad de México, también está rebasado y por mucho. De hecho, aseguran que por ahora no pueden recibir la visita de N+ por el colapso que tienen y las tareas excesivas para atender a toda la población que albergan. 

Samantha Hernández, coordinadora del área de Comunicación de Cafemin, promete una visita para la siguiente semana y dice, en una breve entrevista por teléfono, que tienen en este momento una población que supera ocho veces la capacidad del lugar, que tiene cupo para 80 personas y hoy ronda los 800 huéspedes. 

Este albergue lleva varias semanas solicitando, a través de sus redes sociales, no solo víveres no perecederos, sino también apoyo de voluntarios para acudir a las instalaciones a cocinar y ayudar con otras labores.  

La red de albergues de la Ciudad de México hemos manifestado y comunicado en distintos medios, en redes sociales, pero también a través de diversas conferencias que hay una saturación de los espacios de acogida. En el caso específico de Cafemin estamos atendiendo hasta en 800% de nuestra capacidad

El cierre del albergue de Tláhuac

Hace casi mes y medio, el 10 de abril, la Plaza Giordano Bruno, en la Colonia Juárez, alcaldía Cuauhtémoc, a la que ya se le llamaba la “pequeña Haití”, por la cantidad de migrantes que estaban acampando ahí, quedó despejada. Los migrantes que ocupaban con casas de campaña el espacio fueron trasladados al albergue en el Bosque de Tláhuac, que el Gobierno de la Ciudad de México dispuso para atenderlos. 

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Pero el viernes 12 de mayo, apenas un mes después de haber recibido a los migrantes, organizaciones de la sociedad civil alertaron, por medio de una carta pública dirigida a diversas autoridades, sobre el cierre del albergue de Tláhuac y el traslado de sus ocupantes a diversos estados, aunque nunca hubo una aclaración sobre el por qué del cierre ni a dónde se había llevado a las personas en situación de movilidad. 

N+ solicitó información sobre esto a la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social del Gobierno de la Ciudad de México (Sibiso), a cargo del albergue, y nunca se recibió respuesta, como tampoco la recibieron las organizaciones de la sociedad civil. 

Raúl Caporal, director de albergue para migrantes de población LGBTI+ Casa Frida, donde apenas tiene capacidad para recibir a 16 personas y hoy tienen 27, narra que la sociedad civil y los organismos de derechos humanos lograron que el Gobierno de la Ciudad de México, en coordinación con la alcaldía de Tláhuac, abriera el albergue temporal para personas migrantes, con capacidad para atender a 200 personas. 

Pero conforme fueron avanzando las semanas, nos dimos cuenta que había más de mil 800 personas en ese espacio, que no tenía capacidad de infraestructura, ni sanitaria, ni de agua potable, y las personas estaban en realidad en casas de campaña. No había las condiciones dignas para vivir. 

Cuando esto se empezó a denunciar y a hacer público, “de buenas a primeras, de la noche a la mañana, sin avisarle a ninguna organización civil de las que acompañaron todo el proceso de apertura desde un principio, simplemente se decidió cerrarlo y enviar, coordinadamente con el Instituto Nacional de Migración, a los migrantes en camiones no se sabe a dónde”, señala Caporal. 

Ahora en los albergues de la sociedad civil y en la Plaza Giordano Bruno hay una mezcla de población que ha enfrentado diversas situaciones.

“Es una mixtura: hay personas que estuvieron en el albergue del Tláhuac, los movieron a otros estados, no se pudo resolver su situación migratoria, y se regresaron a la Ciudad de México y tenemos personas también que están llegando apenas, que vienen subiendo desde Chiapas, más lo deportados ya de Estados Unidos”, explica José Antonio Silva, coordinador de Proyecto en CDMX de la organización Médicos Sin Fronteras. 

Hernández, de Cafemin, dice que al menos en este albergue las proporciones están así: entre sus huéspedes hay entre 5 y 8% que ya fueron deportados de Estados Unidos, más un 50%, más o menos, que viene llegando desde el sur, desde Chiapas, y el resto son personas que estaban en el albergue del gobierno en Tláhuac y fueron desalojadas

Regreso a la Giordano Bruno

Este martes 29 de mayo, la Plaza Giordano Bruno lucía otra vez repleta. Las personas migrantes se quedan o regresan aquí al ser desalojadas de los albergues buscando estar cerca de las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) con la esperanza de recibir un documento que les permita moverse por el país, aunque está Comisión no se encarga de eso. 

Sandra Álvarez, directora de la organización Sin Fronteras, dice que de acuerdo a las visitas que ha realizado su equipo a la Plaza Giordano Bruno debe haber ahí unas 600 personas.

Están en carpas, con los niños, con muchas necesidades, y el gobierno de la Ciudad de México dijo que reabriría el albergue de Tláhuac y otros dos más, pero hasta ahora no tenemos certeza de que estén funcionando.

N+ pregunto al área de comunicación de Sibiso si estos espacios de acogida ya estaban en funcionamiento, pero tampoco se recibió respuesta. 

En la Giordano Bruno a las 12 del día de este martes 29 de mayo todo es movimiento. Un grupo de mujeres lava ropa en cubetas, y vuelven los matorrales que rodean la plaza un tendedero. Otras empiezan a preparar los anafres para cocinar. Los niños corren de un lado a otro, aunque un grupo de pequeños sigue las actividades que han dispuesto para ellos personal de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México. Los hombres se ocupan en sus teléfonos o en platicar en su idioma, el creole. 

A la entrada de la plaza hay una carpa grande del gobierno de la Ciudad de México, donde dos jóvenes trabajadores atienden. Se les pregunta para qué están ahí, y responden que están tratando de convencer a los migrantes de ir al albergue de Tláhuac, que aseguran ya volvió a abrir, pero no quieren. 

“Es que están ya muy instalados aquí, tienen ya sus anafres, van y compran comida aquí en el Superama, con lo que les mandan sus familiares, aquí lavan y todo, entonces pues no se quieren mover”, dice uno de los dos jóvenes. 

¿No será que tienen miedo de ir a Tláhuac y que después los vuelvan a desalojar”, se le pregunta. Responde enfático que no, que no es eso, sino que más bien es la complicación con el idioma para explicarles y que están muy instalados, repite. 

Pero Carlos, un migrante haitiano que está con su familia en la Plaza Giordano Bruno y a quien llamaremos así para proteger su nombre real, con su poco español desmiente al trabajador del gobierno de la Ciudad de México y dice que sí, que ellos estaban en Tláhuac, que los empezaron a subir a autobuses, pero ellos no se subieron porque no les decían a dónde los iban a llevar, así que se salieron y se regresaron a la plaza

No queremos que nos lleven a un albergue y después vuelva a pasar lo mismo, y tengamos que regresar por nuestros medios aquí

Carlos y su familia están en la Ciudad de México esperando dos cosas, un permiso para poder moverse por México sin problemas y poder llegar a la frontera o que por fin les salga la cita para presentarse en un puerto de entrada en Estados Unidos. 

La cita que tiene que obtenerse a través de la aplicación CBPOne se ha vuelto un dolor de cabeza para los migrantes. “Es difícil sacarla, nosotros llevamos un mes tratando y no sale y no sale, la verdad es que pocos logran obtenerla”, dice Carlos. 

José Antonio Silva, de Médicos Sin Fronteras, da la voz de alarma y dice que las condiciones en las que tienen que vivir los migrantes les están pasando factura.

De las actividades médicas que hemos podido hacer en la Giordano Bruno, lo que nos encontramos es que hay muchas personas con infecciones respiratorias, enfermedades gastrointestinales, infecciones de la piel, y no solo observamos una afectación a la salud primaria sino también a nivel de salud mental

Con la sonrisa por delante

Casa Tochan es un laberinto de escaleras que conducen a habitaciones donde se apretujan administrativos y huéspedes. A las 11:30 de la mañana no hay mucha gente en la casa, la mayoría está trabajando. Habrá unas 15 personas. Pero son suficientes para tener música y generar un ruido como de fiesta permanente. 

Los huéspedes suelen llamarse por su nacionalidad. "Cuba, Venezuela, Colombia", se oye que se llaman a gritos. En la parte de la azotea, donde hay unos cuantos aparatos para hacer ejercicio, hay una familia de tres haitianos. Los padres luchan por entretener al pequeño hijo de unos dos años, pero él solo quiere mirar el celular.

Hay un joven que pese a estar en la incertidumbre de la migración no deja de sonreír. Dice que se llama Óscar y que llegó a México, a Chiapas, el 7 de febrero. Ha venido subiendo como se puede, caminando, en autobús, en el tren, hasta la Ciudad de México. En ese trayecto ha tenido que dormir en centrales camioneras y hasta en el suelo de algún despoblado. Las comidas han sido un problema también, ha pasado días con apenas un poco de alimento en el estómago

Pero dice que aquí en Casa Tochan, “lo han recuperado”.

Nos dan las tres comidas al día, hay un lugar con aparatos para ejercitar el cuerpo y libros para ejercitar la mente. Me han conseguido trabajo. Estoy trabajando ahora en un mercado. La verdad es que no puedo pedir más 

Sin embargo, sabe que esto es algo temporal, en Casa Tochan no pueden dar albergue a las personas más allá de los tres meses, porque hay muchos que necesitan el apoyo. Así que Óscar dice que hoy mismo (martes 30) irá al Instituto Nacional de Migración, a ver si le dan un papel que le permita moverse a la frontera y desde ahí empezar a intentar obtener la cita para entrar a Estados Unidos, a través del CBPOne

Alex es otro de los habitantes de Casa Tochan, tiene apenas 20 años. Salió de Venezuela porque dice que haya los sueldos son muy bajos, de aproximadamente unos 800 pesos a la semana, y todo está muy caro. Él quiere arreglarle la casa a su mamá y comprarle electrodomésticos que ahora no tiene, por eso salió de Venezuela. En busca de mejores oportunidades, como todos, pero también porque allá, dice, “si uno pone un negocio de inmediato cae el crimen organizado a extorsionarte”. 

El joven dice que él no quiere moverse a la frontera, porque sabe lo peligroso que puede ser el camino y estar allá. Ya ha empezado a buscar la cita a través del CBPOne. Por ahora, este miércoles 31 de mayo será su primer día de trabajo en un mercado en la Ciudad de México. Está contento en Casa Tochan pero sabe que va contra reloj, que no puede quedarse por mucho aquí, y que es difícil conseguir la cita para entrar a Estados Unidos e iniciar el trámite del proceso de asilo.