¿Los Anexos Para Alcohólicos Sirven Para Rehabilitar?: La Cura A Través del Castigo
Andrés M. Estrada
Han muerto al menos 67 personas al interior de inmuebles de grupos de AA, anexos y clínicas de rehabilitación en la Ciudad de México

La necesidad de los consumidores y sus familias los han llevado a buscar apoyo en grupos de AA y anexos. Foto: N+
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A Ricardo su alcoholismo lo llevó a ser anexado en contra de su voluntad. El desayuno, comida y cena era chicharrón rancio y duro, acompañado a veces de papa hervida sin sal, dice. “Pero por hambre lo comíamos”.
El día que llegó al centro de rehabilitación, agrega, estaba mugroso y con los efectos de la bebida encima. Horas más tarde, para engañar a la cruda, le dieron la “generosa”: un té con alcohol. Pero le advirtieron que si un día iba el IAPA (Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones) y le preguntaban, no les dijera.
Su tratamiento sólo consistía en estar encerrado, recibir golpes y humillaciones. El lugar estaba sucio. Recuerda el excusado que desbordaba orines y excremento por falta de agua.
Julian Zamorano, en cambio, se internó de manera voluntaria. La historia parece no ser tan desagradable. Aunque sus problemas con las adicciones sí. “Tuve una demanda de mi cuñado y de la mamá de mis hijas, porque ya con alcohol y la sustancia se me hizo fácil amenazarlos con cuchillos. Perdí a mi familia. Tuve otra pareja antes con (la que tengo) un niño de 12 años y la perdí porque era puro alcoholismo y drogas”, describe mientras despacha en su carnicería al poniente de la Ciudad de México.
Un padrino, como le llaman a los consejeros que han logrado recuperarse de sus adicciones, lo invitó a Alcohólicos Anónimos (AA). “Fui pero no me gustó, porque uno no acepta la enfermedad”, dice. Sin embargo, después se dio cuenta que bajo los efectos del consumo se volvía violento y pidió a su familia que lo llevaran a un anexo de un grupo de 24 horas. Ahí estuvo tres meses. Aunque asegura que no le sirvió.
Se estima que en México hay más de 20 millones de personas con consumo problemático de alcohol. Y es la sustancia psicoactiva más consumida, por encima del tabaco y la marihuana.
La necesidad de los consumidores y sus familias, ante la desesperación, el desconocimiento y la escasez de lugares que proporcionan atención pública, los han llevado a buscar apoyo en los grupos de AA y anexos, que operan en muchas ocasiones al margen de la Ley y sin una metodología de rehabilitación basada en evidencia científica.
Algunos carecen de personal capacitado, se ejerce violencia física y psicológica, las instalaciones son inadecuadas, en hacinamiento.
Incluso, personas han muerto dentro de las instalaciones de estos centros.
Entre 2016 y febrero de 2025, de acuerdo con datos de cadáveres ingresados al Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses (Incifo) de la Ciudad de México, al menos 67 personas han muerto en estos sitios en la capital del país. Los tipos de decesos –incluidas 3 mujeres– van desde homicidios, suicidios, accidentes y muertes naturales.
La “experiencia” ayuda a otros a rehabilitarse
Los anexos están gestionados por personas que no tienen formación profesional y los han decidido hacer en una especie de casa y llevar gente para ayudarles, explica Luis Ángel Pérez Romero, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM. “No tienen buenas prácticas clínicas, porque no están supervisados y funciona un poco ahí con las cuotas de los familiares”, añade.
Ricardo dice que en la responsiva que firmó su familia se comprometían a un pago total de 12 mil pesos, para cubrirlo durante los 3 meses que duraba el “tratamiento”. Si deseaban sacarlo antes, debían pagar todo el monto.
Alejandro López Tello, académico del departamento de psicología de la Universidad Iberoamericana, subraya que los anexos por lo regular quienes los atienden son personas que dicen haberse rehabilitado del consumo de sustancias, y asumen que gracias a esta experiencia ahora podrán ayudar a otros a rehabilitarse. Además, los mismos internos son quienes se encargan de las áreas de seguridad, de cocina y la limpieza.
Sobre el tratamiento, cuenta el investigador, el método es a través de una tribuna donde comparten experiencias, bajo la idea de qué eso les ayude en su proceso de rehabilitación.
Sin embargo, son espacios de agresiones verbales y se ejerce violencia física para las personas, por medio de golpizas, castigos, dejarlos sin alimentos, permanecer parados largos periodos o asignarles trabajos excesivos. Incluso pueden darse abusos sexuales.
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A veces son personas que toman la filosofía de AA, dan esa atención dentro del anexo, pero sin la más remota idea de un tratamiento médico o psiquiátrico para pacientes que tienen, por ejemplo, síndrome de abstinencia”, apunta Pérez Romero.
No va a funcionar, porque el tratamiento solamente funciona en el término de que tú no ves a tu familia, afuera no lo ves consumiendo, pero tampoco sabes qué pasa adentro.
“A la familia siempre le van a decir que estas bien, porque las palabras están acomodadas. La terapean bonito”, cuenta Ricardo. Pero pasó 15 días sin bañarse por la falta de agua en el anexo. “En ese lugar ya con la comezón uno quiere bañarse y le dicen: ‘Valora un poco que en tu casa te bañabas diario’”. Él también ha recurrido a AA, dice que es un grupo donde trabajan una hora y media con literatura, pero con palabras altisonantes.
Las recaidas de Julián lo llevaron a internarse de nuevo a otro anexo. “Siempre me hablaron mal de los anexos, y la verdad ya no es como me lo han platicado”, dice. En ese lugar contaban con una psicóloga, también compartían su experiencias con sus compañeros. “Muchos no tenemos papás, otros fuimos abusados sexualmente, físicamente, verbalmente. Todos traemos un daño emocional y psicológico”.
Su carácter y buen comportamiento le ayudó a ganarse la confianza de los padrinos para que lo dejaran de encargado de sus compañeros, pero fastidiado por la presión de otro interno que cubría el encargo de la oficina lo hizo a tomar la decisión de escaparse.
Diferenciar los AA, anexos y clínicas de rehabilitación
¿Pero cuál es la diferencia entre los grupos AA, anexos y clínicas de rehabilitación?
Alejandro López Tello, explica que los AA, administrados por personas que se han recuperado de la dependencia del alcohol, son de tipo ambulatorio, porque no se requiere internamiento: “Está centrado exclusivamente en ayudar a que personas con dependencia al alcohol puedan dejar de beber y mantener la sobriedad”.
Llevan a cabo la filosofía de los Doce pasos, que consiste en aceptar que los consumidores son impotentes ante el alcohol y que su vida era ingobernable; creer que un poder superior les puede devolver el sano juicio; hacer una lista de a quienes se les ha hecho daño y tratar de repararlo, y que a través de la oración y meditación pueden mejorar su contacto consciente con Dios, entre otros.
Los anexos, puntualiza López Tello, son los lugares donde se ofrece tratamiento a quienes tienen problemas con el alcohol y drogas. “En su mayoría van a ser organizaciones informales, sin registro atendidas por personas que no son profesionales de la salud, en lugares que muchas veces son lejanos, clandestinos y se les identifica tradicionalmente por utilizar métodos coercitivos con los usuarios y que la mayoría de las personas en estos centros fueron internadas en contra de su voluntad”, agrega.
A diferencia, en una clínica de rehabilitación, subraya López, cuentan con un espacio que sí cumple con esta denominación, al estar reguladas, registradas, que cumplen con las normas legales y cuentan con un equipo de especialistas profesionales para atender a las personas que buscan ayuda.
Las clínicas están certificadas y tienen un modelo de tratamiento psicológico y médico, apunta Luis Ángel Pérez Romero. “Cobran cuotas también. Cualquier tratamiento tiene que ser bajo voluntad de la persona, de lo contrario estarían cometiendo un delito”.
El “Estudio sobre la experiencia de hombres atendidos en centros residenciales de ayuda mutua para la atención de las adicciones”, señala que existen 2 tipos principales de centros residenciales.
Uno es el “light”, caracterizado por la estancia voluntaria, mejor uso de servicios y la evitación de la violencia como medio de control. En el otro es “fuera de serie”, hay un constante abuso físico y psicológico; las condiciones al interior son precarias y es común que exista una falta de estructura en las actividades cotidianas.
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Morir en el intento
Los lugares donde los tratamientos son nocivos, generan resultados que representan un riesgo para la salud de las personas internadas. Incluso de su integridad personal.
La cifras del Incifo de la CDMX muestran que del total de muertes en los grupos de AA, anexos y clínicas de rehabilitación, siete fueron por homicidio, 11 por suicidio y 11 por accidentes, entre los que se incluyen los 5 que perdieron la vida en el incendio en un anexo en Tlalpan, el pasado 24 de febrero de este año.
En el grupo AA “Factor 3 San Sebastián”, en la colonia San Sebastián Tecoloxtitlan, en Iztapalapa, se han registrado un homicidio por traumatismo craneoencefálico en 2022 y otra muerte por traumatismo abdominal en 2023. Otro más fue en el centro de rehabilitación Mahanaim, en julio de 2020, en la alcaldía Benito Juárez. Una nueva muerte por supuestas convulsiones ocurrió en este mismo lugar, 4 años después, en octubre de 2024.
Un suicidio se dio en 2018 en un inmueble localizado en Av. de las Flores, colonia Flor María, Álvaro Obregón. Aquí el único centro para tratamiento que se ubica es la clínica de rehabilitación Monte Fenix.
Ricardo reconoce su problema con el alcohol y dice que ya quiere pararle. A su esposa le ha contado sobre el maltrato en el anexo, y de que tiene miedo, porque ya no quiere que lo vuelvan a internar. “Me dijo: ‘Vamos con un psiquiatra o un doctor, para que te de medicamentos’”.
Ante las constantes recaídas Julián Zamorano ha vuelto a retomar los grupos AA y acude con una psicóloga, que le han ayudado a hacer conciencia, porque también estuvo a punto de perder su negocio. Hace un año que no ha probado una gota de alcohol. “Se me llega a antojar una copa o algo. No vale la pena todo lo que voy a perder otra vez”, señala.
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