2 de Agosto de 1857, el Día Que la Ciudad de México Tuvo Su Alumbrado Público con Gas
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A pesar de que en esta fecha se marca el inicio del servicio de alumbrado en la capital mexicana, la historia está llena de quejas, fallas y un desfalco al erario

El 2 de agosto de 1857 se considera el principio del alumbrado público en la CDMX. Foto: Pixabay | Ilustrativa
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Aunque el 2 de agosto de 1857 se marca como el inicio del alumbrado público en la Ciudad de México, la verdad es que se trató más de un acto simbólico que de un servicio eficiente.
Imaginemos por un momento que a mediados de la década de los 50 del siglo XIX, la capital mexicana estaba en las penumbras.
Solo algunas farolas de aceite eran encendidas por los serenos rompían la negrura de la noche, con lo cual se buscaba frenar las fechorías en la ciudad.
Hasta ahí llegaba el servicio de las autoridades. Algunas personas, de forma particular, ponían sus propias lámparas, pero en sí, el alumbrado público no existía.
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Promesa de iluminar la ciudad
Luego de varias licitaciones, apareció un personaje que ofreció dotar a la capital mexicana del tan ansiado alumbrado de trementina (gas líquido) e hidrógeno seco: el húngaro Gabor Napheggi.
El empresario 'endulzó' el oído a las autoridades capitalinas y al del propio presidente Ignacio Comonfort, quien no dudó en cumplir con las peticiones del extranjero: quitar impuestos al material importado para tan importante mejora, así como pagos por adelantado.
Tras idas y venidas por Europa y Estados Unidos, y mucho dinero gastado, la fábrica de gas de Gabor, algo así como la central donde se daría el servicio de alumbrado, se preparó para su inauguración.
El evento inaugural
En el Diario de Avisos, del 29 de julio de 1857, retomó información de El Monitor Republicano, que adelantaba los pormenores del "establecimiento del alumbrado de gas".
La inauguración se llevaría a cabo el domingo 2 de agosto de 1857, en la fábrica de gas de Gabor Napheggi, a las doce del día. Antes de una procesión por las instalaciones, se ofrecería desde un altar la bendición para que todo saliera bien.
Como toda fiesta, se llevaría a cabo un baile en uno de los salones construidos para el evento, de poco más de 15 metros de largo y 18 metros de ancho, y sería adornado con todo lujo.
También habría una orquestas conformada por 100 músicos y en la fachada principal del predio se colocaría una lona para evitar algún inconveniente en caso de lluvias.
Lo más ingenioso será la luz de gas que iluminará dicho salón, estando las luces dispuestas en forma de arpas, estrellas, flores, etcétera
Un gran avance para la CDMX
Y llegó el día, todo se cumplió como estaba previsto. Obviamente, el empresario, que también recibió contrato para regar las zonas verdes y hasta dotar de pan al gobierno, tuvo palabras de agradecimiento para Comonfort, según refiere El Monitor Republicano.
Si los pueblos se reúnen con entusiasmo para celebrar llenos de júbilo las hazañas de los guerreros que combatieron por su independencia y libertad, con más razón deben reunirse para inaugurar una mejora que, como ésta, anuncia siempre los adelantos de la sociedad, y cuya conquista no ha costado el derramamiento de sangre
En el evento, se le entregó a Gabor Napheggi un cintillo de diamantes y una medalla de oro, con el escudo de armas de México, y por otro la siguiente inscripción: 'El Ayuntamiento de 1857, a Gabor Naphegyi, introductor del alumbrado de gas en México'.

Promesa incumplida
Según los diarios de la época, la fiesta pronto quedó en el olvido y la promesa de Gabor fue incumplida, solo algunas lámparas prendían y las pruebas fueron la constante.
El gobierno esperaba que para las fiestas patrias de ese año, la Ciudad de México luciera iluminada, pero no fue así. El Monitor publicó el 21 de septiembre de 1857:
Han continuado con bastante actividad los trabajos necesarios para el establecimiento del alumbrado de gas en México. Ya están colocadas en las calles de San Francisco y Plateros, en la parte que mira al frente de Palacio y en la calle del Indio Triste, las columnas que han de sostener las farolas. La cañería conductora del gas está colocada en su mayor parte y solo falta un tramo como de quinientas varas frente a la Alameda (...) tal vez a fines del corriente, gozaremos en México de una mejora tan importante cual es la del alumbrado de gas
El medio refería que el empresario había sufrido contratiempos notables, como el robo de material. Ante las críticas de medios, como El Tiempo, Gabor se defendió y para ello pidió que el Diario de Avisos publicara una respuesta, la cual apareció en dicho periódico el 25 de septiembre de 1857.
En su defensa dijo que no se había comprometido a tener iluminadas las calles para los festejos de septiembre y que había situaciones que salían de su alcance, por lo que consideraba injustos los señalamientos.
Para el 31 de octubre de 1857, El Monitor publicó una nota donde se informaba que las pruebas presagiaban que pronto el alumbrado estaría iluminando la capital.
Durante estas últimas noches se han estado haciendo ensayos del alumbrado de gas en esta capital. Al principio los resultados fueron muy poco satisfactorios, y el público no dejó de manifestar sus temores de que la mejora no pasara de una ilusión. Pero anteanoche esos temores comenzaron a desaparecer. El ensayo verificado en la noche del jueves ha sido muy satisfactorio. Nada deja que desear. Parece que en breve quedará definitivamente establecido el nuevo alumbrado
Una batalla contra el empresario
Sin embargo, por unas o por otras, el alumbrado nunca quedó, además, sus obras afectaron la infraestructura urbana, como banquetas y empedrados, los cuales rompió para meter las cañerías y las columnas del proyecto.
El gobierno mexicano le abrió un expediente porque después de siete meses de trabajo, se observó que la obra "era muy defectuosa y tratándose de impedir que el mal fuese más adelante, se nombró una comisión científica con cuyo informe pudiera dictarse alguna medida prudente", publicó el diario Siglo Diez y Nueve, el 23 de febrero de 1858.
Sin embargo, el estira y afloja del gobierno mexicano y el empresario húngaro siguió más allá de 1860, ya que las autoridades le exigían cumpliera los compromisos y Gabor exigía una indemnización.
Al final, el vento histórico, más simbólico que efectivo, terminó por ser un dolor de cabeza, para un país que en ese momento seguía construyéndose, y aprendiendo que no pueden caer en el 'canto de las sirenas'.
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Con información de N+
ICM