Alma Delia Murillo Aborda los Sueños Premonitorios de las Madres Buscadoras en su Nuevo Libro

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Elisa de Gortari | N+

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Alma Delia Murillo habló con N+ sobre su nueva novela, ‘Raíz que no desparece’, donde los sueños de las madres buscadoras pueden dar pistas para encontrar a los desaparecidos

Alma Delia Murillo imagina en ‘Raíz que no desaparece’ una búsqueda de los desaparecidos en México

Alma Delia Murillo imagina en ‘Raíz que no desaparece’ una búsqueda de los desaparecidos en México. Foto: Penguin Random House

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Alma Delia Murillo ha lanzado Raíz que no desaparece (Alfaguara), donde se acerca, desde la ficción, a las familias que van tras la pista de sus desaparecidos. La autora habló con N+ sobre esta novela donde las madres sueñan dónde buscar a sus hijos.

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Una historia sobre desaparecidos que se gestó a partir del ahuehuete muerto en Reforma

Pregunta: ¿Cómo llegaste a la idea de escribir Raíz que no desaparece?

Respuesta: Siempre es un parto y un susto, con mucha incertidumbre. Llegué a la idea de escribir este libro pues por muchas razones.

La primera, porque son mis temas. Es una respuesta simple, pero muy honesta, y es que mi corazón ha estado siempre ahí: en hablar sobre feminicidios, sobre las violencias tan brutales a las que está llegando este país, que cada vez más me parece a veces indolente; otras, no estoy tan segura.

Por otro lado, tengo una edad que ya pasó por todas las administraciones, todos los gobiernos y todos los colores. Y lo único que he visto, atestiguado, escuchado en este coro colectivo es que el fenómeno de las personas desaparecidas crece y crece y crece, no importa quién gobierne.

Finalmente escribí este libro porque nos regalaron la metáfora perfecta cortando la palmera de Reforma y plantando un ahuehuete en su lugar, que murió rodeado de rostros de personas desaparecidas. Ese fue el chispazo.

Desde esta cabeza medio infantil que tenemos las personas que escribimos que me dije: “Ahí hay una historia. Que ese árbol haya muerto quiere decir algo”. A partir de ahí empezó la a gestarse en mí la necesidad de escribir sobre el tema, pero intentando que parte de la narración la hicieran los árboles.

Portada de Raíz que no desaparece de Alma Delia Murillo. Foto: Penguin Random House

“Aquí están los sueños de estas madres que buscan y que sueñan de forma premonitoria dónde buscar a sus hijos”

Pregunta: Muy pronto en Raíz que no desaparece saltan los lazos con tu anterior libro, La cabeza de mi padre. ¿Cómo viviste tú el proceso de primero escribir sobre tu propia historia y tu propia búsqueda personal y de luego emplear muchas de estas herramientas para hablar de las historias de otras personas?

Respuesta: Creo que una se va encontrando con sus obsesiones, con sus formas de escritura. Y también, como lo digo al principio de esta novela, con estas locuras afines destinadas a encontrarse.

Tienes toda la razón en que hay elementos que coinciden entre ambos libros. Por ejemplo, los sueños. Aquí están los sueños de estas madres que buscan y que sueñan de forma premonitoria pistas puntuales de dónde buscar a sus hijos, hijas, hijes.

Y es que esos sueños me los contaron las mamás. Hice un trabajo de campo de acompañarlas, de entrevistarlas, y así me los contaron.

Yo tengo la historia de mis propios sueños, de aquel que detonó la búsqueda de mi padre y que cuento en mi libro anterior, que fue el sueño premonitorio de “tu padre va a morir y va a buscarlo”. Entonces su historia ahí resonó y era inevitable tomar el hilo para seguir contando. 

Video: Colectivo Voz de los Desaparecidos Puebla en Luto Nacional.

Pregunta: ¿Cómo llegaste a este modelo de libro que es cruzado por el documento y la ficción, pero también lo onírico? ¿Hubo algún autor o autora que emplearas como modelo?

Respuesta: Todo lo que hemos leído al final nos influye. La literatura sí se alimenta de sí misma.

Al principio yo no estaba consciente, pero hay una especie de novela negra en algún punto, de un trabajo de detective, cuando esta narradora acompaña a la mamá. Y esta madre tiene muy claro que ya no hace búsqueda en vida y que entonces están buscando un cuerpo.

Ahí hay una parte de narración policíaca. Había leído Operación Masacre de Rodolfo Walsh, que él relata la sobrevivencia de un grupo de argentinos sobrevivientes, y aunque fue y los entrevistó, terminó un poco ficcionando.

Esas cosas me fueron alimentando. En algún punto me di cuenta y dije: “Bueno, pues bendito sea el 2025 y los géneros híbridos”. Porque en ese punto está a caballo entre la crónica y desde luego la ficción. Hay un personaje ficcionado, Ada, que busca a Marcos, pero si me apuras hay hasta un poquito de fantástico, con la idea de los árboles y los sueños.

“Ven apariciones: es la aparición de los desaparecidos”

Pregunta: Hay un momento del libro en que preguntan a la narradora si tiene un desaparecido y esa contradicción introduce una atmósfera irreal, ¿pues cómo puedes tener algo que se caracteriza precisamente porque no está? Recuerda incluso a este poema de Néstor Perlongher sobre los desaparecidos en Argentina, donde se marca su ausencia con espacios en blanco, porque la conclusión es que “no hay cadáveres”.

Respuesta: Hay familias que saben que tienen suficientes pruebas para decir: “Bueno, debemos buscar un cuerpo”. Pero no lo tienen. Pero hay otras familias que no tienen indicios de nada.

Y desde luego lo más natural, y lo más humano y lo que hacen, es buscar en vida. Pero tampoco los están encontrando en vida. Ese espacio en blanco está ahí flotando.

Ayer tuve una conversación con colectivos buscadores y para ellos sigue siendo un privilegio quienes sí encuentran los cuerpos. A pesar de lo doloroso de la certeza de la muerte, tener el cuerpo ya es tener.

Así apareció la idea de la alianza espectral, de estos elementos fantasmagóricos, como pueden ser los árboles, que nacen como respuesta a un trauma colectivo y a la pregunta de dónde están estos cuerpos. Porque no es lo mismo que morir de una enfermedad en tu cama, rodeado de los tuyos.

Por eso cito en la novela un texto sobre las desapariciones en Argentina, donde la gente da fe de que alrededor de la ESMA, y de todos estos centros de tortura, ven fantasmas. Ven apariciones: es la aparición de los desaparecidos, como una especie de alianza espectral con la causa de quienes buscan.

Y yo imaginaba que en México eso podía estarle sucediendo a los árboles, a partir de que se murió el ahuehuete, rodeado de rostros de personas desaparecidas aquí en Reforma.

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