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¿De verdad fue tan buena la Madre Teresa de Calcuta?
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La Madre Teresa de Calcuta buscaba defender la vida más allá de la tierra
¿De verdad fue tan buena la Madre Teresa de Calcuta?
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Elegir un nombre propio es el primer paso para iniciar una vida nueva. Cuando una persona decide ser autora de su propia identidad abandona el nombre impuesto por la historia o la costumbre y se apropia de uno nuevo. El 26 de agosto de 1910 nació Agnes Gonxha Bojaxhiu en Albania. A los 18 años determinó entregar toda su vida a la vocación de misionera y acompañante espiritual de los más necesitados y tomó el nombre de hermana María Teresa, en honor a santa Teresa de Jesús, fundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas. Al principio de su carrera religiosa la madre Teresa se sumó a las Hermanas de Loreto, en Irlanda. Casi a los tres años de haberse unido a la orden, la religiosa fue enviada a una misión en Calcuta, India. A partir de 1937, tras haber concluido los votos totales, fue nombrada madre de la congregación. Durante un viaje realizado en 1946, Teresa recibió un llamado divino que la inspiró a formar una comunidad religiosa llamada Misioneras de la Caridad. En varias visiones le fue revelado como objetivo principal el trabajo con los pobres más pobres. Dos años después del suceso que marcó su vida, ataviada con un sencillo habito, compuesto de un sari blanco con unas cuantas líneas azules, creó una orden religiosa en atención a sus convicciones. (AP Photo) En 1950 la nueva congregación se estableció de manera oficial en la arquidiócesis de Calculta. En los años siguientes, con autorización expresa del papa, fundó varios centros en Venezuela, Roma y Tanzania. Un tiempo después, hubo una casa de las Misioneras de la Caridad en rincones de los cinco continentes. Como resultado de sus trabajos de caridad, altruismo, ayuda a los enfermos y soporte para los más necesitados, la Madre Teresa de Calcuta recibió el Nobel de la Paz en 1979. En su discurso de recibimiento del premio hay testimonio duradero de la parte central de su ideología: su innegable fe católica, su visión apolítica de la pobreza y, quizás el aspecto más polémico de su pensamiento, su rechazo tenaz contra el aborto.
Y siento una cosa que quiero compartir con todos ustedes, el factor de mayor destrucción de la paz hoy es el llanto de inocentes niños que aún no nacen. Si una madre puede asesinar a su propio hijo en su vientre, ¿qué nos detiene de matarnos los unos a los otros? Incluso en las Escrituras está dicho: aun cuando una madre pueda olvidar a su pequeño, yo no te olvidaré a ti: te llevo grabado en la palma de mi mano (Discurso de recepción del premio Nobel).
(AP Photo)el aborto se ha repensado y se ha constituido como un derecho humano y civil reconocido internacionalmente que deberían disfrutar todas las mujeres. Se trata de una decisión sobre el bienestar físico y mental de las personas que no puede ser supeditado a la creencia de que la muerte de un embrión constituye un asesinato. Desde 1994, la Organización de la Naciones Unidas (ONU) determinó que el aborto debe ser legal para llevarse a cabo en condiciones de seguridad y sanidad, proporcionadas por el Estado. El Protocolo de Maputo establece situaciones en las que el aborto no puede ser negado a ninguna mujer y llama a los Estados firmantes a:
tomar todas las medidas adecuadas para proteger los derechos reproductivos de las mujeres, autorizando el aborto médico en casos de asalto sexual, violación, incesto y cuando la continuación del embarazo ponga en peligro la salud física y mental de la madre o la vida de la madre o del feto (ONU).
Por supuesto, se necesita una comprensión política y laica del problema de salud pública que constituye el aborto para entender las disposiciones de la ONU. Cuando la Madre Teresa defendía como métodos únicos de anticoncepción la abstinencia y el monitoreo de la temperatura vaginal, lo hacía desde una perspectiva religiosa particular. En el mismo discurso de recepción del premio Nobel, la monja sostuvo que el amor, para ser verdadero, debe provocar dolor.Yasser Arafat con la Madre Teresa. (AP Photo/Bikah Das) Las ideas de Teresa de Calcuta, relacionadas con las bondades de la pobreza y la desposesión, consideran algunos, funcionan como justificaciones de la miseria, pues suponen que todo sufrimiento terreno podrá compensarse después de la muerte. A pesar de que los medios de comunicación y varias instituciones poderosas (la Iglesia católica o la academia sueca) han creado una imagen de santidad en torno a la religiosa, es necesario entender su pensamiento como uno más en la amplia gama de formas posibles de entender el mundo. Su lucha por la paz y su incansable labor altruista no se ven disminuidos si se ahonda en las bases religiosas que la justifican. Desafortunadamente, cualquier fanatismo, que olvida cuestionarse si sus objetivos o sus fundamentos son válidos para todos, corre el riesgo de convertirse en un medio de perpetuación de los mismos problemas que combate: el fanatismo de Teresa fue una especie de autoritarismo sobre la vida de los pobres. Entre otros, Serge Larivée (profesor de la Universidad de Montreal) ha puesto en duda la imagen de la madre Teresa. Junto con Carole Sénéchal y Geneviève Chénard, el investigador publicó un ensayo en el que se “cuestionan algunas de las prácticas de la Madre Teresa, así como sus relaciones con el poder, su gestión de las donaciones recibidas y los supuestos milagros que condujeron a su beatificación”. Papa Juan Pablo II y la Madre Teresa de Calcuta. (AP Photo) Algunas de las críticas más fuertes a los centros de ayuda fundados por la religiosa son sorprendentes: las condiciones escasas de salubridad y la negativa generalizada a proporcionar analgésicos a los enfermos, constituyen los ejemplos más fuertes. Otro de los puntos fundamentales del estudio muestra una postura dudosa sobre el manejo de los donativos recibidos por los refugios: ante inundaciones severas en India o ante la explosión de una planta de pesticidas, la religiosa ofreció numerosas oraciones y ruegos pero ningún apoyo económico. El Vaticano canonizó a la madre Teresa de Calcuta el 4 de septiembre de 2016. Desde 2002, la Santa Sede reconoció como milagro la supuesta curación de una mujer que padecía un tumor abdominal, por intercesión de la madre Teresa. En 2003 el papa Juan Pablo II autorizó su beatificación. El papa Francisco identificó un segundo milagro en la curación de un hombre que padecía un padecimiento cerebral mortal. Ante una perspectiva religiosa de la vida es inútil ofrecer argumentos racionales para poner en duda los preceptos de la fe. El problema de la canonización de alguien como Teresa de Calcuta no tiene relación con cuestionar los motivos que la feligresía encuentre para la devoción, sino con el poder político y económico que tales decisiones conllevan. En tiempos recientes hemos visto cómo creencias radicales pueden servir para justificar las violaciones a derechos humanos más atroces. Frente a esta situación sólo queda conservar la pluralidad de pensamientos y la libertad de culto como factores independientes de las responsabilidades del Estado. Y, quizás haya que decirlo, mantener los ojos abiertos al riesgo de que, en la lucha por la protección y el consuelo de los oprimidos, se refuercen instrumentos que perpetúen su condición. (AP Photo/Paul White)" />
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