¿Se necesita pagar misa para mantener al clero? ¿Qué dicen las escrituras y el derecho canónico al respecto?
¿Es pecado que te cobren por una misa?
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¿Según el derecho canónico y las escrituras es necesariamente pecado el cobrar por una misa? Este miércoles, en la audiencia general celebrada en el aula Pablo VI del Vaticano, el Papa Francisco criticó el hecho de que se cobre por dar misa. En una declaración particularmente polémica, el Pontífice argentino especificó:
“La misa no se paga. La misa es el sacrificio de Cristo que es gratuito”
Estas declaraciones no vienen de cualquier parte: es evidente que en todo país predominantemente católico ha habido, hay y habrá curas que cobran por dar una misa. En México, en particular, se cobra por todas las misas especiales bajo encargo: bodas, funerales, bautizos y confirmaciones, entre muchas otras.
(AP Photo/Alessandra Tarantino) Pero, ¿es pecado pedir dinero por una misa? ¿Por qué causan polémica las palabras del Papa? ¿Se necesita pagar misa para mantener al clero? ¿Qué dicen las escrituras y el derecho canónico al respecto?
Los estipendios
Lo que un cura cobra por dar una misa se llama “estipendio” y está permitido en el derecho canónico. De hecho, la iglesia ha defendido aguerridamente este derecho al considerar que es la fuente principal de dinero para un cura y una parroquia. La forma en que se justifica este intercambio monetario es la siguiente: no se trata de un pago fijo sino de una donación o una ofrenda. En ese sentido, los curas podrían pedir, como sugerencia, una cantidad y el solicitante pagar lo que le es posible. En principio, si el solicitante no está en posibilidad de pagar, el sacerdote no podría negarle el servicio. Así lo sugieren las sagradas escrituras:
“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” (2 Corintios 9, 7)
El problema aquí, en cuestiones teológicas, es que intercambiar dinero por un acto sacramental podría acercarse peligrosamente al pecado de simonía. Es decir, al pecado de intercambiar favores religiosos (compra de puestos eclesiásticos, perdón, sacramentos…) por dinero, servicios o bienes.
(Flickr/CC)
¿Qué se considera simonía?
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La simonía se llama así por la historia de Simón el Mago contada en Hechos 8. En esta historia, después de bautizarse, Simón se dio cuenta de que los apóstoles otorgaban al espíritu santo con sus manos. Y Simón quiso comprar este poder para, posteriormente, beneficiarse con él:
“Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.”
A partir de ahí, diferentes lecturas bíblicas hablan de la simonía como algo contrario a las enseñanzas de Jesucristo que, en Mateo 10:8, estipuló:
“Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.”
Manuscrito cristiano del siglo XIV (Flickr/William Creswell/CC) Sin embargo, la simonía fue una práctica generalizada en la edad media hasta que la condenó Tomás de Aquino, en el siglo XIII, en su Summa Theologiae. Así es como argumentaba esta herejía, Tomás de Aquino:
“Es malo por su género todo acto que recae sobre materia indebida. Ahora bien: las cosas espirituales son materia indebida de compraventa por tres razones. La primera, porque no hay precio terreno equiparable al suyo, tal como acerca de la sabiduría se dice en Proverbios 3:15: Más preciosa es que todas las riquezas y entre los bienes deseables nada hay que se le pueda comparar. Tal es la razón por la que San Pedro, condenando sin contemplaciones la perversidad de Simón, dijo (Hechos 8:20): “Perezca tu dinero contigo, pues has pensado en adquirir con él el don de Dios”. La segunda, porque sólo el dueño puede vender debidamente las cosas, como consta por el texto antes citado. Ahora bien: el prelado eclesiástico es administrador, no dueño, de los bienes espirituales, según lo que se nos dice en 1 Corintios 4:1: “Es preciso que los hombres vean en vosotros ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios”. La tercera, porque la venta es todo lo contrario de lo que reclaman por su origen las cosas espirituales, que provienen de la voluntad gratuita de Dios. Por eso dice el Señor (Mt 10:8): Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis.”
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Desde el siglo X, en Roma, durante la llamada Pornocracia, los dirigentes del imperio controlaban a los Papas. Los designaban, vendían puestos y lucraban con los beneficios religiosos a través de favores políticos y materiales. Posteriormente, era común, en la época de los Borgia, que se vendieran y compraran puestos religiosos y que se lucrara a costa de los sacramentos. La separación de la Iglesia con el nacimiento de la Reforma, se debió, en gran parte, a las críticas que hizo Lutero en contra de estas prácticas. En el concilio de Letrán (que empezó el 3 mayo de 1512) se condenó la simonía como una forma de designar a los Papas. Pero no era una condena energética sino una forma de control político. Finalmente, en el famosísimo Concilio de Trento -que surgió como reacción reformista a la reforma protestante y que se sostuvo entre 1545 y 1563- se confirmó que la simonía era un acto de herejía.
(Flickr/Fr James Bradley/CC)
¿Cobrar misa es entonces una herejía?
Ésta es una cuestión teológica compleja a la que no le basta la opinión del Papa para regularse. Según el derecho canónico está permitido que un cura acepte dinero por una misa siempre y cuando se considere que está siendo pagado por un oficio material y no por dispensar sacramentos. Es complicado justificar la manera en que sobrevive materialmente una parroquia (sobre todo en lugares aislados y de gran pobreza, como existen innumerables en México). Sin embargo, una parroquia no puede negar servicios y, en una zona marginal debería sobrevivir humildemente, como su congregación, a través de las ofrendas dadas sin necesidad de ningún servicio a cambio. Ahora que el Papa estipuló que ninguna misa debe cobrarse, queda ver si el derecho canónico se reformará para integrar la opinión del sumo pontífice. Mientras tanto, un cura puede incurrir en actos de simonía si cobra sacramentos específicos, el perdón o la absolución, o si se niega a dar un servicio a alguien que no puede pagar el precio que propuso. En conclusión, se puede cobrar la misa, según el derecho canónico, pero solamente en circunstancias específicas y según reglas muy estrictas. A todos ustedes que, alguna vez, pagaron por una misa, ¿creen que todos los curas que cobran por servicios en México respetan las reglas estrictas del derecho de la Santa Iglesia?
¿Según el derecho canónico y las escrituras es necesariamente pecado el cobrar por una misa? Este miércoles, en la audiencia general celebrada en el aula Pablo VI del Vaticano, el Papa Francisco criticó el hecho de que se cobre por dar misa. En una declaración particularmente polémica, el Pontífice argentino especificó:
“La misa no se paga. La misa es el sacrificio de Cristo que es gratuito”
Estas declaraciones no vienen de cualquier parte: es evidente que en todo país predominantemente católico ha habido, hay y habrá curas que cobran por dar una misa. En México, en particular, se cobra por todas las misas especiales bajo encargo: bodas, funerales, bautizos y confirmaciones, entre muchas otras.
(AP Photo/Alessandra Tarantino) Pero, ¿es pecado pedir dinero por una misa? ¿Por qué causan polémica las palabras del Papa? ¿Se necesita pagar misa para mantener al clero? ¿Qué dicen las escrituras y el derecho canónico al respecto?
Los estipendios
Lo que un cura cobra por dar una misa se llama “estipendio” y está permitido en el derecho canónico. De hecho, la iglesia ha defendido aguerridamente este derecho al considerar que es la fuente principal de dinero para un cura y una parroquia. La forma en que se justifica este intercambio monetario es la siguiente: no se trata de un pago fijo sino de una donación o una ofrenda. En ese sentido, los curas podrían pedir, como sugerencia, una cantidad y el solicitante pagar lo que le es posible. En principio, si el solicitante no está en posibilidad de pagar, el sacerdote no podría negarle el servicio. Así lo sugieren las sagradas escrituras:
“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” (2 Corintios 9, 7)
El problema aquí, en cuestiones teológicas, es que intercambiar dinero por un acto sacramental podría acercarse peligrosamente al pecado de simonía. Es decir, al pecado de intercambiar favores religiosos (compra de puestos eclesiásticos, perdón, sacramentos…) por dinero, servicios o bienes.
(Flickr/CC)
¿Qué se considera simonía?
La simonía se llama así por la historia de Simón el Mago contada en Hechos 8. En esta historia, después de bautizarse, Simón se dio cuenta de que los apóstoles otorgaban al espíritu santo con sus manos. Y Simón quiso comprar este poder para, posteriormente, beneficiarse con él:
“Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.”
A partir de ahí, diferentes lecturas bíblicas hablan de la simonía como algo contrario a las enseñanzas de Jesucristo que, en Mateo 10:8, estipuló:
“Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.”
Manuscrito cristiano del siglo XIV (Flickr/William Creswell/CC) Sin embargo, la simonía fue una práctica generalizada en la edad media hasta que la condenó Tomás de Aquino, en el siglo XIII, en su Summa Theologiae. Así es como argumentaba esta herejía, Tomás de Aquino:
“Es malo por su género todo acto que recae sobre materia indebida. Ahora bien: las cosas espirituales son materia indebida de compraventa por tres razones. La primera, porque no hay precio terreno equiparable al suyo, tal como acerca de la sabiduría se dice en Proverbios 3:15: Más preciosa es que todas las riquezas y entre los bienes deseables nada hay que se le pueda comparar. Tal es la razón por la que San Pedro, condenando sin contemplaciones la perversidad de Simón, dijo (Hechos 8:20): “Perezca tu dinero contigo, pues has pensado en adquirir con él el don de Dios”. La segunda, porque sólo el dueño puede vender debidamente las cosas, como consta por el texto antes citado. Ahora bien: el prelado eclesiástico es administrador, no dueño, de los bienes espirituales, según lo que se nos dice en 1 Corintios 4:1: “Es preciso que los hombres vean en vosotros ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios”. La tercera, porque la venta es todo lo contrario de lo que reclaman por su origen las cosas espirituales, que provienen de la voluntad gratuita de Dios. Por eso dice el Señor (Mt 10:8): Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis.”
Desde el siglo X, en Roma, durante la llamada Pornocracia, los dirigentes del imperio controlaban a los Papas. Los designaban, vendían puestos y lucraban con los beneficios religiosos a través de favores políticos y materiales. Posteriormente, era común, en la época de los Borgia, que se vendieran y compraran puestos religiosos y que se lucrara a costa de los sacramentos. La separación de la Iglesia con el nacimiento de la Reforma, se debió, en gran parte, a las críticas que hizo Lutero en contra de estas prácticas. En el concilio de Letrán (que empezó el 3 mayo de 1512) se condenó la simonía como una forma de designar a los Papas. Pero no era una condena energética sino una forma de control político. Finalmente, en el famosísimo Concilio de Trento -que surgió como reacción reformista a la reforma protestante y que se sostuvo entre 1545 y 1563- se confirmó que la simonía era un acto de herejía.
(Flickr/Fr James Bradley/CC)
¿Cobrar misa es entonces una herejía?
Ésta es una cuestión teológica compleja a la que no le basta la opinión del Papa para regularse. Según el derecho canónico está permitido que un cura acepte dinero por una misa siempre y cuando se considere que está siendo pagado por un oficio material y no por dispensar sacramentos. Es complicado justificar la manera en que sobrevive materialmente una parroquia (sobre todo en lugares aislados y de gran pobreza, como existen innumerables en México). Sin embargo, una parroquia no puede negar servicios y, en una zona marginal debería sobrevivir humildemente, como su congregación, a través de las ofrendas dadas sin necesidad de ningún servicio a cambio. Ahora que el Papa estipuló que ninguna misa debe cobrarse, queda ver si el derecho canónico se reformará para integrar la opinión del sumo pontífice. Mientras tanto, un cura puede incurrir en actos de simonía si cobra sacramentos específicos, el perdón o la absolución, o si se niega a dar un servicio a alguien que no puede pagar el precio que propuso. En conclusión, se puede cobrar la misa, según el derecho canónico, pero solamente en circunstancias específicas y según reglas muy estrictas. A todos ustedes que, alguna vez, pagaron por una misa, ¿creen que todos los curas que cobran por servicios en México respetan las reglas estrictas del derecho de la Santa Iglesia?
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