La historia del voto en México
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Se dice que en México hemos votado desde antes de la llegada de los españoles, cuando los aztecas elegían la terna de los que podrían ser sus reyes.

La historia del voto en México
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Las elecciones modernas comenzaron en 1810 bajo la crisis institucional que provocó la ocupación bonapartista en España. El resultado se volvió trivial por el proceso independentista, pero marcó el inicio del voto en el México moderno. La gran conquista de la democracia en los siglos XIX y XX fue hacer del voto un derecho universal, secreto e igualitario. Es decir, cualquiera puede votar, sin importar raza, religión, género, orientación sexual, instrucción o nivel socioeconómico. Este logro no se alcanzó de la noche a la mañana, todavía a mitad del siglo XX las mexicanas no podían votar. La razón que se aducía para ello es que se suponían “muy influenciables” y que acabarían votando por quien sus maridos o párrocos quisieran. Este argumento, en diferentes formas, frenó la posibilidad de que todos votaran por muchos años.
¿Qué es una elección limpia?
Si consideramos el número de votos en las urnas, y el respeto a las boletas; entonces probablemente sí hayamos tenido elecciones limpias en México. Tal vez la de 1934, en la que ganó Cárdenas. Tal vez las que se sucedieron entre 1958 y 1970, con López Mateos, Díaz Ordaz y Echeverría. Claro que todas ellas se llevaron a cabo en medio del mayor clima de represión y persecución política de los últimos 100 años. ¿Basta con contar bien los votos?, ¿podemos decir que hemos tenido una “elección limpia” cuando la disidencia política es perseguida cotidianamente? Se necesitan más que unas buenas sumas para garantizar la democracia. Es por eso que se creó el Instituto Federal Electoral (más tarde llamado Instituto Nacional Electoral), en 1990. La idea central de este Instituto era generar un proceso electoral en el que los ciudadanos puedan confiar. Sin embargo, construir confianza no ha sido nada fácil. Hasta el día de hoy, el voto mexicano ha tenido una historia muy compleja. Ciertamente existen otras formas de democracia que no involucran votar, pero en el presente político que vivimos esta herramienta tiene el potencial de sacarnos a flote en el corto y mediano plazo; siempre y cuando podamos ejercerlo con verdadera libertad, todos en igualdad de condiciones y con la confianza de que nuestra voz será respetada.