¿A Dónde Va Mi Basura?: Mapa de Tiraderos Clandestinos en la Ciudad de México
POR ILUSTRACIÓN
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Una esquina, a un costado de un poste, decenas de bolsas, botellas, cascajo, aparatos electrónicos viejos. Es una postal común en las colonias populares de la Ciudad de México, una de las urbes más grandes del mundo.
Contra toda regla de imagen pública y de sanidad, cientos de tiraderos clandestinos proliferan por las calles, los lotes baldíos y hasta las presas.
No son montículos de basura aislados, sino una mala práctica generalizada que acarrea graves problemas, como la aparición de fauna nociva -ratas, cucarachas, moscos transmisores de dengue-, liberación de lixiviados tóxicos (los líquidos que se desprenden de la basura) que contaminan el agua, depreciación del valor de las viviendas y hasta efectos negativos en la salud mental de las personas que tienen que convivir con el aspecto desagradable y los malos olores.
En época de lluvias, la basura en las calles se convierte en un problema adicional, al tapar las coladeras y generar inundaciones.
Guadalupe Ursino Pérez tiene que convivir a la fuerza con un tiradero clandestino que está casi en la puerta del predio donde habita, en Avenida del Trabajo esquina con Constancia, en la colonia Morelos, alcaldía Cuauhtémoc. “Este basurero ya tiene años, puedo decir que unos 20, desde que yo estoy aquí”, dice.
Sus nietas, de 3 y 5 años, padecen con frecuencia de problemas estomacales. Guadalupe le atribuye esos malestares a los desechos que se acumulan afuera de la vivienda y que también provoca fauna nociva, como ratas y cucarachas. “Ahorita como hemos estado echando veneno, se han ido, pero por la basura hay un montón”.
Explica que, aún cuando personal de la alcaldía ha acudido a tomar fotos y hasta recolectar firmas para quitar el tiradero, la basura se acumula todos los días ahí, en la acera a un costado de su puerta.
No es que nadie recoja la basura, dice, sí pasan de la alcaldía a levantarla todos los días, pero vecinos y recolectores irregulares vuelven a llenar el punto de desechos.
Guadalupe explica que el problema es que el camión de la basura no pasa muy seguido. “Yo lo veo solo los martes”.
Además, muchos vecinos no están en su casa cuando pasa el camión, así que salen en la noche a tirar su basura en la calle o se la dan a los recolectores informales que se la llevan por unos pesos, pero después la tiran en la vía pública.
La vecina señala que esto parece un problema sin fin. Algunos tiraderos, admite, sí han desaparecido. Dice que cerca de su vivienda había otros dos, que ya quitaron, en uno hay apostado todo el tiempo un policía para que nadie vuelva a tirar basura ahí. “Pero aquí como no hay, aquí hacen y deshacen”, denuncia.
Iztapalapa es la segunda alcaldía con más basureros, con un total de 128. Uno de los puntos críticos está en la esquina de las avenidas Analistas y Río Churubusco, en la colonia San José Aculco.
Abraham trabaja en un camión de basura de la alcaldía recolectando desechos. Asegura que todos los días pasan a recogerlos en esta colonia, desde las 7:00 de la mañana, pero vecinos y recolectores informales vuelven a tirarla por la noche. El problema, dice, es que los horarios no empatan.
Hay muchachos que trabajan aquí en la noche recogiendo basura en las casas, no son del gobierno ni nada de eso, sino que trabajan así recogiendo la basura por su cuenta y la gente se las da, la gente también es culpable porque se las da y ellos van, y en vez de tirarla en algún camión, van y la tiran ahí en la esquina. Como ahí mismo, en esa esquina guardan carritos de basura, es una bodega de carritos de basura, ahí van y la tiran.
Aunque Abraham asegura que ellos pasan diario en el camión, los vecinos se quejan de la frecuencia del servicio.
Alegan que solo es una vez a la semana, mientras que los recolectores informales, que hasta por 10 pesos se la llevan, pasan diario.
“A la gente se le hace más fácil pagarle a ellos que te cobran 15 pesos con tal de ganarse un taco y ellos cada rato andan aquí paseando a ver quién les da la basura, y el camión no pasa”, dice uno de los vecinos.
El problema es que esa basura no llega a un sitio de disposición final, sino que termina en las calles de la misma colonia.
En la colonia Desarrollo Urbano El Pirú, de la Alcaldía Álvaro Obregón, los vecinos conviven con la peste que emana de la presa San Francisco, que se ha vuelto un lugar de agua sucia y desechos. A las orillas del puente y las escaleras que llevan al corazón del vecindario hay grandes cantidades de basura.
Felipe Martínez Gonzalez, vecino del lugar, dice que la presa y las orillas de esta se llenan de basura por la que arrastran los ríos que confluyen aquí, pero también por la que tiran los vecinos.
El camión de basura pasa a diario, pero no tiene hora pasar, por lo que en la zona los recolectores informales son una opción para deshacerse de la basura. El problema es que, al igual que en Iztapalapa, esa basura no desaparece, termina en la presa.
Para tratar de mantener el paso de las escaleras libre y para tenerlas limpias, una habitante de esta localidad, Joaquina Uribe Chaparro, se ocupa todos los días de recoger los desechos y barrer las escaleras. Lo hace por unas monedas que le dan sus vecinos y por el gusto de que el lugar esté limpio aunque sea por unas horas.
La estrategia principal, según respondieron las Alcaldías de la Ciudad de México, es recoger la basura a diario de estos puntos. Algunas como Cuauhtémoc e Iztapalapa han implementado rondines o vigilancia permanente en algunas zonas para evitar que se tire basura.
Unas más aseguran hacer campañas informativas o de persuasión respecto a no tirar basura a través de lonas, mientras que Cuajimalpa y Cuauhtémoc aseguraron que se imparten pláticas a los vecinos sobre la importancia de no tirar basura en la calle y de separarla.
Dado que el problema es complejo, su solución no puede depender de una sola estrategia, explica Alejandra Reyes, especialista en residuos y académica de la UNAM.
La experta destaca la necesidad de combinar educación ambiental, inversión en infraestructura y fortalecimiento de redes comunitarias. "Es clave que los vecinos aprendan a separar y valorizar sus residuos para evitar que se conviertan en basura", enfatiza.
Según la especialista Alethia Vázquez Morillas, de la UAM, la clave para resolver esta problemática radica en atacar el problema desde las alcaldías.
Aunque el gobierno central tiene la obligación de llevar el control y registro de los residuos en la ciudad, son las alcaldías las que tienen un conocimiento más cercano de la situación en cada colonia y los problemas específicos que enfrentan. Por lo tanto, sería fundamental establecer mesas de trabajo donde se reúnan representantes del gobierno central y de las demarcaciones para abordar de manera personalizada cada caso.
Vázquez también hace énfasis en la importancia de involucrar a la ciudadanía en la búsqueda de soluciones. A través de los consejos de participación comunitaria o directamente en las colonias, los ciudadanos pueden expresar sus inquietudes y sugerencias. Un ejemplo de esto es el caso de las personas que trabajan en horarios tempranos y no tienen acceso al servicio de recolección de basura. Las autoridades podrían revisar la posibilidad de ajustar esos horarios o explorar otras alternativas de solución.
Un aspecto que podría mejorar significativamente la gestión de los residuos es la separación de estos en tres fracciones: orgánicos, reciclables e inorgánicos, de esta forma ocupan menos volumen, los reciclables pueden llevarse a centros de acopio, y ya no se genera el costal enorme acumulándose con malos olores.
Por otro lado, las denuncias ciudadanas pueden contribuir a la reducción de estos tiraderos. "Existe la Dirección General de Inspección y Vigilancia Ambiental (DIGIVAS) de la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA), que recibe reportes sobre estos sitios clandestinos", informa Reyes. Además, la Ley de Residuos Sólidos prohíbe abandonar desechos en espacios públicos y prevé sanciones para quienes lo hagan.
Finalmente, Reyes sugiere un enfoque hacia la economía circular como una solución a largo plazo.
"Si los materiales pudieran recuperarse y reutilizarse en otros procesos, no solo ayudaríamos al planeta, sino que también generarían oportunidades económicas para muchas personas", afirma. Este modelo permitiría un mejor manejo de los residuos para una ciudad más sostenible.
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