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LOS PASANTES QUE SOSTIENEN EL SISTEMA DE SALUD EN MÉXICO

En al menos 1,094 clínicas de salud en México, la atención médica recae completamente en pasantes de medicina sin título profesional, sin supervisión, sin insumos y muchas veces, sin agua ni seguridad.

Por Andrea Vega, Alejandro Hernández y Sara Herrera | N+

La primera vez que Nereida García durmió sola en la clínica rural, no pegó el ojo. La oscuridad era total. Ni una farola, ni un poste, ni un ruido conocido. Solo su respiración y el eco de los grillos, recuerda.

Arriba, en el cerro de una comunidad del municipio de Acambay, Estado de México, el paisaje es hermoso, pero esconde carencias. En ese lugar sin agua potable, sin drenaje y sin internet, Nereida —recién egresada de la UNAM— se convirtió de golpe en médica, directora, farmacéutica, psicóloga, archivista, chofer, trabajadora social y gestora de insumos.

No tiene cédula, pero es legalmente la responsable de esa clínica, y de la vida de 1,627 personas que dependen de ella.

“Cuando hay una urgencia, los vecinos son los que prestan sus coches para mover a los enfermos. Las ambulancias no llegan. Y en el hospital más cercano, a veces no hay anestesiólogo”, dice.

En un día normal, atiende 25 consultas, resuelve dudas, entrega medicamentos (si hay), y después llena reportes. Los miércoles, entrega los formatos impresos en las oficinas de la Jurisdicción Sanitaria, ubicadas en la cabecera municipal, a 40 minutos de la clínica.

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Todo eso con una beca de 1,950 pesos quincenales. Y un sistema que, más que respaldarla, le exige que haga “milagros”.

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Medicos Pasantes

Fuente: Elaboración propia con datos de la Dirección General de Información en Salud

Se busca resolver, pero no se ha logrado

De acuerdo con datos oficiales de la Dirección General de Información en Salud, en 1,094 de los 14,017 centros de salud del país, los pasantes trabajan sin supervisión médica directa. De estos, en el 90% de los casos hay solo un pasante como todo personal médico en la clínica.

Si se mide por porcentaje, la situación es más grave en Colima y Nuevo León, donde más del 40% de las clínicas rurales funcionan solo con pasantes. En Coahuila, Sonora y Guanajuato, el porcentaje supera el 20%.

En total, 65 municipios de México tienen unidades médicas rurales donde no hay médicos generales ni titulares: solo jóvenes pasantes, aún sin título profesional.

La mayoría de estas clínicas son del tipo “Rural de 01 núcleo básico necesario”, es decir, unidades mínimas en poblaciones aisladas, con un consultorio, una camilla, y muchas veces sin electricidad constante o sin agua.

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Centros de salud con pasantes solos

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Aunque el número de médicos pasantes solos en clínicas rurales ha disminuido desde 2018, el problema persiste. En municipios como Acambay, Estado de México, 8 de cada 10 clínicas aún no cuentan con un médico titular, y lo mismo ocurre en entidades como Coahuila y Nuevo León.

El sistema de servicio social médico nació en 1938 bajo una lógica de escasez de profesionales, cuando apenas había 5,000 médicos en el país. Hoy, con más de 20,000 egresados cada año, esa lógica ya no se sostiene. Sin embargo, los pasantes siguen siendo enviados a zonas con escasos insumos, sin supervisión adecuada y en condiciones precarias, violando lo estipulado en la NOM-009 que exige acompañamiento profesional.

“El Estado ha delegado la responsabilidad del derecho a la salud a estudiantes”, señala Hasler Stefan Macías Sánchez, coordinador del equipo Médicos en Formación. Organizaciones estudiantiles han impulsado reformas como la de Zacatecas, que ha reducido la asignación de plazas tipo C —las más vulnerables—, pero aún falta una evaluación real del cumplimiento normativo en todas las sedes. La exigencia ya no es solo educativa, sino de justicia social.

N+ solicitó entrevistas con la Secretaría de Salud y con el IMSS Bienestar para saber qué estrategias se han implementado para que baje el número de pasantes que están solos en las clínicas y qué se hará para que no haya más en esta situación en los próximos años, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

Foto de un pasillo de una clínica en Muytege, Acambay
La solitaria clínica de Muytege, Acambay, donde atiende Jovana. FOTO: Alexa Herrera | N+

LA REALIDAD DE JOVANA: TODO RECAE EN ELLA

En Muytegé, una comunidad de apenas 300 habitantes ubicada también en el municipio de Acambay, Perla Jovana Bravo Cisneros, de 24 años, vivió lo que para muchos estudiantes es impensable: hacerse cargo de toda una clínica sin nadie que la supervise.

“Cuando supe que iba a estar sola, sí sentí miedo de enfrentarme a los pacientes sin una guía, porque en el internado, el último año antes del servicio cuando rotamos por los servicios de un hospital, pues sí vemos pacientes, pero siempre hay un médico con nosotros y aquí estamos solos”, dice.

Durante un año, Jovana atendió convulsiones, heridas de machete, infecciones, embarazos. Lo hizo con lo poco que tenía: vendas, suturas, paracetamol… y las manos de quien sabe que no puede fallar.

A Jovana nadie la enseñó a enfrentar el miedo legal: si un paciente fallece, ella firma como responsable, aunque no tenga cédula profesional. Tampoco le explicaron cómo gestionar el insumo faltante, cómo escribir un certificado de defunción, cómo trasladar a una embarazada en labor que no alcanzará a llegar al hospital.

Y sin embargo, salió adelante. Lo hizo con la ayuda de la comunidad —que le llevaba fruta, le dejaba tortillas en la puerta, le daba las gracias— y con un grupo de WhatsApp de otros pasantes igual de perdidos.

“Eso sí, aprendí mucho aquí. En un año hice más que en la carrera entera”, dice con orgullo. Pero no fue una formación: fue una sobrevivencia.

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EL MÉDICO DE TRES PUEBLOS

Un pasante que está solo en otra clínica de Acambay, donde de las diez clínicas que existen en ocho hay pasantes solos, prefiere no dar su nombre y pide no precisar en qué centro de salud se encuentra, por temor a que no le liberen su servicio, dice que no atiende una comunidad, atiende tres.

Vive en la clínica. Su enfermera también es pasante. El técnico de salud lo apoya, pero los pacientes dependen de él.

“Cada palabra que dices puede cambiar una vida. Aquí no hay quien te guíe en el momento en el que estás con el paciente. Tú decides. Tú fallas”, dice.

La necesidad de atender a los pacientes lo obliga a tomar decisiones sin equipo suficiente ni medicamentos adecuados. Algunas veces, se ha visto obligado a improvisar y trasladar a los pacientes, porque ahí también se ven muchos heridos con machete, por el trabajo en el campo, y él no tiene lo suficiente para suturarlos.

Y aun así, sabe que está aprendiendo. “No te vuelves un gran médico por memorizar libros, sino por enfrentar a la realidad con lo que tienes”, reflexiona.

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Acambay, el municipio donde la salud se sostiene en los hombros de los pacientes.

“A LA GUERRA SIN FUSIL”

Carolina Gómez, en La Luz, Matamoros, Coahuila, lo dice sin rodeos: “Nos mandan a la guerra sin fusil”.

Tiene 24 años, es madre, y desde febrero está a cargo de una clínica rural con dos pasantes más, pero de enfermería. Todo recae en ella.

“No tengo jeringas, ni gasas, ni agua. Me toca cruzar a la farmacia del pueblo, que está frente de la clínica, para comprar con mi dinero lo que falta. A veces le pido a los pacientes que traigan lo que puedan.”

Viaja todos los días más de dos horas desde su casa para llegar al centro de salud, gasta 200 pesos diarios en pasajes, y recibe una beca de 2 mil 100 pesos al mes. Prácticamente trabaja para pagar su transporte. Su familia le ayuda con lo demás.

Los medicamentos disponibles muchas veces están en desuso. “A los diabéticos solo les puedo ofrecer glibenclamida, que ya ni se recomienda. Pero es lo único que hay”, cuenta. Muchos pacientes terminan con complicaciones graves, como insuficiencia renal, porque no hay manera de darles el tratamiento adecuado.

Carolina también imparte talleres, detecta violencia familiar, visita a domicilio a adultos mayores, llena expedientes. Lo hace todo. Porque si ella no va, nadie más lo hará.

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“NO NOS QUEDA DE OTRA, CONFIAR EN UN PASANTE”

La comunidad del Ejido Jalisco, ubicada en el estado de Coahuila, enfrenta una situación de riesgo en la atención médica oportuna. Con una población aproximada de 70 familias, el único centro de salud del lugar es operado por dos pasantes de medicina: una enfermera y un médico.

Por la falta de personal, la atención está restringida al horario de lunes a viernes de 9:00 a 14:00 horas.

“No tenemos atención médica los fines de semana, en emergencias pagamos un flete para ir a Nazareno, pero cobran mucho, si es en la noche todo se complica más”, dice uno de los pobladores.

Ante la falta de ambulancias y servicios de traslado oficiales, los residentes deben recurrir a vecinos con vehículos particulares y cubrir costos de hasta 600 pesos para ser trasladados al Hospital General de Torreón, ubicado a más de una hora.

“Pasa de que no alcanzan los auxilios y de aquí a que la lleven pues muere”, lamenta el poblador.

La clínica, además de contar con personal limitado, opera con carencias graves de materiales médicos. Esta situación impide la atención de emergencias y limita a los pasantes a realizar consultas generales, recetar medicamentos básicos o referir a los pacientes a los hospitales más cercanos.

Esto pese a que en el Ejido Jalisco no faltan las emergencias. “Son muy frecuentes los accidentes, el ejido está a pie de carretera y pasan camiones, pasan tráileres, también la población viaja mucho en moto, sobre todo niños, ya ves que los niños se van en moto a la escuela”.

En julio de 2022, cerca de 200 pasantes y estudiantes de medicina de la Comarca Lagunera realizaron una marcha silenciosa en Torreón y Gómez Palacio para exigir “servicio social seguro” y justicia tras el asesinato del pasante Eric Andrade en Durango, ocurrido dentro de una clínica rural.

Durante la manifestación se recordaron consignas como “¡Ni una bata menos!” y se posicionaron en contra de enviar a jóvenes médicos a comunidades inseguras, sin respaldo ni acompañamiento.

“Hace algunos años nosotros realizamos una marcha para exigir, un servicio social seguro. Sí ha habido avances en ese sentido, pero todavía hay comunidades que son hostiles. Hay comunidades en las que de plano no te puedes quedar”, cuenta uno de los pasantes.

Clínica
Las pequeñas clínicas donde atienden los pasantes a toda una comunidad.

LA MORDAZA OBLIGADA

El temor de recibir una represalia, a menos de un mes de terminar su servicio social y convertirse en profesionistas, es una de las razones que frena a los estudiantes de medicina a contar su experiencia como pasantes en los centros de salud del estado de Nuevo León, donde el 40% es operado por estos médicos en formación.

El equipo de N+ acudió a tres centros de salud ubicados en el Área Metropolitana de Monterrey para conocer la situación que viven y enfrentan los pasantes cada día; sin embargo, en dos de las clínicas, los estudiantes refirieron que no tenían permiso por parte de la doctora a su cargo para dar la entrevista, pero sí querían dar su opinión.

En el primer centro de salud visitado, ubicado en el municipio de Monterrey, únicamente había una enfermera y una pasante, quien aseguró ser la única persona atendiendo a los pacientes asignados a dicha clínica.

En el segundo centro de salud la situación fue similar. En las instalaciones únicamente se encontraba la pasante, una trabajadora social, un guardia de seguridad y dos perros de la calle acostados en la entrada de la clínica, que en ese momento no contaba con pacientes.

La estudiante, quien ya había desocupado su escritorio para llevar a cabo la entrevista, cambió de opinión luego de colgar una llamada con su doctora a cargo.

Comentó que le daba un poco de miedo hablar sobre su experiencia, pues en unas semanas termina su servicio social; en su lugar llegaría un nuevo pasante, quien solo recibirá dos semanas de capacitación para aprender a usar el sistema, tal como ocurrió con ella.

Acuse IMSS
La burocracia consume muchas horas de los pasantes. FOTO: Sara Herrera | N+

UNA GENERACIÓN QUE RESISTE, NO POR DEBER… SINO POR CONVICCIÓN

Todos los años, cerca de 15 mil pasantes de medicina hacen su servicio social en México. Para titularse, es obligatorio. Pero más que una obligación, se ha convertido en una de las columnas vertebrales —invisibles, mal pagadas y solitarias— del sistema de salud en zonas marginadas.

Sin estos pasantes, cientos de comunidades se quedarían en el abandono absoluto. Quizá por eso, a pesar del cansancio, del miedo, del frío en las montañas, del silencio en las noches, siguen ahí. Porque aunque el sistema los olvide, la comunidad no.

Residencia noche

Créditos:

  • Texto: Andrea Vega, Alejandro Hernández y Sara Herrera
  • Datos: Juan Pablo Figueroa Mansur y Andrea Vega
  • Fotografía: Alexa Herrera
  • Edición: Alejandro Castro
  • Diseño: Adrián López, Enrique Lemus, César Castro y David Rodríguez
  • Desarrollo web: Fernando Sosa Torres y Ximena Medina