La Sucia Ruta de Nuestras Aguas Negras

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Víctor H. Diego | N+

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La planta Atotonilco, en el estado de Hidalgo, le ha robado salud y calidad de vida a todas las comunidades de alrededor.

Planta tratadora de aguas negras en Hidalgo.

La Planta Tratadora de Agua en Atotonilco, Hidalgo es la más grande del mundo construida en una sola fase. Es capaz de tratar 3 millones de metros cúbicos de aguas negras al día. Foto: N+

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El olor es insoportable. También el ardor en los ojos. Los moscas, voraces, merodean los ojos del ganado que está en el corral. 

Así viven en San José Acoculco, una comunidad que colinda con la planta tratadora de aguas residuales más grande del mundo, a donde llegan la cloaca de más de 22 millones de personas del Valle de México

La planta Atotonilco, en el estado de Hidalgo, le ha robado salud y calidad de vida a todas las comunidades de alrededor, asegura María, de 60 años. 

“Yo aquí tengo aproximadamente 45 años y desde que empezó la mosca se nos murieron muchos animales, la gente se enferma y ya ve, todo lo que ha provocado los monorellenos”, dice. 

Los monorrellenos a los que se refiere son 100 hectáreas de materia orgánica expuesta al sol. Caca seca, enfatiza. Son todos los lodos y residuos que quedan una vez que el agua pasa por los filtros de tratamiento de la planta, inaugurada en 2017.

Los “lodos” expuestos en la parte superior de la Planta Tratadora son rociados cada tercer día con cal para atenuar su olor. Aún así, el viento hace que su peste pueda percibirse a kilómetros de distancia. Foto: N+

Cabe destacar que más del 60% de las aguas residuales que se generan en la República Mexicana, provienen de la zona metropolitana de la Ciudad de México, es es por eso que la Planta Tratadora de Aguas es necesaria para solventar la necesidad de millones de personas que usan a diario el sistema de drenaje en la Zona Metropolitana del Valle de México, pero esto provoca otros problemas que enfrentan los habitantes de Hidalgo.

En meses áridos, el polvo de los restos orgánicos de la planta tratadora vuelan hasta su casa atrayendo a las moscas. Pero en temporada de lluvias y calor, el mal olor se agudiza.

“Una vez tuvimos que de plano, irnos a casa de un familiar unos dos días, no se soportaba el olor. Ya cuando regresamos, nos dimos cuenta que dos borregas se me habían muerto, ya estaban bien mordidas”

La mosca que se reproduce en los residuos de heces humanas son de la especie Simulium spp o mosca negra. La hembra de esta especie puede poner hasta 500 huevos en un lapso de tres a cuatro días, para hacerlo debe morder al ganado e introducir en la piel del animal sus larvas.

 

“Aquí está el ganado y mire los ojos de los animales, dese cuenta cómo están. Yo tenía más de 60 borregas y se fueron muriendo por la mosca” añadió.

Estos insectos están por todas partes, en cada esquina, las trampas de mosca están colmadas, aunque se cambian cada 15 días. 

Río Tula: un drenaje por más de 200 años

La Ciudad de México se libra de sus aguas negras a través de un sistema de drenajes conectados a dos grandes emisores, el central y oriente, que se encuentran a 250 metros de profundidad. Recolectan las aguas negras, pero también el agua de lluvia, viajan 65 kilómetros al norte y desembocan en el Río Tula, también conocido por los habitantes de Hidalgo como el río negro.

Cuando llueve en grandes cantidades, este sistema colapsa. Eso ha provocado grandes inundaciones en poblados como Tula, en Hidalgo, por la evacuación del agua hacia esa zona, explica Dean Chahim, académico que trabajó al interior del Sistema de Aguas de la Ciudad de México. 

Sistema de aguas residuales en Hidalgo
Los habitantes de Hidalgo conocen también a este afluente como “El Río Negro”, donde también se vierten desechos químicos provenientes del corredor industrial de la zona. Foto: N+

“No podemos hacer que toda la ciudad se drene al mismo tiempo, entonces al interior de la Comisión se decidía qué zonas inundar y cuáles no”, agrega.

Según Dean Chahim, desde el Sistema de Aguas de la Ciudad de México, hoy SEGIAGUA, abren y cierran presas subterráneas dentro de la ciudad para dirigir el agua hacia vasos reguladores y así evitar inundaciones, pero en Septiembre de 2022 llovió durante tanto tiempo que, para no inundar el Valle de México, abrieron todas las presas hacia los emisores central y oriente, y el río se desbordó, dejando a la Ciudad de Tula bajo el agua durante dos semanas.

El ciclo de las aguas negras

Las aguas tratadas salen de la Planta Tratadora Atotonilco y regresan al Río Tula hasta llegar a la presa Endhó, que está a unos 25 kilómetros más adelante en la dirección del caudal. Esta presa, hasta antes de la instalación de la planta, en 2017, recibía las aguas negras de la Ciudad de México sin ningún tratamiento. 

Ante la crisis de contaminantes, este cuerpo de agua fue declarado en 2024 como Zona de Restauración Ecológica por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). 

Angélica Arellano, ambientalista y habitante de Tula, afirma que aunque se trata de una acción positiva, llegó 40 años tarde. Hace un año N+Focus documentó cómo han aumentado las muertes por cáncer en los habitantes cercanos a esta presa. Según estadísticas del Instituto Mexicano del Seguro Social, se reportaron 75 en 2010 y aumentaron a 217 en 2020.

N+ Focus: Presa Endhó, el Fin del Infierno Ambiental en Tula, Hidalgo

“Pues se supone que la planta tratadora le va a quitar al agua lo tóxico para que se pueda reutilizar. Lo que está haciendo es quitarle la materia orgánica, pero los metales pesados siguen, nosotros sabemos que lo que nos hace daño son los metales pesados.” añadió.

Erika Peimbert, una bióloga que se dedica a analizar la potabilidad del agua, explica que los metales pesados, si se encuentran presentes en el agua de riego, pueden provocar daños a la salud.

El agua que llega a la presa Endhó se reutiliza para el riego en El Valle del Mezquital, que lo comprenden los Distrito de Riego 003, 100 y 112. Juntos son considerados una de las zonas agrícolas más importantes de México.

La Presa Endhó ha recibido durante décadas las descargas de las aguas negras de la Ciudad de México, que hasta 2017 llegaban sin tratamiento alguno, lo que hizo de este cuerpo de agua un foco de infección para los habitantes de las comunidades cercanas. Foto: N+

José Acuña, ara la tierra a un costado del camino que lleva a Tula en el Valle del Mezquital. Prepara el campo para la siembra de avena. Los surcos son inundados con el agua que llega a través del sistema de riego desde la presa Endhó.

“Se va para México, se va a la Central de Abasto todo lo que se cosecha aquí: maíz, avena, todo”. 

Así, las aguas negras que se reciben en esta zona, sirven para cultivar toneladas de alimentos que luego regresan a los hogares del Valle de México. Dicen los agricultores, es como una “venganza”. 

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