Sin Guantes ni Sueldos Dignos: Así Luchan los Médicos Pasantes por Salvar Vidas en Chiapas
Astrith Tolentino
Médicos pasantes denuncian carencias, violencia e inseguridad durante su servicio social en zonas rurales

Jóvenes médicos atienden emergencias con recursos mínimos. Foto: N+FORO
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En el municipio de Ocozocoautla, en el estado de Chiapas, cientos de personas dependen a diario de la atención de médicos pasantes que aún no cuentan con cédula profesional. Estos jóvenes, enviados a cumplir con su servicio social en comunidades marginadas, enfrentan un sistema precario donde escasean los insumos, faltan supervisores y la inseguridad los obliga a trabajar con miedo.
Francelia Torres, residente de ginecología, recuerda cómo fue su llegada a Ocozocoautla: ella era la única médica disponible durante el turno matutino. El reto era inmenso, ya que el centro de salud debía atender a personas provenientes de al menos 80 municipios de la región.
Sin guantes adecuados ni medicamentos suficientes: así improvisan para salvar vidas
La precariedad en los centros de salud rurales es alarmante. Francelia relata que muchas veces tuvo que realizar cirugías con guantes de pésima calidad, lo que la obligaba a usar hasta ocho pares en un solo procedimiento para evitar romperlos.
Hubo un momento en el que nos mandaban guantes que no eran de calidad… llegamos a usar hasta ocho pares en una misma cirugía.
Pero esta situación no es exclusiva de Chiapas. En el municipio de Cunduacán, en el estado de Tabasco, Cristian González realizó su servicio social en el ejido Tierra y Libertad. En más de una ocasión, tuvo que gastar de su propio bolsillo para comprar suturas y otros materiales básicos.
Muchas veces, sobre todo en suturas, si no lo había, me encargaba de comprarlo para no dejar de dar atención a los pacientes.
Amenazas, violencia y miedo constante: el otro enemigo de los médicos rurales
Además de las carencias materiales, los pasantes enfrentan riesgos constantes en las zonas donde son asignados. Francelia recuerda una experiencia traumática: fue amenazada por un grupo indígena de la región donde trabajaba.
Me tocó que me amenazara un grupo de indígenas. No es la primera vez que amenazan a un médico rural.
La Asociación Mexicana de Médicos en Formación ha documentado un dato estremecedor: al menos un pasante de medicina ha sido asesinado cada año en los últimos cinco años en México durante su servicio social. Esta violencia silenciosa, y muchas veces ignorada, convierte a la vocación médica en una labor de alto riesgo.
Jornadas largas, sueldos bajos y sin derechos laborales
A todo lo anterior se suma la falta de protección laboral y los sueldos simbólicos. Fernando García, quien prestó su servicio en el estado de Veracruz, explica que su remuneración era apenas de 2 mil pesos quincenales.
Yo ganaba dos mil pesos aproximadamente a la quincena, lo cual sí es un apoyo, pero al final de cuentas somos pasantes.
Este ingreso no solo es insuficiente para vivir, sino que no refleja la responsabilidad ni la carga emocional que implica atender emergencias, partos o incluso muertes, sin apoyo profesional y con recursos mínimos.
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¿Vocación o explotación? El sistema depende de quienes apenas comienzan
A pesar de las duras condiciones, los médicos pasantes continúan siendo la base del sistema de salud primaria en miles de comunidades rurales. Sin ellos, muchas regiones del país quedarían completamente desatendidas.
Cristian González lo resume con claridad:
Si los médicos están mal pagados, la atención a las comunidades más alejadas se va a seguir marginando… Es más fácil trabajar en ciudades grandes, donde no se sufren las carencias que vivimos en las zonas rurales.
Aunque se trata de una experiencia formativa, el servicio social en medicina parece estar más cerca de la explotación que del aprendizaje. Un sistema que no protege ni reconoce el valor de sus médicos más jóvenes está condenando a sus comunidades más vulnerables al abandono.
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