Conejo Teporingo Está a Punto de Desaparecer en México: Enfrenta Riesgo Crítico de Extinción
Arantza Ocampo
El teporingo, conejo endémico y el más pequeño de México, pierde y fragmenta su hábitat por urbanización, agricultura, especies invasoras y cambio climático

El teporingo está en peligro de extinción desde hace 60 años y sigue vulnerable. Foto: CONABIO
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El teporingo, el conejo más pequeño de México, enfrenta un riesgo crítico de extinción en el sur del Valle de México. Hoy su presencia confirmada se limita a 2 zonas volcánicas: la sierra Ajusco-Chichinautzin, al sur de la Ciudad de México (CDMX), y la Sierra Nevada, entre el Estado de México, Puebla y Tlaxcala.
Con orejas redondeadas, pelaje color arena y un tamaño que no rebasa los 30 centímetros, este endémico emblema de las altas montañas podría desaparecer si no se refuerzan las acciones de conservación.
¿Dónde sí hay teporingos? Los últimos refugios confirmados
Los registros oficiales ubican a la especie en puntos muy específicos de estas 2 sierras. En la Sierra Nevada se han documentado poblaciones en zonas asociadas a los volcanes Tláloc, Telapón e Iztaccíhuatl-Popocatépetl, mientras que en el suroeste del Valle de México se le ha confirmado en el corredor Ajusco-Chichinautzin y parques nacionales como Cumbres del Ajusco y Lagunas de Zempoala.
También existe un registro reciente en un parque ecoturístico de Tlaxcala, en los límites con Puebla. Esta distribución tan acotada es una señal de alerta: cualquier alteración en estos pastizales de alta montaña compromete a la especie completa.
Julián Olvera, especialista de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), detalla los sitios con presencia verificada.
De forma más particular en los volcanes Pelado, en el volcán Telapón, en el volcán Tláloc, en el monte Tláloc, en los parques nacionales Lagunas de Zempoala, Cumbres del Ajusco, Popocatépetl y también Iztaccíhuatl; recientemente también se registró la presencia del teporingo en un parque ecoturístico en Tlaxcala, en los límites con Puebla.
Zonas donde no hay evidencia: por qué no se ha confirmado en el Nevado de Toluca
En ocasiones se reportan avistamientos en otras montañas del Eje Neovolcánico, como el Nevado de Toluca, pero los estudios no han podido comprobar su existencia allí. Este punto es clave para orientar esfuerzos y no dispersar recursos en áreas sin evidencia sólida. La similitud de hábitats puede llevar a confusiones, pero la verificación científica exige registros fotográficos, huellas, heces y patrones de actividad consistentes en el tiempo. Sin esa base, la conservación pierde foco y se diluyen las acciones urgentes en los refugios que sí sostienen poblaciones.
La CONABIO lo explica con claridad al evaluar el Nevado de Toluca.
Cabía la pregunta de si esta área tiene condiciones muy similares, pues también podría albergar poblaciones de teporingo, sin embargo, a partir de varios estudios se determinó que no se tienen registros o no se tienen forma de comprobar la presencia de la especie en el Nevado de Toluca.
Amenazas que lo acorralan: urbanización, agricultura y especies invasoras
El teporingo, también llamado zacatuche o conejo de los volcanes, vive presiones simultáneas que reducen su hábitat y su capacidad de recuperación. La expansión de la urbanización devora terrenos de pastizal, la frontera agrícola avanza sobre laderas y altiplanos y las especies exóticas invasoras alteran la cadena alimenticia y compiten por recursos. A esto se suman los incendios y los efectos del cambio climático, que modifican la estructura y productividad de los zacatonales.
Con poblaciones pequeñas y muy fragmentadas, cualquier perturbación puntual puede afectar a una parte significativa de la especie. Su limitada área de distribución hace que cada hectárea de pastizal alto cuente.

¿Por qué casi no se ve? Así de difícil es monitorearlo y contar individuos
Monitorear al teporingo no es sencillo. Su tamaño reducido, su pelaje críptico color arena y sus hábitos discretos complican los avistamientos. Además, las poblaciones muestran dinámicas que cambian según la temperatura, la temporada y el volcán donde habitan. Estas condiciones hacen que estimar con precisión el número de individuos sea un reto técnico. Aun con cámaras trampa y transectos, distinguir actividad real de presencia esporádica requiere muestreos prolongados. Por eso, los especialistas prefieren hablar de tendencias y sitios de presencia confirmada, más que de cifras absolutas.
Julián Olvera, de la CONABIO, subraya la complejidad de dar números exactos.
Esta es una de las razones por las que dar una cifra muy precisa del tamaño poblacional o de la abundancia de esta especie, pues es muy complicado, sobre todo porque también las poblaciones tienen dinámicas que van cambiando a través del tiempo y en los diferentes volcanes en los que se encuentra esta especie.
Reproducción lenta y cuidados en zoológicos: el otro gran desafío
El teporingo fue declarado en peligro de extinción desde 1966, una categoría que resalta su vulnerabilidad histórica. A diferencia de otros conejos, su reproducción es lenta y tiene camadas pequeñas. Esta biología limita la recuperación natural tras pérdidas por incendios, caza furtiva o cambios de uso de suelo.
Actualmente existen grupos bajo cuidado profesional en los zoológicos de Chapultepec, Los Coyotes y Aragón, que funcionan como resguardo genético y apoyo para la educación ambiental. Aun así, sin hábitats seguros y conectados, los esfuerzos ex situ no sustituyen la conservación en las montañas.
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Octavio López, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, explica la baja productividad reproductiva de la especie.
También ha sido un reto porque es una especie que no se reproduce como el resto de los demás conejos que conocemos, que son muy prolíficos, que tiene muchas crías, aquí normalmente tiene un par de crías, dos veces al año, o sea, cuatro crías al año por hembra.
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