Las armas químicas suelen atacar el sistema nervioso central, produciendo parálisis, paro respiratorio, quemaduras en piel, ojos, vómito, salpullido y mucho dolor
El uso de armas químicas y sus consecuencias
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Las armas químicas están clasificadas como armas de destrucción masiva y su producción y almacenamiento está prohibido oficial e internacionalmente por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 1993, año en que se estableció este ordenamiento en la Convención Nacional sobre Armas Químicas. [ Estas sustancias suelen atacar el sistema nervioso central, produciendo parálisis, paro respiratorio, quemaduras en piel, ojos, vómito, salpullido y mucho dolor.
La guerra química es más reciente que las guerras de tipo bacteriológico y se usó mucho en la Primera Guerra Mundial. Se usó mucho el gas mostaza, se usaron sustancias derivadas del cloro, fosgenos y múltiples sustancias que produjeron mucho daño en las tropas, a las cuales se exponían a estas sustancias químicas. Ya después se han venido desarrollando y se dice que la mayoría de los países tienen armas de origen bacteriológico y de origen químico almacenadas”, explicó el doctor Raúl Mancilla, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El daño que producen las armas químicas es de dimensiones catastróficas. Incluye la muerte de seres vivos, daño al medio ambiente, pero también laceraciones a nivel molecular y del ADN que puede hacerse evidente en futuras generaciones.
El teatro donde se liberan estos agentes químicos debe quedar inhabitable por un tiempo prolongado. Es muy difícil descontaminarse de estas sustancias. Evidentemente no sería nada sorprendente que afectara la información genética y que tuviera un efecto a largo plazo. Esto habrá que estudiarlo, obviamente todos estos estudios que involucran las repercusiones a largo plazo son secretos”, añadió el doctor Raúl Mancilla, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM. (Getty images, archivo)
El doctor Raúl Mancilla tiene 44 años como investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM. Sus líneas de estudio, entre otras, son la inmunología y la muerte celular, pero sus estudios siempre han sido enfocados a generar terapias para prolongar la vida. Él señala que un arma química no se gesta de la noche a la mañana, que detrás de esto hay toda una investigación clínica y experimental realizada por científicos a lo largo de varios años.
Ha habido científicos, gente que se dedica a esto, no nada más armas letales de destrucción masiva que se conocen y, detrás de ellas, hay científicos muy notables y nucleares, pero también ha habido científicos y hay científicos trabajando en otros campos para el desarrollo de la guerra bacteriológica y de la guerra química y, seguramente, existen en la actualidad en los Ejércitos, áreas dedicadas a este tipo de desarrollo”, explicó el doctor Raúl Mancilla, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM.
Aunque existen equipos especiales de trajes y máscaras para evitar los efectos de un arma química, en la práctica poco puede hacer la población civil. Son los organismos internacionales y los líderes de cada país quienes deben establecer y respetar los acuerdos internacionales contra su uso, que atenta contra la humanidad. Con información de Irlanda Maya VM,