Arborizar el Asfalto Para Resistir a la Hostilidad de las Ciudades
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Plantar árboles en las ciudades es más importante de lo que imaginamos y en época de lluvias es el mejor momento para ayudar a mitigar el cambio climático.

Arborizar el asfalto para resistir a la hostilidad de las ciudades. Imagen: N Más
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Por: Christian Herrera - Agosto 31, 2025
El sol del mediodía golpea sin tregua, las banquetas de asfalto arden y los peatones buscan desesperadamente la frescura de la sombra de un árbol. Pero casi no hay.
Es la Ciudad de México, pero podría ser cualquiera de las grandes urbes en México tapizadas de concreto gris, donde se ha convertido en un lujo tener un camellón o una pequeña área verde. En las zonas más pobres, hay que conformarse con pasar bajo la sombra de arbustos que han plantado los vecinos.
Los árboles se ven bien, pero no solo es estética urbana, son un elemento clave para lidiar con la hostilidad de las ciudades, cada vez más calurosas y contaminadas.
En la capital del país, durante el verano, las temperaturas superan los 35 grados centígrados. Aquí las “Islas de calor” son comunes, un fenómeno en el que lugares con exceso de concreto tienen temperaturas muy superiores a las de una zona arbolada.
En la sombra de un árbol, la temperatura puede descender entre 8 y 10 grados. Ese simple efecto reduce el uso de aire acondicionado y, con ello, el consumo de energía.
En 23 años, México ha perdido más de 200 mil hectáreas en promedio por año, debido a actividades de agricultura, ganadería, incendios y asentamientos humanos, según cifras del Global Forest Watch.
Entre 2001 y 2024 se perdió una superficie equivalente a 300 veces el bosque de Chapultepec, uno de los pulmones verdes más importantes de Ciudad de México.
Esto contribuye directamente al calentamiento global y hace parte de la crisis climática que enfrenta el planeta, la cual orilla a las personas a buscar soluciones para resistir.
Sembrar árboles en la ciudad no resuelve el problema de la deforestación a nivel nacional, pero ayuda a que los entornos urbanos sean más amigables.

Martínez enfatiza que los árboles no solo ayudan a regular la temperatura, también mejoran la calidad del aire al ser captadores de contaminantes; filtran el agua de lluvia hacia el subsuelo; previenen la erosión; son refugio para aves y polinizadores e, incluso, reducen el ruido, ya que funcionan como barreras acústicas.
Elegir el árbol adecuado
Uno de los principales retos de la arborización urbana es la elección de especies compatibles con cada espacio.
“Hay unos árboles que son muy buenos para el bosque, para el campo, pero no para la ciudad. Pueden dañar a la infraestructura o la infraestructura puede dañar al árbol y no van a tener un buen desarrollo. Levantan banquetas, tienen problemas con los cables, con los postes, con las calles mismas”, explica David Rodríguez Lara, director ejecutivo de servicios urbanos en la alcaldía Miguel Hidalgo de Ciudad de México.
Elegir especies endémicas es clave para que sobrevivan, sin que necesiten cuidados excesivos.
- Cacalosúchil (Plumeria rubra): tolerante a sequías, alimento de abejas y mariposas.
- Encino quiebra hacha (Quercus rugosa): filtra contaminantes y aporta nutrientes al suelo.
- Tronadora (Tecoma stans): atrae colibríes y mariposas.
- Palo dulce (Eysenhardtia polystachya): regenera suelos degradados.
- Retama (Senna multiglandulosa): resistente a distintos tipos de suelos.
Tepozán (Buddleja cordata), Mezquite (Neltuma laevigata), Cazahuate (Ipomoea murucoides), Tejocote (Crataegus mexicana) y Guayaba (Psidium guajava) son también especies viables para la capital.
“Hay que saber qué especies y dónde y sobre todo apoyarnos de aquellos que tienen el conocimiento científico, para que no plantemos árboles que solamente van a estar allí una temporada porque se secaron o por la temperatura”, enfatiza también Jaqueline Alcázar Morales, directora del proyecto de Divulgación Bioética y Ambiente, una organización dedicada a la divulgación del cuidado de los espacios.
José Carlos Martínez, director de Innovación de Reforestemos México, apunta que, a la hora de plantar, aunque puede haber variaciones, lo recomendable es hacerlo en temporada de lluvias.
“Eso es muy importante, porque entonces requiere menos mantenimiento en cuanto al riego. Hacerlo en la temporada de lluvias nos ayuda a que se adapte y que ya cuando sea la temporada de sequía, requiere un menor mantenimiento de agua”.
Los primeros tres a cinco años son críticos para el establecimiento de un árbol, dicen los expertos. Por eso, además del riesgo, requiere otras formas de protección: nutrir el suelo, cuidarlo para evitar que lo pisen, lo corten o lo maltraten.

Y aunque plantar un árbol parece un acto simple, hacerlo sin coordinación puede ser contraproducente. Existen casos en donde vecinos se oponen y retiran los ejemplares, o bien los árboles pueden interferir con infraestructura pública, como el cableado eléctrico.
Por ello, lo más recomendable es acercarse a la alcaldía o a organizaciones civiles, añade Martínez.
Proteger lo que ya existe
No solo se trata de sembrar nuevos árboles, sino de poner atención en los que ya están. Actualmente, hay riesgos como la tala desmedida para construir nuevas zonas residenciales o negocios; los daños por choques de autos o la contaminación por residuos tóxicos como aceites o lixiviados.
En los últimos años, vecinos se han organizado en la alcaldía Benito Juárez para proteger ejemplares de árboles longevos que pretendían ser derribados para construir edificios de departamentos.
La lucha ciudadana hizo que las autoridades de la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México lanzaran un programa llamado “Guardianes del Tiempo”, para proteger ejemplares de más de 100 años y con más de 20 metros de altura.
Pero no son los únicos que están bajo protección: cortar un árbol sin permiso implica sanciones de entre dos y 10 años de prisión y multas económicas de hasta 565 mil pesos, según el Código Penal de la Ciudad de México.

Aunque, además de lo legal, los entrevistados coinciden en que se necesita organización y cuidado vecinal. Se trata de un esfuerzo colectivo.
Sembrar y cuidar un árbol, refieren, es invertir en el futuro de las ciudades: en su clima, en su biodiversidad y en la calidad de vida de sus habitantes.
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