Padres Temporales, un Refugio para Menores sin Hogar

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Jafet Tirado | N+

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Lucía y Abraham cuidan a dos menores como si fueran sus hijos, aunque no son sus padres biológicos ni adoptivos. Forman parte de un programa del DIF que brinda hogar temporal a menores vulnerables.

“Hogares de Corazón” es un programa que busca proteger a niños, niñas y adolescentes

Actualmente hay 20 familias de acogida que cuidan a 24 menores. Ilustración: N+

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Lucía se levanta a las 6:40 am de la mañana. Su primer pensamiento al despertar es que tiene que preparar el desayuno de los niños. Mientras, su esposo Abraham les cambia el pañal y la ropa. Para las 8:00 de la mañana ya tienen que estar llegando a la guardería, y ellos salen corriendo a sus respectivos trabajos.

Por la tarde recogen a los niños, regresan a la casa y les dan de comer. Juegan con ellos, los abrazan, los llevan a terapias físicas, al psicólogo y al doctor si es necesario. 

Hacen lo que haría una pareja de padres responsables, solo que ellos no tienen hijos. Tampoco son padres adoptivos y saben que en algún momento esos bebés, que cuidan con dedicación, tendrán que irse. 

Video: Incrementa la Adopción de Menores en el Estado de Chihuahua

Lucía y Abraham son un Familia de Acogida, forman parte del programa “Hogares de Corazón” del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de la Ciudad de México.

Estábamos buscando información sobre adopciones, porque de pronto pensamos que era una opción para nosotros, y encontré los hogares temporales del DIF y dijimos: ‘bueno, vamos a intentarlo

Lucía y Abraham tienen 34 años y trabajan como programadores. Aunque inicialmente querían ser padres adoptivos, han encontrado otra forma de apoyar a las infancias. A más de uno. 

Abraham juega y lee cuentos con Alma. Foto: N+

¿Cómo ser una familia de acogida?

Hogares de Corazón” es un programa que busca proteger a niños, niñas y adolescentes que, por diversas situaciones, no pueden estar con su familia de origen.
Aunque este programa existe en otros estados del país y cada uno tiene variantes, en la capital inició en 2020. 

Nos hablaron por teléfono un día en la mañana, nos dijeron "hoy sale una niña del hospital, ¿pueden recibirla?". Eso fue a las 10:00 de la mañana y a las 7:00 de la noche ya estábamos recogiendo a la bebecita en el DIF. Cuando Alma llegó con nosotros tenía dos meses.

Lucia sonríe cuando cuenta cómo llegó Alma a sus vidas. Aun cuando Abraham y ella sabían que habían aprobado las evaluaciones, a lo largo de 5 meses, les sorprendió que a los 15 días de tener el certificado ya los habían contactado. 

El DIF les contó la historia de Alma, una recién nacida que tuvo sufrimiento fetal y nació pesando solo kilo y medio. Tenía una lesión cerebral e iba a requerir distintos tipos de terapia. Aun con este panorama complicado, la pareja aceptó recibirla, sin tener experiencia sobre cómo cuidar a un bebe prematuro y menos con estos antecedentes. 

Familia de acogida en CDMX DIF
Lucía juega con Alma. Desde hace un año son hogar temporal. Foto: N+ 

“Alma llegó con una cobijita, un mameluco y un calcetín. Mis hermanos me armaron una pañalera de emergencia y mi mamá nos enseñó a bañar a la bebé, lo demás lo fui aprendiendo sobre la marcha, como muchas personas. Lo más complicado de esas primeras semanas fue adaptarnos a que teníamos una bebé, las desveladas, pero sobre todo que seguíamos trabajando. En nuestro caso no tuvimos ni días de paternidad, ni maternidad”. Cuenta Lucia mientras juega con alma en la sala de su casa.

Después de un año con ellos, la niña ha superado muchas de las secuelas que los médicos anticiparon. Es sociable, juega y camina con normalidad. Pero hay llegadas mucho más complejas, como la de Arturo.

Lucía y Abraham asisten a eventos con otras familias de acogida en CDMX. Foto: Especial

Todo le causaba estrés desde que llegó, la comida, bañarlo, cambiarlo, todo le causaba conflicto. Arturo llegó de 1 año y 3 meses. Él vivía en un hogar transitorio, un albergue del DIF, dice Abraham

Cuenta que Arturo llegó a su hogar hace tres meses, y que las primeras tres semanas fueron muy complicadas; lloraba la mayor parte del día, peleaba por la comida, desconfiaba de los adultos y cuando se sentía muy angustiado, se arrancaba el cabello.

Aunque solo han pasado tres meses, la pareja nota un cambio importante en el comportamiento del niño. Aseguran que poco a poco han logrado que vuelva a tener confianza y que hoy es un niño feliz que se sabe amado.

Con la llegada de Arturo, Lucía se dio cuenta de la falta que hacen las familias de acogida en la Ciudad de México. No hay hogares suficientes para todos los menores que lo necesitan. 

Así que decidió abrir su cuenta de Tiktok y subir videos para invitar a otras familias. Ahí habla de su experiencia y hasta responde las dudas de las personas que quieren sumarse al programa. Les comparte el contacto del DIF y los papeles que deberían entregar. Incluso hay personas que vieron el contenido de Lucía y ahora están siendo evaluados por el DIF

Pero entre las decenas de comentarios hay algunos que son frecuentes: “¿No te va a doler el día que se tengan que ir?”, “yo me encariñaría mucho con ellos”, “yo no podría regresarlos”. Y sí, es algo que la pareja tiene claro.

“Afortunadamente, nosotros tenemos la posibilidad de ir al psicólogo, entonces es algo, trabajamos día con día, pero también cuando nos inscribimos al programa sabíamos que es temporal y que la intención es ayudar. Al final se va a vivir un duelo, pero también creo que este tiempo dentro de un hogar hace una diferencia enorme.” Afirma Lucía.

¿Cómo es el proceso de selección de familias de acogida?

Actualmente, hay 20 familias de acogida que cuidan a 24 menores, pero la intención es que se sumen más, pues el DIF de la Ciudad de México tiene bajo su cuidado a 400 menores de edad.  

“Cada año lanzamos una convocatoria con el propósito de sacar a los niños de los centros de asistencia social y llevarlos a un hogar donde puedan estar protegidos, cumpliendo con su derecho de tener una vida en familia”, indica Rafael Bustamante, director ejecutivo del DIF Ciudad de México. 

El funcionario explica que el proceso de selección es minucioso. Los aspirantes, ya sea parejas o solteros, deben ser mayores de 25 años y entregar docenas de documentos. También piden comprobantes de ingresos y fotos de la casa donde viven, pues el DIF debe comprobar que hay solvencia económica para cubrir las necesidades del menor. 

Pero incluso cumpliendo con lo anterior, lo más importante es aprobar las pruebas psicométricas y psicológicas. Si el comité de especialistas considera que cumplen los requisitos, la persona o pareja recibe un “certificado de idoneidad”.

Son niños que vienen de un entorno violento, de abandono, de maltrato, o de otro tipo de delitos. En los hogares de acogida pueden estar, de manera inicial, 6 meses, pero el periodo se puede ampliar abiertamente, hasta que se considere que el niño, niña o adolescente está en condiciones de estar en otro espacio

El DIF abre una convocatoria para “Hogares de Corazón” una vez al año. Este 2025 inició en el mes de abril y termina el 30 de septiembre. Rafael Bustamante, el director ejecutivo del DIF Ciudad de México, aclara que el apoyo económico es básicamente “simbólico”, pues las familias reciben 4 mil pesos mensuales por cada menor en acogimiento y eso es limitado para atender las necesidades de un menor.

Si alguna de las familias quisiera adoptar a un menor, tendría que abandonar Hogares de Corazón y aplicar al programa de adopción. El proceso iniciaría desde cero, para respetar a las personas o parejas que lo solicitaron desde hace años. 

Abraham y Lucía no han contemplado la adopción, dicen que les basta con ayudar y ver crecer a los niños. Se sienten satisfechos al ver su transformación en un hogar con amor, contención y que lo que parecía una traba, se ha ido superando poco a poco.

No es para todos este programa, debes tener estas ganas totalmente de ayudar. Una familia de acogida una vez dijo: ‘quiero que cuando seas grande, sepas que muchas personas peleamos por ti cuando estabas chiquito’, agrega Lucía con la voz entrecortada. 

Lucía y Abraham cuidan a dos menores como si fueran sus hijos, aunque no son sus padres biológicos ni adoptivos. Forman parte de un programa del DIF que brinda hogar temporal a menores en situación vulnerable.

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