Hacienda no Sabe en Qué Se Gasta el Fondo Millonario de Prevención de Desastres

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Andrea Vega | N+

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En México hay un Fondo de Prevención de Desastres, pero Hacienda no sabe dónde están mil millones de pesos que se le han asignado desde 2021. En el país no se apuesta por la prevención.

En Huachinango nadie avisó a los vecinos del desastre que venía.

La casa de Liam fue arrasada por el agua y la lluvia. Foto: Silvana Flores | N+

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Son cerca de las 3 de la tarde y la presencia de una única civil destaca en medio de los uniformados de la Marina, la Sedena y la Guardia Nacional, que han colocado un campamento al pie de una ladera para buscar a un niño, a Liam Tadeo, desaparecido desde el 9 de octubre cuando las lluvias torrenciales destruyeron su casa, en Huauchinango, Puebla.

La civil es Antonia Hernández Hernández. Tiene los pantalones y los zapatos llenos de lodo y el rostro cansado de tanto buscar entre la tierra mojada y el agua. Es abuela de Liam Tadeo y está ahí en el campamento para escuchar el informe de la jornada de búsqueda. 

Todos los días, 120 elementos de diferentes corporaciones, voluntarios y familiares trabajan para encontrar al niño de seis años. La búsqueda empieza a las 9 de mañana y acaba sobre las 3 de la tarde. Se usan drones, radares, ecosondas, kayaks, aviones, binomios caninos, buzos. La presidenta, Claudia Sheinbaum, ha dado indicaciones de no dejar de buscar al pequeño hasta encontrarlo.

Cuando el alud de tierra se les vino encima, Liam Tadeo estaba en su casa en la ladera de un cerro en la colonia Piedras Pintadas, en Huauchinango, Puebla, junto a su otra abuela, María Magdalena, cuyo cuerpo ya fue localizado, y a su medio hermano de 14 años, quien se salvó gracias a que salió de la casa para ver por qué labrada su perro y ahora sigue en el hospital. 

De la casa quedó solo el cascarón, el techo y unas paredes, donde todavía quedan las marcas de manos llenas de lodo que buscaban asirse de algo en medio del alud. 

De la casa donde vivía Liam solo quedó el cascarón. Foto: Silvana Flores | N+

Antonia llora al pie de lo que quedó de esa casa cuando recuerda a su nieto, su compañero de caminatas, dice, andariego y extrovertido como ella. “Un día me dijo que quería ser presidente. Le gustaba vestirse con el traje de licenciado que le compraron para su presentación”, dice la abuela con mucha tristeza, sabe que después de casi mes y medio es muy poco probable encontrar al menor con vida. 

Los vecinos de las colonias de la zona confirman que ninguna autoridad los previno de lo que podía pasar. En 2016 otra tormenta, Earl, dejó al menos 13 muertos en Huauchinango, en las colonias de La Joya, Guadalupe, Aurora y La Cumbre. Pese a eso no se diseñó un plan efectivo de prevención.

Este octubre de 2025, Las acciones empezaron, como casi siempre, después del desastre, porque en México hay una lógica reactiva: se actúa después de la tragedia. La prevención, crucial para salvar vidas y reducir daños, permanece desfinanciada, inoperante y plagada de proyectos fallidos.

Los fondos perdidos

La evidencia más clara del enfoque reactivo es la disparidad presupuestaria. Para 2025, al fondo dedicado a atender las emergencias (el Fonden) se le aprobaron 18 mil 677 millones de pesos. En contraste, al Fondo para la Prevención de Desastres (Fopreden), del que poco se habla, se le asignaron apenas 237 millones de pesos. Es decir, por cada peso destinado a prevenir, se aprueban casi 80 en reaccionar.

Esto pese a que según datos de la Oficina de las Naciones Unidas para la reducción de riesgos de desastres, por cada dólar invertido en la reducción de riesgos y la prevención se pueden ahorrar hasta 15 dólares en la recuperación después de un desastre.

Además de que se destina menos que a recuperación, el dinero asignado a la prevención ni siquiera se gasta. Desde 2021, el Fopreden reporta cero pesos ejercidos en la cuenta pública. Alrededor de mil millones de pesos aprobados en los últimos años para este programa tienen un paradero desconocido.

Al analizar los proyectos que figuran dentro del Fopreden resulta que para este 2025 no hubo ninguno autorizado y los de años pasados revelan un panorama de inoperancia y estancamiento. 

Hay, por ejemplo, uno que es un sistema multialerta en Chiapas para riesgos geológicos e hidrometeorológicos, con un costo de 31.3 millones de pesos, pero aparece "en ejecución" desde 2014, casi doce años. No hay más información al respecto. La página que debería contener los informes de su avance marca error.

Otro proyecto de adquisición de infraestructura reporta un avance físico del 100%, pero un avance financiero de solo el 27%. El caso más paradigmático de esta falla es el proyecto "Elaboración de escenarios de peligros por inundaciones y deslizamiento de laderas mediante [...] drones (VANT)", a cargo del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred). Iniciado en 2015, su informe de conclusión se presentó apenas en abril de 2025, diez años después. 

El proyecto, que involucró sólo tres puntos del país:  el Río Magdalena y la presa Álvaro Obregón, en la Ciudad de México, y la ciudad de Huauchinango, Puebla, generó mapas de riesgo. El respectivo a Huauchinango no sirvió para alertar a la población, se quedó cortó, solo abarcando el área de la ciudad, y no se convirtió en alertas. El pasado 9 de octubre, las lluvias intensas azotaron a la Sierra Norte de Puebla, causando la muerte de 23 personas y dejando decenas de damnificados.

Belén Cruz Salas cuenta que esa noche se escuchó algo como un potente trueno. La casa que rentaba en la ladera de un cerro en la colonia Monterrey, en Huauchinango, Puebla, se balanceó de un lado a otro, pero alcanzó a quedarse en pie y librar el alud de lodo. No pasó lo mismo con la casa donde habitaban, un poco más arriba, sus padres y sus hermanas, de 21, 14 y 5 años. La vivienda quedó bajo el lodo y los cinco perdieron la vida. 

Vecinos colocaron cruces en donde estaba la casa de los padres de Belén.
Solo una cruz quedó donde antes estaba la casa de los padres de Belén. Foto: Silvana Flores | N+

Nadie los alertó en esa zona de lo que podía pasar. Nadie les dijo que evacuaran, ninguna alerta sonó ni hubo prevención de ningún tipo, pese a que en Huachinango en 2016 otras lluvias y deslaves ya había cobrado vidas.

“De la familia cercana solo quedamos mi hermano y yo. Él compró el terreno y les hizo ahí la casita a mis padres. Desde hace tres años vivían ahí. Ahora mi hermano perdió a sus padres, a sus hermanas pequeñas, la casa que construyó, todo”, dice Belén. 

La información científica, financiada por el Fopreden, se quedó en un documento estático, que no ayudó a la población. 

Irasema Alcántara Ayala, investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM y especialista en gestión de riesgos, dice que es muy común que en México se generen este tipo de mapas o que haya información sobre si lloverá en tales territorios y cuánto, pero eso se queda solo en el pronóstico del tiempo que dan los medios, sin que la información se entienda realmente o sirva para alertar a la población. 

No son Atlas de riesgos, como deberían ser, sino  mapas de amenazas", que solo muestran dónde puede inundarse o deslizarse, pero no incluyen la vulnerabilidad social (pobreza, marginación) ni la exposición de las comunidades. No se usan para planificar el territorio, sino solo para reaccionar a la emergencia”, dice Alcántara. 

Alfreda Guerrero, habitante de la colonia El Ahuacatal, relata que a la 1 de la mañana, fueron sus vecinos, y no las autoridades, quienes corrieron a decirle que se tenían que salir, porque las lluvias estaban haciendo crecer los ríos y había deslaves en los cerros. 

La familia, integrada por ella, su esposo y sus dos hijos universitarios, salió como pudo en su auto, rumbo a la casa de unos familiares. Dejaron todo y lo perdieron todo. No les quedó un solo mueble. El lodo se llevó toda la cocina y aunque el resto de la casa quedó en pie, está vacía y enlodada.

Alfreda Guerrero dentro de lo que quedó de su casa. Foto: Silvana Flores | N+

Ladrones de la zona se han encargado de llevarse lo poco bueno que quedó y la familia ha tenido que limpiar el resto. De ayuda del gobierno sólo han recibido 20 mil pesos que no les sirven, dice doña Alfreda, para cubrir todo lo que perdieron. Se congratula de que al menos salvaron la vida, pero enfatiza que ojalá hubiera sistemas de alerta gubernamentales que les permitieran prepararse ante este tipo de desastres. 

Sin materia para operar y sin profesionalización

En los verdaderos atlas de riesgo, que deben realizarse a nivel municipal y estatal, hay un estancamiento importante. Solo (629) una cuarta parte de los 2,462 municipios del país cuenta con uno y la mayoría están hasta 10 años desactualizados. El de Huauchinango es de 2005

No tener esos mapas de riesgo disponibles y actualizados es querer actuar a ciegas en la prevención. "Es como si mandamos a un médico a operar a una persona y le dijéramos: 'Opérala'. Pero, ¿de qué? Pues no, tú opérala", ironiza Gloria Vázquez, ex-directora general de Emergencias Mayores de la SPC de la Ciudad de México.

Una de las cosas que impide generar atlas de riesgos y alertas efectivas es la falta de tecnología. En el monitoreo, México muestra una preocupante fragilidad. El país depende en gran medida de radares meteorológicos de Estados Unidos (en la frontera norte) y Belice (en la península de Yucatán) para obtener información gratuita. Varias zonas del Golfo y el Pacífico carecen de cobertura.

Esta vulnerabilidad quedó expuesta durante el huracán Otis. "El radar que estaba en Acapulco [...] no estaba operando", recuerda Luis Eduardo Pérez Cancino, exdirector de análisis y gestión de riesgos del Cenapred. Fue un avión cazahuracanes de Estados Unidos el que reveló la magnitud real de lo que venía. 

La falta de profesionalización de quienes están a cargo de las vidas de los pobladores es otro problema. En Huauchinango, el director de protección civil municipal es un licenciado en educación secundaria con especialidad en telesecundaria, Rafael Rodríguez Guevara. 

De acuerdo con datos del Inegi, de 2022, solo 19.6 % del personal de las unidades estatales de protección civil y 25.7 % de las unidades municipales contaron con alguna certificación en la materia.

Irasema Alcántara es directa: "Muchas veces son puestos que se asignan de manera política y no con un perfil realmente técnico. [...] Esa rotación constante de personal, la falta de profesionalización y los escasos recursos [...] contribuyen gravemente en mantener una gestión frágil".

Los vecinos están haciendo ellos mismos la limpieza de sus casas
Los propios vecinos están haciendo la limpieza de las calles y las casas. Foto: Silvana Flores | N+

Con Rafael Rodríguez Guevara, director de Prevención Civil de Huauchinango, N+ solicitó entrevista N+ para entender cómo es que se coordina con la federación y el estado en materia de prevención y por qué ese mapa de riesgos se quedó corto y no se tradujo en alertas a la población, pero hasta el cierre de esta edición no se pudo concretar la entrevista. 

También se solicitó entrevista a la Coordinación Nacional de Protección Civil, que opera dentro de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, y al Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) para saber dónde están los recursos que no ha ejercido el FOPREDEN y por qué está fallando la prevención en México, pero no hubo respuesta.

Ahora que el gobierno federal ha hablado de tener un sistema de alerta temprana para este tipo de desastres, Pérez Cancino advierte que esto no radica en tener solo aparatos tecnológicos. Requiere cuatro componentes indispensables e integrados. 

Primero, conocer el riesgo, es decir, que la población entienda qué le puede pasar. Segundo, monitorear el peligro, tanto a escala federal (huracanes) como local (escurrimientos). Tercero, difundir la alerta usando medios adecuados y robustos, no solo celulares, que fallan en emergencias. Y finalmente, debe existir una capacidad de respuesta, un plan claro y ensayado sobre qué hacer.

"Si falta uno, el sistema ya no funcionó", sentencia Pérez Cancino. "Y entonces ves piezas sueltas, y ese es el gran problema, que en México se ha querido operar con piezas sueltas y que no funcionan”.

Mientras, una abuela sigue buscando a su nieto. Todas las mañanas, Antonia Hernández empieza la faena de buscar a Liam Tadeo. “No voy a parar hasta encontrarlo”, esta mujer que tuvo que regresar de la ciudad de Monterrey, en Nuevo León para ayudar a buscar a su nieto. Allá dejó a una hija y su trabajo de limpieza en una escuela. “Tuve que renunciar para venir y he sobrevivido con mis ahorros, pero está difícil, cada vez más difícil, pero tengo que encontrar a mi nieto”.