Cual navajas, las ráfagas de viento helado se estrellaban en los rostros de los hombres, de los mexicanos que en medio de la noche salieron caminando de la garita “El Chaparral”, en Tijuana. Lo habían logrado ya, cruzaron a Estados Unidos, se saltaron en diversos momentos recientes esa valla de doble alto que separa las dos naciones.

En ese grupo de migrantes viajó un joven oaxaqueño, que, durante cinco días vivió una aventura que no olvidará fácilmente, ni nadie quien conozca esta historia.

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Guillermo, migrante mexicano, originario de Oaxaca, dio su testimonio a N+, en el que explicó que “está difícil, pero bueno. Salió bien, nada más que si había mucho operativo, la migra ya nos levantó”.

Contó que eran como diez personas, “pero había más, algunos que pasaron”, e incluso destacó la picardía de los mexicanos al mencionar “somos bien listos, unos pasaron cuando nos detenían a nosotros”.

Al ser cuestionado de cómo logró cruzar el muro relató que fue con una escalera, “brincando, uno es ágil, está alto el doble muro. Pedí mucho a Dios, pero no me pasó nada, me bajé como chango”.

Guillermo así vivió su fugaz sueño americano

Guillermo, migrante mexicano deportado, narró lo que vivió cuando estuvo en suelo de Estados Unidos. “Sí se puso más duro, sí había un chingo de operativos, no se podía, de repente llegó el helicóptero de la migra, ya iba a levantarnos ahí”.

Dice que ahora se siente tranquilo “porque nos pasamos imagínate domingo para acá cinco días”. Comenta que por el momento no tratará de “cruzar al otro lado” y se regresará a Oaxaca. Fue rápido su paso por el otro lado de Guillermo, el de él y el de los más de 80 mexicanos que en una helada noche se vieron deportados por una garita.

Arturo soñaba con una vida mejor en San Diego

Otro caso de deportación y de sueños truncados es el caso de Arturo, quien puso todas sus esperanzas en una mejor vida en San Diego. Arturo describe cómo fue deportado: "estuvimos encerrados, nos iban a mandar a otra instalación”. También relató que los trataron bien y que lo llevaron a la estación migratoria e incluso le dieron algún alimento.

Ya en México le ofrecieron transporte para su lugar de origen, mientras está en un albergue con comida y cobijo. Otros migrantes aceptaron la ayuda y fueron llevados en cuatro camionetas del Instituto Nacional de Migración (INM), aunque no les dijeron a dónde. Guillermo y Arturo dijeron que mejor no, porque tienen conocidos en Tijuana, y prefieren eso, los amigos o la familia.

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Con información de Carmen Jaimes

HVI