"La Lucha de Mi Vida: Tener Una Muerte Digna"; Samara Lucha por Legalizar la Eutanasia en México
Jafet Tirado
A los 26 años le diagnosticaron dos enfermedades incurables, una de ellas en etapa terminal. Samara Martínez sabe que su condición no va a mejorar, es por eso que creó la “Ley Trasciende”

Samara Martínez, la mujer que lucha por legalizar la eutanasia en México. Foto N+
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Para mantenerse con vida, Samara Martinez, de 30 años, necesita conectarse 10 horas al día a una máquina de diálisis peritoneal, un proceso que limpia las toxinas de su sangre. También toma alrededor de 15 pastillas y debe inyectarse en el abdomen un medicamento que evita la anemia.
Esta dinámica, que requiere bastante disciplina, parece incompatible con su ritmo de vida. Ella se levanta a las seis de la mañana y se arregla para ir a trabajar. Es catedrática en una universidad privada en la ciudad de Chihuahua. Gran parte de su día lo pasa en la escuela, hay veces que tiene hasta ocho clases. Regresa a casa y continúa con reuniones por videollamada. Toma medicamentos y se inyecta. Tiene visitas al médico y da clases incluso los fines de semana. Pero sus días siempre terminan de la misma forma, conectada a una máquina, 10 horas seguidas, toda la noche.
Hay días en los que al despertar las náuseas y el dolor del cuerpo parecen vencerla, pero Samara decide no quedarse en cama. Levantarse y hacer sus actividades es un acto de resistencia, en especial cuando se tiene una enfermedad en etapa terminal, como la Insuficiencia Renal Crónica que le diagnosticaron hace cuatro años.
Su vida no siempre fue así. Hasta antes de cumplir 17 años, Samara era una joven completamente sana. Practicaba fútbol, tocho bandera y voleibol. También era una alumna destacada en la preparatoria. Estaba a punto de iniciar la carrera de periodismo en la Universidad Autónoma de Chihuahua. Quería ser corresponsal de guerra y hasta trabajar en la ONU.
Tras recibir el primer diagnóstico, glomeruloesclerosis focal y segmentaria (una enfermedad que cicatriza el tejido de los riñones de forma irreversible) su vida empezó a cambiar. La etapa de la universidad, que para muchos jóvenes es sinónimo de salidas y fiestas, para Samara se resumió en escuela, trabajo y visitas al hospital.
Pero eso no limitó su crecimiento profesional; al terminar la carrera Samara se inscribió a una maestría y empezó a trabajar como reportera de investigación en un importante periódico local. A los 25 años se casó e incluso compró una casa en la ciudad de Guadalajara, de donde es originaria.
Pero esta etapa se vio interrumpida por un nuevo diagnóstico: Lupus Eritematoso Sistémico, un padecimiento en el que el sistema inmune ataca, por error, a los tejidos sanos del cuerpo.
Esta fue la razón por la que su cuerpo rechazó los dos riñones que le trasplantaron; el primero fue donado por su hermano menor y tuvo que ser retirado cuatro días después a causa de una trombosis severa (coágulos en las venas), el segundo riñon era de un cadáver y no respondió como esperaban.

Cuando Samara habla de la donación de riñón que le hizo su hermano, su mirada cambia, se entristece. Cuenta que representaba una esperanza para ella y toda su familia. Fue un proceso largo de estudios médicos, hospitalización y dinero, mucho dinero, casi un millón de pesos que lograron juntar con donaciones, préstamos del banco y la venta de su casa en Jalisco.
“Son muchos los duelos que se viven en una enfermedad. Cada vez que un tratamiento no funciona, un nuevo diagnóstico, ver cómo otros pacientes van dejando esta vida… pero el duelo más profundo es ver cómo tu cuerpo se va marchitando y empiezas a perder partes de tu esencia”.
A mediados de 2024, los médicos le dijeron que ya no era candidata a un tercer trasplante y que su enfermedad estaba en etapa terminal. A partir de este momento, mantenerse con vida dependería de una máquina de diálisis, 10 horas todas las noches. Esto se sumó a una larga cadena de altibajos que Samara ha vivido a lo largo de 14 años, como abandonar su carrera como periodista o la ruptura de su matrimonio.
Un pensamiento vino a su cabeza, uno que la había rondado desde hace unos tres años, pero que esta vez tomó más fuerza: la eutanasia.
Samara luce distinta a los casos conocidos en otros países donde llevaron la eutanasia a los congresos. En Ecuador el año pasado, Paola Roldan, una mujer de 40 años con esclerosis lateral amiotrófica, ganó la lucha desde su hogar, conectada a un respirador 24 horas, con el cuerpo completamente inmóvil.
En España fue Ramón Sampedro, un marinero que quedó paralizado a los 25 años tras sufrir un accidente. Fue el primer ciudadano en pedir la eutanasia y le fue negada por 30 años. Ramón escribía poesía con una pluma en los labios, sin poder valerse por sí mismo ni levantarse de la cama.
Samara rompe con esa imagen. Se le ve activa, sonriente, fuerte. sí cansada y con dolor, pero pocas veces lo expresa. Camina por los largos pasillos de la universidad con pasos lentos, lo mismo que para bajar escaleras. El Lupus y la Insuficiencia Renal le provocan dolor en espalda y articulaciones, dice que es como si tuviera la pila al 15 por ciento durante todo el día. Eso no le impide bromear con sus alumnos y escuchar sus inquietudes al final de clase.
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“El propósito de mi vida, fielmente lo creo, es luchar hasta conseguir la eutanasia en México. Esta lucha no es solo por mí, es por todos los que están en esta situación y es por todos los que también ya no están, porque al final de cuentas es nuestro cuerpo, es nuestra decisión y es nuestro dolor“.

"Papi, quiero morirme"
Tras 14 años de visitar hospitales, médicos y tomar cientos de medicamentos, Samara asegura que la parte más difícil de una enfermedad se la llevan los familiares o las personas que acompañan al paciente. En su caso, dice, “ha sido un camino muy tormentoso, pero al final de cuentas el amor nos mantiene unidos”.
Y ese amor se percibe en casa. Samara abraza a su mamá, a su padre y a su hermano con frecuencia, en especial cuando terminaron de ser entrevistados. Ellos aseguran que nunca habían dado una entrevista, ese papel se lo dejaban a Samara, a quien describen como un persona fuerte emocionalmente, inteligente y llena de amor.
Se reúnen en la barra de la cocina y ahí bromean sobre momentos de su infancia y sobre su personalidad, como cuando ella empezó en prácticas de fútbol y le iba muy mal, sin embargo se aferró a seguir y con el tiempo se volvió buena jugadora.
Colocan botana en un par de platos y continúan platicando. Cuentan que el hecho de que su hija sea la primera persona con una enfermedad terminal en México que impulsa, al menos de manera pública, una ley de eutanasia, provoca preguntas frecuentemente.
“¿Por qué su hija quiere morir? ¿Apoyan lo que está haciendo Samara?”.
Su mamá, la señora Luz Arcelia Montaño, nos contesta sin titubeos:
“Sí, yo la apoyo totalmente. Como papás no podemos ser egoístas y querer tener a un hijo aquí y no verlo partir. Yo le diría a todos los padres de familia: ¿quisieran ver rasgar la cama de un hospital a sus hijos, verlos sufriendo, agonizando? Yo no, yo no”.
Pero su firmeza no está exenta de dolor y tristeza. Cuenta que desde hace 3 años empezaron a tener charlas sobre la muerte y que al principio fue muy complicado.
“La primera vez que tocamos el tema, me dijo, "Mamá, tú sabes que todos podemos morir, pero pues mi posibilidad es más cercana. Y te quiero decir, mamá, que yo voy a hacer todo lo posible, todo lo que esté de mi parte, voy a ser la mejor paciente, súper disciplinada, pero va a llegar el momento, mami, en que esto no se va a sostener, y para ese momento, que no es ahorita, quiero que estés preparada. Quiero que estés fortalecida, y vivir el día a día, lo que venga”.
Al terminar esta frase la señora Luz hace una pausa para contener el llanto.
Su madre se asume como católica y dice que su religión no está peleada con los deseos de su hija, pues piensa que el sufrimiento nada tiene que ver con Dios y en su acompañamiento a Samara ha visto cientos de personas sufriendo en los hospitales, en soledad, esperando el momento de su muerte.
Para su papá, el señor Jesús Francisco Martínez, la peticion de eutanasia no es menos complicada. Él asegura que le dolió ver cómo su crecimiento como periodista en el estado de Chihuahua se veía limitado por las enfermedades y que respeta la decisión de su hija.
Me dijo: “Papi, no quiero que estés triste. Yo quiero morir, no es vida la que estoy viviendo, es algo muy difícil para mí." pero creo que mi hija es una gran mujer, una guerrera y que tiene mucha voluntad y mucha fuerza. Ella siempre va a tener mi apoyo incondicional para la decisión que tome“.
Al terminar la entrevista, Samara se acercó a abrazar a su papá. “bomboncito, sonríe”, y le dijo al oído “te amo”. En ese momento su papá tomó un respiro e intentó contener el llanto. Se retiró los lentes para limpiar las lágrimas y escondió su rostro en el brazo de Samara por unos segundos.

El surgimiento de la "Ley Trasciende"
La eutanasia. El procedimiento médico para producir la muerte de un paciente, sin dolor y por su voluntad, está prohibido en México, incluso está tipificado como un “homicidio por piedad”.
Para despenalizarlo sería necesario modificar el artículo 166 de la Ley General de Salud; una iniciativa que ha llegado al Congreso de México en 6 ocasiones entre 2021 y 2024, presentada por distintos partidos y que en todas las veces ha sido rechazada.
Samara lo sabía y por eso su primera opción fue viajar a Suiza, el único país que permite la eutanasia a extranjeros. Aunque cumplirlo sería complicado, pues es costoso y tanto ella como su familia han gastado todos sus ahorros en sus tratamientos. Aun así, su madre le prometió que haría todo lo que estuviera en sus manos para llevarla a cumplir su deseo de morir dignamente.
A mediados de 2024, el pensamiento de viajar a Suiza se transformó. Samara dijo:
“¿Por qué ir a otro país y no hacer un cambio por México en materia de derechos humanos? y ahí es cuando surge la idea de crear la Ley Trasciende y conseguir un gran avance en materia de derechos humanos para nuestro país”.
La Ley Trasciende ha resonado en las últimas semanas por la difusión que se le ha dado en redes y en medios de comunicación. Todo inició con una petición en la plataforma Change.org el 2 de septiembre. Hasta el momento ha sumado cerca de 100 mil firmas. Pero Samara sabía que eso no era suficiente, así que empezó a trabajar en la redacción de una iniciativa de ley.
La abogada Paola Zavala, quien apoya en la redacción de la iniciativa, asegura que será presentada en la Cámara de Diputados y Senadores a finales de octubre, frente a todos los legisladores. Explica que esta iniciativa no solo propone la modificación al artículo 166 de la Ley General de Salud, como otras iniciativas presentadas en años pasados, si no que esta agregará un capítulo en el que se establecerá, a detalle, el proceso para solicitar la eutanasia.
“Las personas pueden solicitarla en dos supuestos particulares. El primero, que una persona tenga una enfermedad terminal e incurable y la segunda, una persona que tenga una enfermedad discapacitante e incurable.”
El solicitante deberá contar con dos diagnósticos médicos que comprueben su estado de salud y acudir a un notario, o en su defecto, pedir que el funcionario lo visite personalmente. Deberá expresar su voluntad de recibir la eutanasia y el notario revisará que las cédulas médicas y los informes sean válidos.
Según la iniciativa, el Estado deberá tener dentro de su plantilla a médicos que compartan esta visión, que no tengan objeción de conciencia y puedan hacer las eutanasias. Lo mismo en el sector privado.
“Todas y todos nos vamos a morir en algún momento y todas y todos hemos visto a personas queridas sufrir, a veces de manera innecesaria, en el momento de sus decesos y se trata justo de evitar eso. Nadie está obligado a la eutanasia, quienes decidan ejercer esa libertad, esa decisión en su propio cuerpo, podrían hacerlo si así fuera el caso”. Agregó la abogada.
En Latinoamérica, Ecuador permite la eutanasia, lo mismo que Colombia, solo que en este caso también se aprobó la asistencia médica al suicidio. En Chile y Uruguay hay iniciativas en vías de aprobarse. Y en el resto del mundo está permitida en Países Bajos, Luxemburgo, Canadá, Nueva Zelanda, España y Portugal.
Eutanasia. No voluntad anticipada
En redes sociales hay quien le sugiere a Samara hacer el trámite de Voluntad Anticipada, pero esto no es una opción para ella.
La Voluntad Anticipada es cuando una persona decide rechazar los tratamientos médicos que prolongan su vida en etapa terminal. Este trámite es legal en Ciudad de México, Coahuila, Aguascalientes, San Luis Potosí, Michoacán, Hidalgo, Guanajuato, Guerrero, Nayarit, Estado de México, Colima, Oaxaca, Yucatán y Tlaxcala.
Si Samara detuviera sus tratamientos, en particular la diálisis peritoneal que se realiza todas las noches, su sangre se llenaría de toxinas y podría morir en un lapso de 15 días. Sería una muerte dolorosa, y eso es justo lo que la eutanasia evitaría.
“La voy a extrañar, me va a doler, pero al final ya no voy a ver cómo mutilan su cuerpo. Por respeto al cuerpo de mi hija. La voy a recordar entera, fuerte, así como la ven hoy. Comenta Luz Montaño.
Su madre le pregunta qué pasaría si logra su cometido y la “Ley Trasciende” se aprobara mañana mismo.
“¿Vas a ser la primera en tomarla, Samara? Dímelo, para mentalizarme”.
Ella le contesta que no, que ella quiere esperar hasta que su cavidad peritoneal (la que le permite dializarse todas las noches) deje de funcionar y eso puede ocurrir en uno, tres o en cinco años, nadie sabe con certeza. Mientras tanto, quiere que ese derecho exista para todos los mexicanos.
Samara ha pensado en cómo será el último día de su vida. Le dice a su familia que es un privilegio poder elegirlo y ella quiere estar frente al mar, durante el atardecer, sintiendo la brisa en su cuerpo y acompañada de las personas que ama. Trascender dignamente.
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