Popocatépetl Inicia la Semana Con Espectacular Fumarola
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Se prevé caída de ceniza del volcán Popocatépetl en zonas de Edomex, Morelos y CDMX; en las últimas 24 horas se han registrado 355 exhalaciones

El volcán Popocatépetl registró actividad la tarde de este lunes 15 de septiembre de 2023. Foto: N+
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El volcán Popocatépetl registró actividad la tarde del lunes 25 de septiembre de 2023. El coloso lanzó una fumarola y arrojó ceniza hacia sitios como Cuautla y Yecapixtla, en Morelos.
De acuerdo al reporte del monitoreo al Popocatépetl, a partir de las 14:26 horas, ocurrió el nuevo episodio de tremor.
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En las últimas horas ha registrado débiles emisiones continuas. Aunque las imágenes satelitales muestran que las cenizas podrían dirigirse hacia el Estado de México, Morelos y Guerrero.
Don Goyo se encuentra en Amarillo Fase dos lo cual indica que durante esta fase de la alerta volcánica un incremento de actividad de vapor de agua y gas, ligera caída de ceniza en áreas cercanas, y flujos de lodo o escombros de corto alcance, sin la necesidad de requerir una evacuación.
Las autoridades reportan que, en las últimas 24 horas, el Popocatépetl registró: 355 exhalaciones, 158 minutos de tremor y se exhorta no ascender al volcán y respetar el radio de 12 kilómetros.
Se recomienda ante la caída de ceniza, cubrir tinacos y recipientes de agua, mantener limpios utensilios de uso diario para que no se contaminen.
Cada vez que la cumbre del Popocatépetl lanza fuego o bocanadas de ceniza más fuertes que las normales, lo hace bajo la atenta mirada de una docena de científicos. Nada pasa desapercibido porque millones de personas, e incluso el tráfico aéreo, pueden verse afectados si entra en erupción.
Desde hace casi 25 años la “montaña que humea”, como lo llamaban los pueblos prehispánicos, es el volcán más vigilado de México: siete cámaras, una de ellas térmica, 12 sismógrafos, seis estaciones para medir deformaciones en sus laderas, dos sensores infrasónicos y siete estaciones meteorológicas envían datos las 24 horas, 365 días, al año a un centro de control situado a 80 kilómetros, en el sur de la Ciudad de México.
Allí 13 científicos de diferentes especialidades cubren diversos turnos en una sala cubierta por pantallas, una especie de unidad de cuidados intensivos donde se registra en tiempo real cada tremor, cada exhalación del “Popo”, como los mexicanos llaman a esa montaña de 5 mil 426 metros de altura que surgió en el cráter de otros volcanes y cuya forma actual se remonta a más de 20 mil años.
¿Por qué se monitorea tanto al Popocatépetl?
¿La razón de tanto monitoreo? En un radio de 100 kilómetros viven 25 millones de personas, hay cientos de escuelas, hospitales, viviendas y cinco aeropuertos de constante tráfico nacional e internacional. Todos podrían verse afectados por una erupción.
Paulino Alonso, uno de los responsables del Laboratorio de Monitoreo de Fenómenos Naturales del Centro Nacional de Prevención de Desastres de México (CENAPRED), revisa todas las pantallas cuando inicia su turno, verifica la sismicidad del país, del volcán y de la capital, así como las previsiones meteorológicas y las fumarolas sobre el cráter.
Las nubes de ceniza merecen especial atención. Según explicó el técnico, son más o menos grandes y casi constantes, porque desde 1994 el volcán no duerme.
Un mapa satelital marca esas nubes y una computadora pronostica los movimientos que harán. Su principal peligro son los problemas respiratorios en la población y sus efectos en los aviones, porque la ceniza puede afectar la visibilidad y actuar como una “lija” en su fuselaje y alas.
A diferencia de los terremotos, los volcanes son más predecibles y, aunque la naturaleza siempre puede dar sorpresas, hay señales de alerta: que aumenten las explosiones de ceniza y material piroclástico, se deformen las laderas, que haya más temblores o que se incrementen los niveles de ciertos gases o sustancias químicas en los manantiales de la zona.
Para explicar de forma sencilla a la población el nivel de peligro en cada momento y las precauciones a tomar, el CENAPRED diseñó el “semáforo volcánico”: el verde significa tranquilidad; amarillo, alerta; rojo, peligro. Desde hace años oscila entre varios niveles dentro del amarillo, que indica que hay que estar prevenidos, pero sin alarma.
En la sala también se vigilan otros fenómenos naturales como sismos, en concreto el sistema de alertas en las principales ciudades, huracanes y hasta la intensidad de los rayos cósmicos del Sol.
Si hay una explosión importante (en el Sol) podrían verse afectadas las comunicaciones, la transmisión de energía eléctrica
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Con información de N+ y AP
HVI