La Batalla de Don Carmen en Tabasco: Cacao en Peligro por Una Plaga Olvidada
Andrea Vega
Mientras el precio del cacao alcanza máximos históricos por la alta demanda global, una plaga merma las plantaciones. Sin campañas activas de control, los productores enfrentan solos esta crisis.

Una plaga merma las plantaciones de cacao en Tabasco. Foto: Félix Márquez
COMPARTE:
Desde hace tres años, Don Carmen Broca, productor de cacao y chocolate, en Cunduacán, Tabasco, ha luchado con un enemigo milimétrico que amenaza sus cosechas: la cochinilla rosada, un insecto algodonoso de no más de 3 milímetros.
El productor da la batalla con lo que puede y tiene: las prácticas ancestrales de los repelentes e insecticidas biológicos, como el caldo hecho con ceniza y jabón, y las podas. En 2019, el gobierno federal paró la campaña contra esta plaga por austeridad.
En Tabasco, donde se produce más de 60% de todo el cacao en México, la cochinilla rosada (Maconellicoccus hirsutus), una amenaza invisible a los ojos del consumidor, está frenando la capacidad del país para aprovechar el momento histórico del cacao.
A falta del apoyo de las instituciones, Don Carmen, de 60 años y toda la vida trabajando en cosecha de cacao, su abuelo y padre también eran productores, echa mano de la sabiduría ancestral y utiliza lo que se usaba desde los abuelos contra las plagas: las podas y el caldo de ceniza, un preparado con este material orgánico y jabón, pero hoy ya no es suficiente.
Don Carmen le aplica, junto con sus hijos y sus trabajadores, ese preparado a las plantas del cacao cada veinte días, cuando el ambiente en Tabasco refresca, ya entrada la tarde o muy temprano por la mañana.
Pero a pesar de usar esas prácticas ancestrales, Don Carmen estima que más de un tercio de su cosecha no sobrevive a la cochinilla, y la plaga vuelve con más fuerza cada vez.
“Este año ha pegado duro. Está en todas las plantas de cacao”, dice Don Carmen, que estima el daño a sus cultivos entre un 20 y un 40% en el rendimiento.

El azote se da cuando la autoridad decidió recortar el presupuesto y las acciones para matar a la cochinilla rosada, en un contexto donde el cacao alcanza precios récord que han aumentado más de 200% desde 2021, y una demanda creciente impulsada por consumidores que ven al chocolate como placer y superalimento—, el campo mexicano no puede celebrar.
El cacao mexicano, está atrapado en una paradoja: mientras vale más, se produce menos: tan solo 28 mil toneladas en promedio al año, mientras se importa más de 100 mil toneladas de este grano y sus derivados. Y lo peor: no hay una estrategia nacional activa para revertirlo.
La extraña deformación que encendió las alarmas
La cochinilla rosada fue detectada por primera vez en Tabasco en 2016, y desde entonces ha ganado terreno, especialmente en los meses de sequía. Hoy, afecta casi la totalidad de los cacaotales del estado.
“De las 200 a 500 plantaciones que hemos monitoreado, todas tenían presencia de la plaga. La producción ha caído hasta un 40% en las zonas infestadas”.
Explica el investigador Miguel Ramírez del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), quien lleva años estudiando al cacao.
Este insecto milimétrico se aferra a brotes, hojas y frutos, succiona la savia y le quita los nutrientes a las plantas, deformándolas, interrumpiendo su maduración y reduciendo su rendimiento.
Pero el verdadero problema no es solo biológico, sino social y estructural. Muchos productores, envejecidos y sin relevo generacional, no tienen la capacidad física ni técnica para aplicar el manejo integrado necesario. Poda intensiva, quema de ramas, regulación de sombra, control biológico: son medidas efectivas, pero requieren tiempo, conocimiento y apoyo institucional. Y ese apoyo, simplemente, ya no está.
Fue en Mantilla, Tabasco, cuando Miriam García, técnica agrícola y productora de cacao, notó por primera vez algo que no encajaba en la armonía de la plantación. Era 2016 y, como parte del programa Plan Cacao de Nestlé, ella y su equipo trabajaban con productores locales en mejorar las prácticas de poda. Al recorrer la plantación de don José del Carmen, el productor la alertó de algo inusual.

Los brotes jóvenes de las plantas de cacao —esos que anuncian vida nueva en el árbol— aparecían retorcidos, como si algo invisible los hubiera enchuecado desde adentro. Las mazorcas también presentaban deformaciones: algunas recordaban a una chirimoya.
Nadie sabía con certeza qué era aquello. Al principio lo atribuyeron al ataque de pulgones, a la acción de las hormigas o al estrés por el exceso de sol. Pero esa explicación no encajaba del todo.
“¿Qué está pasando aquí?”, se preguntaron, y comenzaron a observar más de cerca y a investigar. La respuesta apareció tras días de inspección y consulta: cochinilla rosada. Una plaga entonces casi desconocida en el cultivo de cacao.
Miriam recuerda que fue una etapa de mucha inquietud, pero también de aprendizaje. Con el respaldo de investigadores del INIFAP y Sanidad Vegetal, confirmaron la presencia del insecto. Así, lo que parecía un simple caso aislado se convirtió en la primera alerta de un problema más grande: una plaga.
Avisadas, las autoridades respondieron. Esta plaga ya había sido identificada y tratada en otros estados, en otros cultivos, como el limón, el mango y la naranja. De hecho, ese año, 2016, se liberaron a nivel nacional, en 20 estados, más de 26 millones de individuos de una especie de mariquita, de nombre científico Anagyrus kamali y otra conocida como Cryptolaemus montrouzieri que se come a la cochinilla rosada.
En Tabasco, en 2016, la campaña para controlar a la cochinilla rosada incluyó la liberación de un millón 084 de estos insectos. Pero la estrategia no se sostuvo. Un número así de abundante de depredadores de la plaga solo se liberó ese año, después el número fue en descenso, hasta quedarse en ceros este 2025.
Miriam García señala que con la existencia de la campaña, aún con números bajos, se estaba controlando hasta un 70% de la plaga en las parcelas. Pero sin seguimiento, el avance se pierde. “Hoy, no hay ninguna campaña activa”, corrobora.
N+ solicitó una entrevista con Senasica para saber por qué se había frenado la campaña en Tabasco y otros estados, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.
Una campaña suspendida, un estado en riesgo
Sin embargo, hay documentos oficiales que hablan del cierre de la campaña en la mayoría de los estados. El Comité Estatal de Sanidad Vegetal del Estado de Sinaloa (CESASIN) emitió un informe en el que señala que en 2019, la campaña contra la cochinilla rosada a nivel nacional entró en un proceso de revisión de su continuidad, para lo cual se pausó la operación en algunas entidades incluida Sinaloa con el objeto de evaluar sus avances y replantear la estrategia operativa después de 10 años de operación.

En 2022, la campaña se reactivó, pero solo en cinco estados: Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco y Michoacán y con un presupuesto mucho menor. En 2019 se le canalizaron recursos federales por 47.8 millones de pesos y para 2022 tuvo un monto de solo 4. 5 millones de pesos, un descenso de 90.4%.
N+ no obtuvo respuesta sobre los resultados del análisis del avance de la campaña y por qué se decidió dejarla solo en esos estados, pero una explicación obra en otro documento oficial.
En el último informe oficial y público sobre la cochinilla rosada, el del pasado mes de junio de 2025, se lee textual que:
“Derivado de la Política de Austeridad durante el ejercicio fiscal 2025, se priorizará la atención de los estados de Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco y Michoacán”.
Dice se priorizará, pero en realidad solo se enumeran acciones para estos estados. Esto pese a que en una alerta temprana sobre la cochinilla rosada, emitida en 2023 por la Comisión Nacional Forestal (Conafor) se considera a Tabasco y otros diez estados, que no están incluidos en la campaña actual, con riesgo alto por esta plaga.
Miriam Ramírez explica que la campaña contra la cochinilla rosada no se debería frenar en ningún estado puesto que el propio gobierno federal tienen considerado a este insecto como plaga cuarentenaria, es decir que representa un riesgo importante si se llegara a expandir, porque puede causar mucho daño agrícola, económico o ambiental.
De hecho, el retroceso institucional ocurre justo cuando las condiciones climáticas y los errores pasados en el manejo agronómico están pasando factura. En 2006 otra plaga azotó con fuerza los cultivos, el hongo de la moniliasis, que hizo descender las cosechas en alrededor de 21.6%.
Una de las estrategias para combatir a este hongo fue reducir la sombra en los cacaotales, para disminuir la humedad y las condiciones favorables para la moniliasis, pero eso y el aumento de las temperaturas y las sequías por el cambio climático, favoreció la reproducción de la cochinilla rosada, que ama el calor.
La desaparición de los programas públicos de sanidad vegetal relacionados con la cochinilla rosada en Tabasco ha dejado un vacío. Don Carmen Broca, productor de cacao y chocolate, lo confirma:
“Nosotros hacemos el control por cuenta propia, con preparados orgánicos y podas, pero la plaga siempre regresa y al menos a mí sí me merma, la afectación es de alrededor del 20% de la cosecha”.
Lección no aprendida
México está pagando en este momento la factura por haber bajado la guardia contra otra plaga, el gusano barrenador del ganado, que ha puesto en jaque a la industria ganadera y frenó por meses las exportaciones a Estados Unidos.

La campaña en contra del Gusano Barrenador del Ganado se estableció el 23 de marzo de 1981. Para el 25 de febrero de 1991 se declararon libres de la plaga los territorios de los estados de Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán, y el 9 de septiembre de 2003, a Chiapas.
La campaña siguió con éxito varios años más, tanto éxito que a partir del 21 de abril, derivado del éxito del programa, concluyeron las operaciones de la planta, en Chiapas, donde se producía la mosca estéril para combatir a la plaga, y años después el gusano volvió y tomó por sorpresa a todos.
Además de la cochinilla, otras plagas como la moniliasis, el pulgón negro, el salibazo, las aves y hasta roedores, afectan a las plantaciones. Y sin monitoreo ni registro adecuado, muchas pérdidas pasan desapercibidas.
Según Ramírez, “actualmente, solo el 10% de los frutos de un árbol llegan a cosecha. El resto se pierde por plagas o abandono.” Esto pone en entredicho la viabilidad del cultivo si no se transforma su manejo de raíz.
Historias recomendadas: