El Negro de la Basura: Rapear la Realidad de Acapulco
Otoniel Zuloaga
Antonio Solís Jiménez es rapero, taxista y recolector de basura. Su oficio definió su nombre de artista. Para muchos es el mejor rapero de Acapulco porque representa la realidad del puerto.

El Negro de la Basura: Rapear la Realidad en Acapulco
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Hace más de 10 años, Antonio Solís Jiménez comenzó a trabajar en el H. Ayuntamiento de Acapulco. Su primera jornada fue en la Costera Miguel Alemán, la avenida más importante de la ciudad. Recuerda que era viernes porque los viernes todo el mundo está en la costera.
Le daba vergüenza que lo vieran como trabajador de limpia, pero dice que la pena se le quitó cuando vio venir a dos conocidos. Quiso esconderse para que no lo vieran, pero los que se dieron la vuelta al ver a Tony de frente fueron ellos.
"Les dio más pena que a mí".
Así empezó a ser "El Negro de la Basura".
Y justo en la costera, la avenida en la que Tony empezó a recoger basura, quedamos de vernos un jueves de octubre de 2025. "El Negro" también es taxista, maneja un Sentra de principios de los dos mil. El coche tiene un cojín entre el asiento del copiloto y el chofer. Es para que quepa más gente. En Acapulco los taxis son comunitarios.
El carro lo compró hace pocos meses, dice que fue una oportunidad para generar más dinero, aunque en la actualidad ser taxista en Acapulco es lidiar con extorsiones y amenazas constantes por parte del crimen organizado.
El Negro combina sus dos oficios: sale de su casa temprano, a las seis de la mañana, y trata de cargar su taxi para irse lleno al trabajo, al de limpia. De regreso es lo mismo, a las tres de la tarde termina su jornada en el Ayuntamiento. Se sube al taxi e intenta cargar pasaje. No tiene una jornada destinada para manejar el coche, se basa en el ritmo de la tarde y el flujo de la gente. Cobra 25 pesos por persona y trata de siempre subir a cinco: tres atrás y dos adelante, una en el asiento del copiloto y la otra en el cojín que descansa sobre el freno de mano.
Al coche no le funciona el estéreo, pero entre las piernas lleva una bocina. Ahí reproduce la música que le gusta y también la que él hace, no le incomoda escucharse una y otra vez. Eso lo ayuda a mejorar, dice.

El rap le gusta desde la secundaria, recuerda que “Chico problemático”, de Nach (uno de los mejores raperos de España), fue la canción que lo motivó para hacer música. Durante mucho tiempo solo escribió canciones para él, no tenía pistas ni mucho menos DJ, pero a todos los eventos de rap iba con una USB cargada con bases genéricas. Siempre se quedaba hasta atrás de los conciertos. Hasta que un día ya no. No recuerda su primer show, pero lo que sí tenía claro, desde los 15 años, es que quería sobresalir.
Al Negro le gustan los retos: no busca ser reconocido por los raperos, más bien quiere que lo reconozca la gente a la que no le gusta el rap.
"Me gusta verme bien, siempre ha sido mi delito, negrito, feito y rapeo bien bonito".
Su primer nombre artístico fue DM, que significa Divino Maestro, lo eligió porque cuando era adolescente su mamá lo mandó a una escuela religiosa con el mismo nombre. Luego vino el actual, "El Negro de la Basura". Ese apareció porque así lo identificó la gente en las colonias en las que iba a recoger desperdicios: “Ahí viene el Negro de la Basura”.
Antonio es afrodescendiente. Su madre es de Oaxaca, su padre de Guerrero. Ahora presume su color de piel y dice estar orgulloso de ser negro, pero hubo un momento en el que no. Cuenta que en una visita a la Ciudad de México, afuera de Bellas Artes, unos policías se acercaron a revisarlo, cuando preguntó el motivo le dijeron que por su apariencia, porque era negro.
En Acapulco esa discriminación solo le pasa en las tiendas departamentales, dice que ya se acostumbró a que lo sigan cuando entra. Pero en el taxi y en la basura todos lo conocen.
"El Negro" se viste rapper, lo mantiene real. Lleva siempre bermudas, calcetas blancas y jerseys de algún equipo de futbol americano, beisbol o playeras alusivas a la cultura hip hop.
Porque, para él, hacer rap lo alivia todo. Le gustan sus trabajos, pero no se compara con lo que siente cuando escribe, cuando rapea, incluso cuando piensa en su próximo video musical.
"Soy de Acapulco, los reales, Negro malo que quiere sobresalir".
El rap hace simbiosis con sus otros dos oficios, porque dice que de la música no gana nada, al contrario, tiene que invertir. Pero de la basura sí se vive, porque además de tener su sueldo recibe propinas que pueden llegar hasta los mil pesos diarios. Pero es un trabajo que no es para todos.
En su día a día "El Negro" transita por lugares muy puntuales de Acapulco: uno es del tiradero de Paso Texca, donde todos los días va entre una y dos veces para tirar toneladas de basura y el otro es Tropical Clean Shoes, una tienda ubicada en la Glorieta de Puerto Marqués.
En esa tienda se ha ido gestando un colectivo de amigos que intentan vivir del hip hop y lo que lo rodea. Limpian y venden tenis, cortan el cabello y hacen rastas. Y cuando "El Negro" va, hacen rap.
Esa glorieta, en la que está ubicada la tienda, tiene mucho significado, porque hace unos años, en 2018, mataron a Gabriel Soriano, locutor, productor y entusiasta de la cultura hip hop en Guerrero.
Gabriel, junto con Carlos Vargas, también productor y locutor, han sido parte importante para que artistas como Tony salgan a la luz. A través de Combativo, un programa enfocado en hip hop, Carlos ha dado difusión a un montón de proyectos en Acapulco y Guerrero en General.
Y es que para Carlos, "El Negro de la Basura" es el mejor y más sensato proyecto actual de rap en el puerto. Dice que el Negro tiene arrastre porque vive como cualquier otra persona, porque es un rapero a ras de suelo y eso conecta con la gente que se identifica con sus letras.
Lo que sigue para el Negro, según Carlos, es salir de Acapulco, girar por todo el país para que lo conozcan. Aunque también reconoce que la música del Negro no es tan fácil de digerir porque tiene letras crudas y beats que no son tan comerciales.

"El Negro" no tiene prisa por pegar, quiere que la música sea el legado de su hijo de 11 años, por el que tuvo que entrar a trabajar a los 19 a un oficio que le cambió la vida. La basura no solo le ha dado sustento a Tony, también una identidad que lo ha ido haciendo reconocible. No hay otro "Negro de la Basura".
Y no hay "Negro de la Basura" sin rap y sin Acapulco. Tony dice que no piensa en irse del puerto, dice que vive en el paraíso. El hip hop y Acapulco son dos de las cosas que más ama, por eso las tiene en su brazo derecho, un micrófono con la palabra hip hop y Acapulco.
Antonio se ha ido haciendo fuerte, a sus 30 años ha pasado por los momentos más complejos de Acapulco, los que tienen que ver con el crimen organizado y los desastres naturales.
El narco lo ha tenido encañonado y ha despertado con una palmera de cocos dentro de su cuarto. Se regocija cuando lo cuenta. Y luego rapea:
“Si el huracán no me tumbó, dime quién lo puede hacer”.
"El Negro" es el tipo más rapero de Acapulco. Lo dicen Carlos Vargas y Freddy, su productor audiovisual.
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