El Caracol: industria, invasión y riesgo dentro del Parque Ecológico
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El Caracol, asentamiento irregular en el Parque Ecológico Texcoco, se prevé que sea inundado para restaurar el humedal; protege el ecosistema y enfrenta riesgos por lluvias

Existen dos únicas entradas al predio invadido conocida como “El Caracol”. Ambas son custodiadas por civiles que impiden cualquier acceso, salvo a las personas que viven dentro. Foto: N+.
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Pesan las miradas de quienes custodian la puerta de entrada al Caracol, como si se tratara de un complejo militar.
—¿A quién busca?, pregunta un hombre de lentes oscuros.
— Buenas, ¿no hay acceso, ahorita, verdad?
Me niega con la cabeza e indica que debemos retirarnos. Al fondo, una mujer habla por radio y redobla la instrucción: no hay manera de cruzar esa puerta de malla cubierta con cintas verdes.
Lo que hay detrás no es un complejo bajo resguardo, sino una zona de invasión dentro del Parque Ecológico Texcoco, al norte de la Ciudad de México, declarado Área Natural Protegida desde 2022.
De la fábrica al asentamiento irregular
Desde un dron se observa un centenar de casas asentadas sobre una formación circular casi perfecta, con surcos en espiral, que le dieron el popular nombre de El Caracol. Así se le conoce a esta zona desde los años cincuenta, cuando ese círculo servía para aprovechar la salinidad del antiguo Lago de Texcoco y fabricar sosa cáustica.
Aquí en 1943 el Gobierno federal inauguró la planta de “Sosa Texcoco”, que como su nombre lo indica, fabricaba un químico altamente corrosivo y dañino para la salud.
La planta cerró tras la huelga de 1993 y lo que quedaron fueron terrenos inhóspitos en los que nadie quería habitar. Incluso los problemas se extendieron a los alrededores. Pero la mancha urbana y la crisis de vivienda alcanzaron a este sitio.
En el extremo norte de este círculo crece el asentamiento irregular. Trazos de calles de terracería, postes de luz improvisados y servicio de agua potable que llega en pipas.
Cuando la empresa "Sosa Texcoco" cerró operaciones, los terrenos pasaron a formar parte de la Zona Federal del Lago de Texcoco, administrada por la Comisión Nacional del Agua para el control de inundaciones. Son predios que, por ser terrenos federales, no podían comercializarse como propiedad privada.
Sin embargo, desde 2019 se intensificó la lotificación de los predios, aunque hay rastros desde el 2016.
Aquí dos veces se intentó construir un aeropuerto. Primero durante el gobierno de Vicente Fox Quezada y luego en la administración de Enrique Peña Nieto, donde se avanzó con la base aérea, algunas pistas y la barda perimetral.
Pero la zona de "El Caracol" quedó fuera de la barda construida para delimitar el aeropuerto, lo que dio pie a invasiones.
El proyecto finalmente fue cancelado en 2019, con Andrés Manuel López Obrador en el poder. Tres años después se decretó como Área Natural Protegida, con planes de restaurar el flujo del agua en este gran humedal, que es remanente del viejo lago de Texcoco.
El peligro del agua
Iñaki Echeverría, director del Parque, señala que las invasiones al predio de “El Caracol” han ocurrido desde, por lo menos, 2015.
Alega que se empieza hablar de ello por el “éxito” obtenido en la conservación de las cerca de 14 mil hectáreas.
Y es cierto que ya se observan pequeños triunfos de la naturaleza. La zona central del Parque Ecológico Lago de Texcoco comienza a recuperarse tras años de desecación del terreno para construir el aeropuerto. En el horizonte, las aves vuelan sobre el espejo de agua del humedal.
Pero hay un evidente contraste con la zona de viviendas irregulares. Donde no hay vegetación, ni agua, ni aves.

Lo que Iñaki sostiene es que si la zona no se desaloja, de igual manera quedará bajo el agua. Con el proyecto del aeropuerto, en los alrededores se fabricaron diques para prevenir la inundación del terreno. Hoy hay una decisión de que la zona vuelva a inundarse para recuperar su estado natural.
Al otro lado de la zona de “El Caracol” se encuentra el pueblo originario de San Salvador Atenco.
“De no haber existido esta resistencia, ya no estaríamos conversando aquí. En lugar de este paisaje habría centros comerciales y zonas hoteleras”, asegura Ignacio del Valle, defensor ambiental y parte del grupo de campesinos que lograron frenar la construcción del primer aeropuerto en 2006.
La defensa de estas tierras no solo significó conservar la identidad y el arraigo comunitario que se mantiene a través de la siembra y la cosecha en suelos lacustres, también fue clave para preservar un ecosistema que actúa como vaso regulador en temporada de lluvias, capaz de contener excedentes de agua y reducir el riesgo de inundaciones en el oriente del Valle de México.
Mantener vivas las zonas lacustres, dice, es garantizar refugio para aves migratorias, especies endémicas y flora que difícilmente puede sobrevivir en terrenos urbanizados.
En ese equilibrio entre comunidad y naturaleza, añade, radica la importancia de que Texcoco se conserve como un espacio vivo y no como una mancha gris de concreto.
Cuando pregunto sobre las personas que llegaron a vivir a este predio, señala que son personas “con un alto nivel de necesidad, traídas con engaños para poblar zonas vulnerables” como los terrenos de la antigua "Sosa Texcoco".
Pero Iñaki, el director del parque, asegura que la zona de invasión no frenará la protección del Área. De hecho, en un futuro cercano podría verse igual que el resto del humedal.
Cuando se planeaba construir el segundo aeropuerto en este sitio, se fabricaron diques para evitar la inundación. Ahora los planes para el parque ecológico son que se vuelva a inundar toda el área.
Y eso es un problema para este asentamiento irregular, pues en tiempo de lluvias, se prevé que las corrientes recuperen su cauce y las casas podrían quedar bajo el agua.
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Con información de Victor H. Diego
ASJ