Víctimas de Motos por App en CDMX Denuncian Negligencia de las Plataformas

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Emilio Sánchez N+

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Uber y DiDi operan servicios de motocicleta por un vacío legal y las autoridades no llevan un conteo de los accidentes que provocan

Accidentes en Motos por Aplicación Denuncian Negligencia de Plataformas Uber y DiDi

Accidentes en Motos por Aplicación Denuncian Negligencia de Plataformas Uber y DiDi

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La mañana del 19 de septiembre pasado, Genn, de 28 años, iba tarde para llegar al trabajo. Normalmente, usa el transporte público para ir de su casa en Naucalpan, Estado de México, al centro de la Ciudad de México. Pero con el tiempo encima, pidió una moto por Uber: sería más rápido y barato que un coche.

Un conductor pasó por él e iniciaron el viaje hacia el sur, por el Anillo Periférico. Mientras avanzaban, Genn notó que la moto no iba en línea recta, sino que se ladeaba hacia la izquierda. Antes de poder decir algo, su rodilla izquierda se estampó contra el muro de contención. El chofer enderezó el rumbo, pero el golpe ya le había destrozado la rodilla a Genn.

Gritó de dolor y hasta ese momento el conductor desaceleró el vehículo. Genn se bajó de la moto y se tiró sobre la banqueta, cerca de la esquina de Periférico y Conscripto.  Sangraba mucho de la rodilla y, a través del rojo brillante, pudo ver el blanco de su hueso. El chofer de Uber se quedó en el lugar durante unos minutos, pero después arrancó su moto y huyó.

Dos usuarios de los servicios de motocicleta de Uber y DiDi relataron a este medio sus experiencias en accidentes muy similares: lesiones graves y atención deficiente de estas empresas de tecnología, que se atrincheran detrás de sus aseguradoras.

No hay un registro puntual de siniestros en motos por aplicación en la Ciudad de México. N+ solicitó la cifra a la Secretaría de Movilidad (Semovi) como a la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), que registra hechos de tránsito, pero las dos dependencias negaron tener el número en sus bases de datos. Ambas oficinas se remitieron la una a la otra para pedir el dato.

Mientras llegaba el auxilio que pidió al 911, Genn empezó a transmitir en vivo desde Instagram. Tiene casi 90 mil seguidores por su trabajo como drag queen. Pero esta era una imagen distinta: sin maquillaje, pidiendo auxilio, con la rodilla abierta y un dolor insoportable. Después de lo que sintió como una eternidad, una ambulancia lo llevó al Hospital Central Polanco de la Cruz Roja.

Recuerda que poco antes de entrar al quirófano, su novio y un colega intentaron hacer un reporte mediante la aplicación de Uber. Pronto los contactó una compañía de seguros comisionada por la empresa, para pedir comprobantes de la atención médica y ofrecer un reembolso, pero no pudieron atender lo que pedía por la urgencia del momento.

La rótula izquierda, el hueso redondo en la parte delantera de la articulación, se partió en varios pedazos y debió ser reconstruida en una cirugía de emergencia. Genn requirió una inyección de anestesia en la columna que no lo durmió, así que todavía recuerda la sensación de las manos de los médicos trabajando sobre su pierna.

Aún convaleciente, no ha podido tramitar el reembolso con Uber y la empresa tampoco le da seguimiento. Dice que el trato ha sido poco humano: solo puede comunicarse por la app, sin tener claro si hay una persona o un robot del otro lado. La mayoría de sus mensajes no reciben respuesta. Uber lo apoya si desea iniciar acciones legales contra el conductor e incluso le envió un enlace para denunciarlo.

A un mes del choque, Genn ya fue operado dos veces. Abrió una campaña de donaciones en el sitio GoFundMe para recaudar fondos y recuperar lo que ha perdido, ante la lentitud de Uber y su compañía aseguradora.

Debajo del video en vivo que grabó Genn aquel día, en los comentarios, muchos contaron historias similares. Entre el mar de mensajes estaba Vannia, una mujer de 28 años que tuvo una experiencia similar, pero con DiDi Moto. Era el día de Navidad y pidió una moto para ir a un centro comercial. En el camino, la llanta trasera del vehículo se reventó, causando un derrape en Avenida de los Insurgentes. El primer impacto que recuerda Vannia fue el de su rodilla derecha contra el asfalto.

El conductor solicitó apoyo a DiDi y un empleado de la empresa generó un reporte por accidente. Vannia afirma que, mientras ella contaba lo que había ocurrido, escuchó risas del otro lado del teléfono. Antes de colgar, el operador indicó que llegaría “asistencia médica” para los dos, sin especificar de qué tipo.

Pero la asistencia médica que prometió la plataforma no llegó. Luego de dos horas, Vannia decidió llamar al 911 y pedir una ambulancia para atenderse en una clínica del IMSS, pues contaba con la protección del seguro social a través de su trabajo. El chofer prefirió quedarse, pues sus lesiones eran menos graves y quería esperar a una grúa para llevarse su moto. Vannia no lo volvió a ver después de esa noche.

Pasó el invierno con una ruptura de ligamento cruzado y menisco en la rodilla derecha. Ella y su hermano enviaron mensajes directos a las cuentas de DiDi en redes sociales, para saber si la empresa daría algún tipo de apoyo. Le confirmaron que había un reporte de accidente a su nombre y pidieron que estuviera atenta porque le harían una llamada, pero el teléfono nunca sonó.

En febrero, en el Hospital General de Zona 32 del IMSS, una resonancia indicó que Vannia necesitaba cirugía. Primero le hicieron un autoinjerto, es decir, tomaron ligamento de otra parte de la pierna para ponerlo donde se rompió. Pero como eso no funcionó, hubo que esperar unos días para conseguirlo del cadáver de un donante.

A finales de julio, cuando su historia tomó fuerza mediática por el fallecimiento de una usuaria de DiDi Moto, la aseguradora de la empresa se puso en contacto con Vannia para ofrecerle un reembolso por los gastos médicos, pero al haberse atendido en el IMSS no tenía facturas que presentar. 

“En el IMSS no llenan ningún documento de otra institución que no sea de ellos”, explica. Para entonces ya había perdido su empleo a causa de la lesión, llevaba meses en rehabilitación y su economía se había deteriorado. Como no cumplió con los requisitos de la aseguradora, cuenta que cerraron su caso. 

En esas fechas, la Semovi le prometió una reunión entre la dependencia, DiDi y ella, que marcaría un cambio tras meses de contacto solo por correo. Hasta el momento, la cita no se ha realizado. Más allá de una compensación económica, Vannia busca que DiDi reconozca su responsabilidad y garantice un servicio seguro para los usuarios.

“Hoy fui yo, gracias a Dios estoy aquí, puedo contar mi versión, pero hay una chica que no”, expresa Vannia.

Los usuarios de DiDi están obligados a aceptar sus términos y condiciones para utilizar los servicios de transporte. En ese documento legal, dice que “DiDi no será responsable por [...] lesiones o daños materiales relacionados con, o que de otra manera resulten de cualquier uso de los Servicios.”

Uber advierte de algo similar en sus términos y condiciones: “Uber no será responsable de [...] la lesión personal [...] relativos, o en relación con, o de otro modo derivados de cualquier uso de los Servicios…”

En ambos documentos, escasean las palabras “accidente”, “siniestro”, “choque”, “seguro”, “médico”, “hospital”. Tampoco hay apartados sobre los derechos del usuario si tiene un incidente así. En cambio, Uber “no garantiza la [...] seguridad o habilidad de los Terceros Proveedores”, mientras que DiDi “no asume responsabilidad alguna por el servicio de movilidad que proporciona el Conductor ni garantiza la seguridad de dicho servicio”.

En otras palabras, ambas compañías se deslindan de prácticamente todo lo que pase en la calle y, contrario a lo que indica su material publicitario, no garantizan un servicio seguro.

De acuerdo con especialistas consultados, Uber y DiDi operan el servicio de motocicletas por aplicación en la Ciudad de México gracias a un vacío legal y en medio de una disputa con la autoridad regulatoria que no ha sido transparente. Oficialmente, el servicio está prohibido, pero en los hechos, cualquiera puede pedir un viaje en moto.

El 23 de julio de 2025, una usuaria de DiDi Moto murió en Paseo de la Reforma, luego de que el chofer perdiera el control del vehículo, provocando que ella se impactara contra un árbol. Tenía 37 años.

Al día siguiente, la Semovi emitió una tarjeta informativa diciendo que las apps operan los viajes en moto de manera ilegal, según el Reglamento de la Ley de Movilidad de la Ciudad de México. La dependencia afirmó que tomaría acciones legales contra las plataformas para erradicar el servicio y hacer cumplir el reglamento, que ha estado al centro de una pugna legal en los últimos dos años.

La diputada Laura Ballesteros, de Movimiento Ciudadano y ex subsecretaria de la Semovi, explica que Uber solicitó un amparo contra la prohibición desde 2023 que le permite operar hasta el día de hoy. Un análisis elaborado por el equipo de la legisladora detalla, paso a paso, bajo qué argumentos se escudó la empresa.

En septiembre de 2023, la Semovi reformó el Reglamento de la Ley de Movilidad para prohibir que las plataformas de transporte por aplicación operaran con motocicletas o vehículos con placas de taxi. Uber interpuso un amparo alegando que la medida violaba su derecho a la libre competencia, pues la Ley de Movilidad, de jerarquía superior al reglamento, permite el servicio mediante aplicaciones sin distinguir entre coches y motos.

En abril de 2024, el juez Martín Adolfo Santos Pérez declaró inconstitucional esa reforma, al considerar que un reglamento no puede restringir lo que la ley permite. Sin embargo, no autorizó directamente el servicio de moto por aplicación, sino que ordenó a Semovi emitir nuevas reglas que prioricen la seguridad de conductores y usuarios. Mientras eso ocurre, Uber y DiDi siguen ofreciendo viajes en moto en un limbo legal, sin una regulación clara.

Santos Pérez también introdujo una distinción más técnica. Señaló que, para considerarse un servicio de transporte de pasajeros, el usuario no debe intervenir directa o indirectamente en la conducción de la motocicleta. Si viaja detrás del conductor y su peso o movimiento pueden afectar el manejo, se trataría más bien de un copiloto y no de un pasajero. Esa diferencia subraya que, aunque la ley reconoce el transporte de pasajeros, no contempla la figura del acompañante en moto de las plataformas digitales.

Los viajes en moto por aplicación operan de manera irregular, de acuerdo con Héctor Ulises García Nieto, titular de la Semovi.

“Hemos hablado con ellos para que se abstengan de otorgar ese servicio”, advierte el secretario de Movilidad.

Desde las oficinas de la Semovi, en la Colonia Roma Norte, García Nieto afirma que hará lo posible para ejercer la prohibición, en vez de la regulación. Dice el funcionario que, mientras exista un número significativo de accidentes en motocicleta, la postura será firme. Además, cree que la ciudadanía debería optar por la electromovilidad, viajes en bicicleta o scooters, para viajes cortos.

“Hemos venido recabando información para aplicar las sanciones correspondientes a las plataformas, que pueden llegar hasta la suspensión del servicio”, indica el secretario de Movilidad. Un funcionario de su equipo confirmó que, a principios de agosto, DiDi recibió una sanción administrativa por vulnerar la normatividad, pero no se reveló el monto de la multa.

El secretario García Nieto no ofreció más detalles sobre qué tipo de información recaba su oficina o qué sanciones contemplan para las plataformas. Tampoco comentó sobre el exhorto del juez en la sentencia del año pasado.

Pedir una moto por aplicación puede ser conveniente. Los viajes cuestan hasta 40% menos que hacerlos un coche y permiten esquivar el tráfico de la Ciudad de México, donde los automovilistas pierden 152 horas al año en congestionamientos, según el fabricante de sistemas de navegación TomTom. 

De acuerdo con la diputada Ballesteros, esa conveniencia se sostiene en una desigualdad. Los grupos más vulnerables, dice, asumen el mayor riesgo y pagan los platos rotos.

“Para los jóvenes o las personas en situación de pobreza, irse en transporte público es su opción, pero si no cubre su distancia, ¿cómo lo van a poder completar?”, plantea Ballesteros.

Un estudio pagado por DiDi, basado en encuestas en Colombia y Brasil, asegura que 99.9% de los viajes en moto ocurren sin incidentes, aunque esos datos no se han verificado en México. En contraste, la Semovi ubica a los motociclistas como el grupo con mayor riesgo en las calles: representan 47% de las muertes viales del primer semestre de 2025, cifra que se ha duplicado en los últimos seis años.

Ballesteros propone que las plataformas inspeccionen sus vehículos, capaciten a los conductores y ofrezcan atención médica inmediata tras un accidente, desechando el sistema de reembolso. La legisladora no cree que la prohibición sea una ruta viable y que ambos lados, gobierno y empresas, deben sentarse a dialogar y llegar a una regulación que priorice la seguridad de las personas usuarias.

Vannia, quien dejó el bastón hace pocas semanas, apoyaría prohibir el servicio, pero también sabe que representa un ingreso para decenas de miles de conductores. Genn exige vigilancia real sobre las jornadas de los choferes y un esquema de reacción más eficiente de las plataformas. Ambos coinciden en lo mismo: ahorrar unos pesos o unos minutos no justifica arriesgar el cuerpo ni la vida.

Las oficinas de comunicación de Uber y DiDi y sus funcionarios de alto nivel fueron contactados para expresar una postura de los hechos relatados, pero ambas empresas rechazaron dar entrevistas.

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