Al respirar, cada habitante del Valle de México ingiere semanalmente, a través de los miles de microplásticos que se encuentran suspendidos en el aire, lo equivalente a una tarjeta del Metro.

Shruti Venkat, del Departamento de Biotecnología del Cinvestav, indicó que en la Ciudad de México una persona respira "alrededor de 800 partículas por día por año".

Al respecto, Gurusamy Muniasamy también del Departamento de Biotecnología, explica hay dos rutas, se pueden quedar o algunas pueden salir durante la respiración.

Estos resultados son parte de una investigación conjunta realizada por la UNAM, el Cinvestav y la Secretaría de Medio Ambiente capitalina, en la que se analizaron 215 muestras de aire en siete estaciones de monitoreo del Valle de México: Tlalnepantla, San Agustín, La Merced, UAM Iztapalapa, Pedregal, Xalostoc y Lomas Verdes.

En todas encontraron presencia de microplásticos, especialmente en el aire de Tlalnepantla, Iztapalapa y La Merced, un impacto directo en la salud de quienes habitan en el Valle de México.

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Los investigadores buscaron presencia de partículas de plástico con un diámetro de 10 micras fácilmente inhalables, y partículas plásticas de 2.5 micras o menos, tan pequeñas que 60 de ellas forman el ancho de un cabello humano.

Por su parte, Riyadarsi Roy, investigador del Instituto de Geología de la UNAM, señaló que en su mayoría fueron fibras que contienen metales tóxicos, como plomo, cromo o zinc.

En todos esos microplásticos que encontramos dominantemente eran fibras, eran de composición celulosa, celofán, polietileno, pet, contienen metales tóxicos, plomo, cromo, zinc, cobre... entonces, también conocemos que la exposición a los metales pesados nos causa problemas de salud: desde irritación a la piel, al sistema inmune, al sistema digestivo, al sistema nervioso, hasta cáncer...

La Organización Mundial de la Salud ha señalado que partículas de esas dimensiones pueden penetrar la barrera pulmonar y entrar al torrente sanguíneo, aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiacas. Respirar aire contaminado mata a 7 millones de personas cada año.

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Por su parte, Alejandra García, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, refirió que los microplásticos que estaban en ambientes terrestres ahora suben a la atmósfera.

Ya que tenemos microplásticos en ambientes terrestres, lo que ocurre es que por procesos atmosféricos, es decir, un proceso llamado convección, es decir, que las masas de aire cambian verticalmente, estos plásticos que estaban en la zona terrestre suben a la atmósfera

Los investigadores del Instituto de Geología de la UNAM analizaron muestras de lluvia de la Ciudad de México en el periodo de mayo a noviembre de 2023, pues los microplásticos suelen caer a la superficie terrestre a través de la lluvia.

Sobre esto, el investigador Priyadarsi Roy comentó que “en todas esas muestras de lluvia, que estamos trabajando casi 13 muestras, hemos encontrado microplásticos; más o menos su rango es 60 piezas por litro hasta 650 piezas por litro, dominantemente, todos los microplásticos que estamos encontrando en la lluvia, más de 70 % de microplásticos son fibras en la lluvia".

En México, solo se recicla el 6 % de todos los residuos valorizables, el plástico puede tardar desde 450 años en degradarse o puede permanecer en la Tierra hasta la eternidad.

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Microplásticos en glaciares

En investigaciones realizadas sobre contaminación ambiental, especialistas han localizado la presencia de microplásticos incluso en el hielo de los glaciares.

Los microplásticos se han encontrado en el estómago de tiburones o pingüinos, en heces humanas y placentas y en lugares más recónditos del planeta, como el Círculo Polar Ártico o el Everest, incluso en los glaciares del volcán Iztaccíhuatl.

Priyadarsi Roy, investigador del Instituto de Geología de la UNAM, explicó que el máximo valor han encontrado en glaciares son 240 piezas por litro y dijo que ese microplástico, aunque su forma es de fibra, se encontró en el glaciar.

En 1958, el Iztaccíhuatl tenía 11 glaciares, ahora sólo le quedan tres. Los investigadores aseguran que la presencia de microplásticos en la nieve de los glaciares acelera su desaparición.

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Con información de Víctor Valles-Mata y Fernando Guillén

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