Del Paso de Cortés a la Basílica: La Fe Guadalupana Atraviesa Kilómetros por la Montaña

|

N+ | Fernanda Zúñiga

-

Los peregrinos poblanos recorren alrededor de 150 kilómetros para poder llegar a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México y rezarle a la Virgen de Guadalupe

Del Paso de Cortés a la Basílica: La Fe Guadalupana Atraviesa Kilómetros por la Montaña

Del Paso de Cortés a la Basílica: La Fe Guadalupana Atraviesa Kilómetros por la Montaña. Foto: N+

COMPARTE:

Es difícil ver el camino sinuoso del Paso de Cortés a las cinco de la mañana. Lo único que da guía son las luces de los camiones, combis, camionetas y las pequeñas linternas de algunos peregrinos que atraviesan el bosque. Unos no esperan el amanecer y avanzan junto con la neblina para adelantar todo el camino posible; otros aún duermen en sus casas de campaña, sleeping bags, o aprovechan para comer y tomar algo. 

Noticia relacionada: Peregrinación 2025: ¿Cuál es el Origen de las Mandas a la Virgen de Guadalupe y Qué Significan?

"Cada paso que doy significa como un gracias a ella”, dice Fátima Sánchez, una joven peregrina que desde hace dos años camina esta ruta hacia la Basílica de Guadalupe. Aún bosteza y se talla los ojos mientras platica la confianza que le tiene a la Virgen, que, de acuerdo con ella, es la única con la que puede platicar todo lo que le pasa. 

La fe me motiva: peregrino

Fátima y otra compañera vienen de Atlixco, Puebla. Hasta ese momento han recorrido 45 kilómetros. Aún les quedan 88 kilómetros para llegar a su destino. “Es un sinfín de experiencias que tienes que pasar para llegar hasta su altar. Es un lugar donde el cuerpo se cansa, pero el corazón descansa ”.

En el lugar los peregrinos se han ido despertando y alistando para continuar su viaje. Uno de ellos es el señor Adrián. 

Él, a diferencia de Fátima, lleva 14 años realizando este recorrido. “Yo no hago esto para pedirle, sino para agradecerle todo lo que tenemos”, dice mientras acomoda el cuadro de su Virgen que lleva amarrada en su mochila.

"La compré hace como ocho años y la cargo porque me gusta que mi madre me vaya acompañando”, dice mientras la muestra. Dice que mientras camina reflexiona sobre su vida, lo que hizo y lo que no hizo en el año. “También le vengo pidiendo por mi familia, mis amigos y a toda la gente que tiene alguna necesidad”.

Cuando habla de su fe, lo hace casi sin dudarlo, ni titubear. Es algo qué él conoce muy bien. 

Es lo que me motiva a salir adelante y, nosotros como peregrinos, es lo que nos motiva. La fe a ella

Un niño descansa en un camión, mientras sus familiares se alistan para continuar la peregrinación. Foto: N+

Para este momento, las casas de campaña ya han sido dobladas y acomodadas en las grandes mochilas que algunos de los poblanos llevan sobre la espalda y pocos platican mientras toman café o pan que les han regalado. 

Hay un grupo que está riendo y conversando. Entre ellos está Trinidad. “Tengo 35 años de edad y he sido peregrino desde hace 25. Se podría decir que casi toda mi vida”, dice con un tono de seriedad y orgullo.

Comenta que antes lo acompañaba su madre, pero por su edad ella ya no puede hacer el largo trayecto. Ahora lo comparte con amigos, pero justamente la edad ha sido un factor diferenciador en esta ocasión. 

Al principio cuando era joven, tenía todo el ‘power’, pero pues ya ahorita, uno ya se siente diferente… pero aún así vamos con todo

Él, al igual que el señor Adrián, también carga con su Virgen. Al mencionar cómo ha sido su trayecto, no le resulta difícil admitir que está “rudo” el clima o dormir en el suelo, pero que al mismo tiempo el Paso de Cortés tiene sus cosas bonitas, como la convivencia y los paisajes.

Tres peregrinos recorren la carretera del Paso de Cortés mientras cargan sus pertenencias. Foto: N+
Tres peregrinos recorren la carretera del Paso de Cortés mientras cargan sus pertenencias. Foto: N+

"Cada año cargo a mi Virgen"

No se tiene que estar tan cerca de los peregrinos que suben la carretera para poder escuchar sus jadeos por el esfuerzo que están realizando. Entre silencios se escuchan algunos rezos, cantos y risas. “Ya dale, no te pares, sino nunca vamos a llegar”, es uno de los comentarios que los más veteranos le dicen a los más nuevos.

A lo lejos se puede percibir una Virgen que es cargada por una persona más pequeña que la estatua misma. “Hice una promesa para mi hermano, hace nueve años él sufrió un accidente y lo único que quiero es que esté bien”, dice otra joven, también llamada Fátima. Señala hacia atrás de la carretera para mostrar que su hermano, Martín, por el que está ahí, también la acompaña. Al preguntarle qué siente al compartir el camino con él, no le toma un segundo en responder: “Yo amo mucho a mi hermano”. Fátima se toma un minuto después de decir la frase, se nota que las lágrimas inundan sus ojos.

Su Virgen pesa alrededor de 15 kilos y mide un metro diez. La compró hace un año y, para poder cargarla, hizo unos tirantes y una base especial. La que lleva Martín mide un metro cincuenta y pesa el doble, 30 kilos.

“Cada año cargo con mi Virgen, este es para pagar una manda. A veces cuando la llevo a misa, las personas le piden que aparezca alguien y gracias a Dios sí han encontrado a las personas y las mamás se lo agradecen mucho a mi Virgencita”, dice Martín sin dejar de ver el camino. 

Dos peregrinos recorren la carretera del Paso de Cortés mientras cargan figuras de la Virgen de Guadalupe. Foto: N+

Con flores e imágenes de la Virgen decoran los peregrinos

Al llegar al punto de reunión, hay camiones y camionetas decoradas con flores, artesanías de papel e incluso recreaciones de la Basílica de Guadalupe en la parte trasera de carga. También hay sillas y mesas colocadas a las orillas del camino. En el centro se ven anafres, ollas y comales donde algunas mujeres preparan en serie platos de comida. Pican verdura, fríen pollo y calientan tortillas para alimentar a los peregrinos de su comunidad o grupo. 

“Siempre nos ganan y es que el frío está tan fuerte que no podemos cocinar luego, luego. El gas se congela, la flama no sube y tenemos que esperar a que amanezca más para empezar”, dice una mujer que separa unas alas de pollo para echarlas al comal que está lleno de aceite. 

Ella, junto con un grupo de 10 mujeres, alimentan a 250 personas desde las siete de la mañana, para ese momento ya son las 10. El menú es seleccionado por el comité organizador de su peregrinación: ellas solo preparan. En esta ocasión ella no recorre los cientos de kilómetros a pie, sino que lo hace arriba de los camiones para poder llegar antes y alistar la comida.

Ahí es fácil distinguir los diversos grupos de peregrinos, ya sea porque vienen uniformados, portan un listón o visten y arreglan sus Vírgenes de forma similar. Para ese momento ya hay muchos que, después de comer, se tiran en el pasto para tomar una siesta, descansar su espalda o aprovechar para curarse las ampollas que les han salido en sus pies.

Aparte del dolor, esto se siente bien. Es reconfortante venir caminando desde lejos y llegar a la casa de nuestra morenita. Incluso se te olvida el dolor, el cansancio, la fatiga

Comenta José, un señor de 40 años a quien le están cosiendo una ampolla que se le reventó en el camino. Pregunta si esta entrevista saldrá en la tele, pues quiere mandar saludos a su mamá, Guadalupe Torres, ya que su cumpleaños es el mismo día que el de su otra madre.

Camiones y camionetas se encuentran estacionadas en el punto de reunión donde los peregrinos toman fuerzas para continuar. Foto: N+
Camiones y camionetas se encuentran estacionadas en el punto de reunión donde los peregrinos toman fuerzas para continuar. Foto: N+

El Gobierno de la Ciudad de México estima que lleguen alrededor de 13.5 millones de peregrinos a la Basílica de Guadalupe durante el 11 y 12 de diciembre.

Historias recomendadas: