‘Los Diarios Son como Amigas’: Sylvia Aguilar Zéleny Explora en "Una Falsa Diarista" la Libertad
Elisa de Gortari | N+
Sylvia Aguilar Zéleny conversó con N+ sobre ‘Falsa diarista’, novela donde explora la libertad que han dado los diarios a las mujeres latinoamericanas

Sylvia Aguilar Zéleny explora la libertad de los diarios en su nueva novela. Foto: SENALC
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Sylvia Aguilar Zéleny conversó con N+ sobre Una falsa diarista, una novela donde explora cómo los diarios han sido un vínculo secreto para muchas escritoras mujeres. La novela, publicada por Literatura Random House, explora cómo la escritura íntima de un diario se convierte en un talismán cuyo poder trasciende las páginas.
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Pregunta: ¿Cómo surgió Una falsa diarista?
Respuesta: Tenía un personaje que había estado como caminándome mucho tiempo en la cabeza. Tenía una situación, tenía de alguna manera una historia, pero nada más.
En eso llegó la pandemia. Y mientras todo mundo estaba horneando y aprendiendo nuevos hobbies, yo estaba pasando por algo personal medio duro. Me fui a leer los diarios que había comprado desde hace siglos, esas cosas que compras y que dices “un día los voy a leer”.
No sé por qué me fui al Diario de Alejandra Pizarnik y empecé a leer y fue golpe tras golpe. Paré porque pues una sabe cómo cómo acaba ese diario, de alguna manera. Después me fui al de Diario de Sontag y (aparte de sentirme la persona más tonta del mundo a los 16, porque ella escribía desde los dieciséis cosas maravillosas y leía con tanta profundidad) fue curioso leer a dos mujeres tan jóvenes tan inteligentes. Brinco al de Sylvia Plath y entonces dije: “Aquí está. Por acá esta es la solución, el problema de la novela”.
Así comenzó a tomar forma Una falsa diarista: tenía un personaje en una situación y la puse a escribir diarios. En esta cosa de escribir diarios, y esta negación de no sé de qué escribir, pues ella decide ver qué otras diaristas han escrito y de una manera orgánica comienza a tomar forma la novela.
“La sintaxis es una manera de representar a los personajes en la página”
Pregunta: Algo que llama pronto la atención de Una falsa diarista es la voz de tu protagonista, que es extremadamente delgada, extremadamente sencilla. Son oraciones muy limpias, lo que debió implicar un trabajo complejo. ¿Cómo fue el proceso detrás de llegar a esa voz que es tan depurada?
Respuesta: Estoy súper obsesionada con la sintaxis. Creo que es algo que aprendí con Basura (reeditado por Debolsillo en 2024). Si algún día me dicen con qué libro tuyo te quedas, para mí sería Basura, por lo que me enseñó sobre escritura.
Tenía en ese libro tres primeras personas. Tres mujeres. Y la manera de resolverlas era pensar en su identidad en términos de sintaxis.
Un personaje es tan serio, es tan callada, que hablaba con oraciones simples. Otra es tan compleja, se siente la muy muy, como dicen, que eran oraciones con subordinadas. Y la última habla en bloque. De ahí viene ya esta idea mía de que la sintaxis es una manera de representar a los personajes en la página.
Una falsa diarista implicó mucha limpieza. Implicó escribir y que pasara, que pasara, que pasara todo, sin pensar, sin detenerme, porque además es diario, y ya después empezar a decidir dónde quedaba la idea, dónde había que perseguirla y dejarla que flotara. Hay algo de sintaxis y pensar mucho en verbos, en palabras, en adjetivos. Fue pensar quién es ella y cómo habla alguien con estas circunstancias, con esto que le está atravesando, con esto que está leyendo.
Es un libro de lenguaje en ese sentido, porque se pregunta cómo se vive, cómo se respira, cómo cómo hace un diario una persona que vive con el lenguaje en todo sentido.

“Los diarios son como amigas”
Pregunta: En Una falsa diarista aparece una conciencia de la tradición diarista que se vuelve muy protagónica hacia la mitad de la novela. ¿Tú ya habías meditado sobre ella?
Respuesta: Para mí es una obsesión. Yo digo de broma que si algún día algún estudioso se pone a trabajar con mi obra va a decir: “Esta vieja escribió el mismo libro ocho veces”.
Tengo una novela, Todo eso es yo (Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes), que es el diario de una niña. Mi obsesión con la escritura de diario y con la lectura de diarios es muy vieja. Es el colmo que no se me hubiera ocurrido antes que mi manera de entrarle a ese personaje fuese el diario. Y no solamente que ella escribiera, sino que también leyera diarios.
El diario para mí siempre ha sido un espacio que me encanta. Hay una línea que siempre repito de Olivia Teroba, que es “las amigas te salvan”. Yo creo que los diarios también, porque los diarios son como amigas. Puedes decirlo todo, puedes quedarte calladita y poner nada más una anécdota y está bien.
Puedes llegar y decir “es que odio esto y esto y aquello”, y tu amiga te va a decir: “Sí, sí, sí, sí, cierto, lo odiamos, lo odiamos, lo odiamos”. Y el otro día puedes decir: “¿Sabes qué? No, creo que exageré”. Es el espacio donde puedes ser falsa, o donde puedes decir todas las netas del planeta o donde puedes no escribir por meses y no pasa nada.
Mi apuesta es a pensar que el diario es literatura y que nos han estado diciendo por siglos y siglos que no lo es, que es un espacio íntimo, que “ay, qué bonito que la niña escriba su diario”. No: es un espacio bien interesante. No es “las primeras semillas de la literatura”, es literatura en sí.
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